Opinión Nacional

Kornai Básico Para Chavistas (II)

1.
Kornai publicó “¿Es Reformable El Socialismo?” a principios de los años 90, cuando el único socialismo del que hoy se puede decir algo sustantivo estaba ya boqueando.

Tratando de reformar el socialismo para hacerlo más eficiente en la producción y distribución de bienes y servicios, Kornai topó con inquietantes paradojas:
“La mayor parte de los trabajos anteriores sobre la reforma en los sistemas socialistas–nos dice– se ocupaba de las acciones e intenciones del gobierno y el aparato institucional.”

Su ensayo, en cambio, desea llamar la atención sobre otro aspecto no menos importante: los sucesos espontáneos en los países socialistas que ensayaron reformas, sucesos que no se dieron en respuesta a las acciones gubernamentales y que tal vez incluso contravinieron sus intenciones. […] En todas las economías socialistas donde las reformas tuvieron tiempo de desarrollarse, y sobre todo en Hungría, Polonia y China, el resultado más importante de la reforma económica fue el surgimiento de un significativo sector privado.”
2.
¿Qué les parece eso? : “el surgimiento de un significativo sector privado”.

Kornai se refiere, desde luego, a los fallidos intentos de reforma económica que, en distintos momentos a lo largo de los años 50 y, más tímidamente, en los tempranos 60, se ensayaron en Hungría, Polonia o Alemania Oriental.

“La incursión más importante de la actividad privada en las
economías socialistas ––advierte––se dio a través de la agricultura privada y en varias ramas de las industrias de servicios, transporte y construcción; en menor escala, las empresas privadas operaban también en el sector manufacturero.

Además del sector privado formal, surgieron multitud de actividades informales “subterráneas”; proliferaron los negocios sin licencia, acaso ilegales, y sin embargo tolerados, en los sectores de servicios, comercio, transporte y construcción.”
Enfatiza Kornai que, en la práctica, el sector privado creció principalmente debido a la iniciativa empresarial, basada en parte en los ahorros privados”.

3.
Para Kornai tiene enorme importancia reconocer los fenómenos que surgieron espontáneamente durante cada proceso de reforma ensayado en los países del socialismo real.

“Los cambios espontáneos reflejaban las decisiones individuales y revelaban las preferencias de diferentes grupos sociales.” Kornai llama la atención hacia otro aspecto no menos importante: “los sucesos espontáneos en aquellos países socialistas que intentaron reformas no se dieron en respuesta a las acciones gubernamentales y, en más de una ocasión, contravinieron sus intenciones.•” Kornai habla en su ensayo de “la voluntad individual de elección”.

Viene a decir con ello que, no bien se relajaban las regulaciones y amainaba la intrusión burocrática en la vida económica, se soltaban los caballos de la inventiva y la iniciativa individual.

4.
“Debe acentuarse –señala Kornai– que por lo común el gobierno socialista no tenía que convencer a sus ciudadanos mediante campanas propagandísticas para que ingresaran al sector privado. Generalmente, una vez levantadas ciertas prohibiciones a la actividad privada, este sector empezaba a crecer con bastante espontaneidad y las empresas individuales brotaban como hongos en un bosque después de la lluvia.

El aumento en la actividad privada era tanto más notable cuanto que con frecuencia se daba después de un periodo de brutal represión de cualquier forma de iniciativa privada. No se temía que engatusar u obligar a la gente para que eligiera este modo de vida. De hecho, se sentían inmediatamente atraídos por los mayores ingresos, la relación más directa entre esfuerzo y recompensa y la mayor autonomía y libertad que ofrecía el sector privado. Las actividades privadas en los países de socialismo “reformista” generaban mayores ingresos relativos porque satisfacían una demanda que no era cubierta por el sector estatal.

Un artesano, el dueño de una tienda de abarrotes o de un pequeño restaurante se ubicarían normalmente en el nivel de ingreso medio de una economía con iniciativa privada. Pero en el entorno de lo que todavía era una economía con insuficiencias crónicas, la misma actividad disparaba a estas personas hasta el nivel de ingreso superior, no porque fueran particularmente inteligentes o ambiciosas, sino por lo muy buscado del servicio que proporcionaban. El precio que obtenían por sus productos era simplemente el precio de venta de mercado en el pequeño segmento de la economía donde funcionaba un auténtico mercado.”
El otro hallazgo de Kornai –hizo muchos y muy amargos – es algo que podría llamarse “ley de persistencia de la burocracia”.

5.
Kornai trató de poner en práctica la complementariedad entre burocracia y mercado en un “socialismo de mercado ” y concluye, con encomiable modestia: “esta expectativa, compartida por el autor en 1955 – 1956, ha demostrado ser ingenua.

El vacío dejado por la eliminación de las órdenes burocráticas, lo que implica la eliminación de la coordinación burocrática directa, no lo llenó el mercado, sino otras formas indirectas de coordinación burocrática. […] En nuestra descripción del sector privado, hemos utilizado términos como ‘espontáneo’ o ‘surgidos de manera natura’l.Ahora habremos de destacar que la persistencia de una enorme burocracia es también resultado espontáneo y natural de la economía socialista. El Partido Comunista no tuvo que decidir la conservación de toda la burocracia posible durante el proceso de reforma. Al contrario, la burocracia creció a pesar de los sinceros esfuerzos por reducirla, y frente a dramáticas campañas para eliminarla, como la llevada a cabo durante la revolución cultural en China.”
6.
Al conjurar el embeleco de la “tercera vía”, Kornai termina diciendo: “Las consignas que dominaron habitualmente la literatura económica publicada en los países socialistas “reformistas” y que exigían ‘propiedad estatal con mercado’ implicaban un malentendido o engendraron falsas e ingenuas esperanzas de una ‘tercera vía’ que la evidencia dejada por el amargo historial de experimentación con reformas a medias descartaba claramente.

Pero, ¿deben entonces recorrer estos países el doloroso camino del
desencanto gradual? ¿Es realmente inútil esperar que los recién llegados al proceso de reforma aprendan de las decepciones de los pioneros?”
Hablaba de países que, quince años después de su ensayo, sencillamente ya no existen. De ellos sólo perviven Cuba y Corea del Norte.

China, para bien o para mal, ya no es un país socialista.

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