Opinión Nacional

Iglesia y Política

¿Tiene la Iglesia que meterse en política? Los líderes políticos deben ser solidarios con una sociedad que atraviesa diversas dificultades, por eso la Iglesia está llamada a llevar el evangelio al mundo político, concebido éste como un espacio donde el hombre contribuye a la creación de una sociedad y de su felicidad. En ese espacio es necesario hacer presente los valores del evangelio y contribuir a la reflexión ante los sistemas políticos que surgen en las sociedades.

Desde el ámbito de la Iglesia se debe diferenciar la política como concepto general, de la política partidista. En la política partidista se desarrollan planes y proyectos orientados a la presentación de soluciones a los problemas económicos, sociales, políticos y de otros ámbitos que afectan a la sociedad. Estos planteamientos se hacen desde una ideología, en la cual creen sus integrantes. En la doctrina social de la Iglesia los integrantes de estos partidos pueden encontrar los criterios adecuados, a la luz de la visión cristiana del hombre, que tiene como un mensaje importante, la solidaridad.

Los Obispos de Venezuela han comprendido la importancia histórica que las organizaciones deben asumir en este país, entendiendo que es necesario “compartir” con Venezuela las preocupaciones que en los actuales momentos la afectan. Enfocar nuestras acciones en “construir entre todos una sociedad nueva y mejor”. La jerarquía de la Iglesia Católica ha denunciado desde 1958 las debilidades de nuestra democracia, y a pesar de los errores que como toda organización humana tiene, su carácter evangelizador (para el creyente) le ha permitido dejar a un lado las diferencias individuales y preocuparse por el pueblo de Venezuela.

El derecho que los venezolano asumiremos el próximo 15 de agosto es histórico y signo de una democracia que desea imponerse, a pesar de las dificultades. Es un acto de “conciencia y responsabilidad” y no puede asumirse “como una guerra para hacer desaparecer al adversario”. Como señalan los obispos es “una oportunidad sin precedentes para evaluar una gestión de gobierno, crear la posibilidad de encauzar pacíficamente la convivencia y respetar e integrar las diferencias”.

De todas formas, lo más importante es el reconocimiento de la sociedad venezolana y el futuro del país. ¿Cuál será el espacio de encuentro entre los bandos enfrentados y el sector independiente? El odio sembrado durante estos años está latente en algunos sectores, minoritarios, pero lo suficientemente movilizados para crear un ambiente de tensión. La gobernabilidad, palabra claves en los próximos años, requiere de un espacio donde nadie “quede excluido por ideología u opción política”. Reafirmando una idea central de episcopado: “Todos somos parte de la solución. Un país dividido o fracturado se paraliza y, aún más, se destruye”

(Documento completo: www.iglesia.org.ve)

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