Iglesia y comunicación
Benedicto XVI indicó recientemente el tema de la cuadragésima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: “Los medios: red de comunicación, comunión y cooperación”. Esta actividad, de carácter mundial, se celebra en el mes de mayo de cada año (la próxima será el 28 de mayo de 2006) y constituye un espacio propicio para el debate, desde la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia, del complejo mundo de los medios de comunicación social. Es la única celebración que expresamente solicitó el Concilio Vaticano II en el Decreto Inter mirífica (1963), y desde la primera jornada convocada por Pablo VI (1 de mayo de 1967), se ha realizado todos los años, siendo una de las actividades que con interés especial atendiera Juan Pablo II.
En esta oportunidad, Benedicto XVI propone un tema de actualidad en el ámbito del papel que los medios de comunicación social deben desarrollar en la sociedad. El mensaje se dará a conocer el 24 de enero de 2006, como es tradición, por celebrarse el día de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas. Pero, desde este momento las reflexiones y espacios de formación, que las Conferencias Episcopales, parroquias y laicos de los países organicen, serán una excelente oportunidad para debatir sobre la importancia que los medios tienen en la conformación de redes sociales que permitan la unidad, el encuentro y el desarrollo de los pueblos.
Por cierto, en el último mensaje de Juan Pablo II (2005), en ocasión de esta jornada, fue: “Los medios de comunicación al servicio del entendimiento entre los pueblos”. Un tema muy similar que mantiene una continuidad con el planteado por Benedicto XVI. En esa oportunidad, Juan Pablo II señalaba con respecto al componente ético: “El fundamento ético es éste: La persona humana y la comunidad humana son el fin y la medida del uso de los medios de comunicación social; la comunicación debería realizarse de personas a personas, con vistas al desarrollo integral de las mismas. Así pues, son en primer lugar los comunicadores quienes deben poner en práctica en sus vidas los valores y actitudes que están llamados a inculcar en los demás. Antes que nada, esto debe incluir un auténtico compromiso con el bien común, un bien que no se reduzca a los estrechos intereses de un grupo particular o nación, sino que acoja las necesidades e intereses de todos”