Opinión Nacional

La acción psicosocial

Una de las acciones que no ha realizado el Estado Moderno con la debida celeridad como la demostrada en la asimilación de nuevas tecnologías, tiene que ver con un área en donde a la par de la investigación, debe sumarse el plano de la activación de medidas conducentes a desarrollarla. Nos referimos a la acción psicosocial, no con las características implícitas en el término intervención, propio del léxico de la psicología del conductivismo y los experimentos de Pavlov y Skinner, sino con los atributos del acompañamiento, de la conversación vivencial y cooperativa con el ser humano, más allá de modelos preconcebidos que si bien deben ser estudiados, deben igualmente aproximarse a la realidad que para el científico social constituye el verdadero modelo a estudiar a través de la observación próxima y sensible a toda su fenomenología.

A la par de señalar esta premisa como una de las necesidades reales que requiere toda la población y todos los estratos sociales que la componen sin la exclusión de ninguno, cabe señalar que constituye el reto más grande de las Ciencias de la Conducta Humana desde las indagaciones fundacionales de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung. Vale decir, es la hora de la valorización real del trabajo psicológico en la sociedad contemporánea.

Dos objetivos de primer orden en el combate del conocimiento por la evolución social, se encuentran en el abordaje de la violencia y de la exclusión, indispensables para mejorar la seguridad y minimizar la delincuencia. Estos dos factores, como hemos visto, no son propios del subdesarrollo ni del desarrollo, sino antes bien, son el fruto de la falta de aplicación del acompañamiento psicológico social a toda la población, además por supuesto de las variables económicas incidentes, que en el caso de las comunidades depauperadas actúa con mayor incidencia ya que la carencia de recursos económicos la convierte en el sector mas frágil y susceptible al estrago psicológico.

No obstante estas realidades, la permisividad en el uso de armas de fuego o en el consumo de substancias psicotrópicas en las llamadas sociedades avanzadas, se ha proyectado en forma negativa hacia la Sociedad, que ha de tener claro que debe haber libertad para la construcción de una mejor calidad de vida, pero no libertad para el abuso, porque el abuso es la distorsión de la libertad que la propicia, a tal punto, que comúnmente termina por destruirla en arbitrariedad criminal, fuera de todo respeto, norma o ley , promoviendo la disolución de la sana convivencia, el único escenario donde ella puede existir.

Quizás suene duro decirlo y mucho más admitirlo. La Sociedad mundial se encuentra psicológicamente abandonada. Lo ha estado así durante toda su Historia.Apenas en el siglo XX, la ciencia de la Psicología nace en medio de limitaciones y complejos, gracias al talento y valentía de Freud, que lo coloca como uno de los grandes benefactores de la Humanidad.

Sin embargo, han faltado en el mundo los jefes de Estado que con la misma valentía y mística que los científicos brindan en el desarrollo de sus labores, inicien una cruzada de atención psicológica a toda la población, que tanto la necesita. Aún en el discurso político, se deja de sentir esa falta de significación de lo que para el ciudadano común y corriente es lo más importante: su vida, su equilibrio emocional, su tranquilidad, su seguridad. Es como si habláramos de macroeconomía desvinculándonos de la microeconomía, como si nos refiriéramos a las enfermedades sin detenernos a pensar que pasa con las células. El Poder, con frecuencia, sustituye el microscopio del laboratorio por el telescopio del observatorio, confundiendo la posición de las estrellas con el movimiento celular, sin percatarse que su sensibilidad ante la micro aniquilación intestina está pronta a ofrecerle estadísticas de mortalidad propias de una batalla entre naciones.

No podemos atribuir sino a la ignorancia, el por qué se han retardado las medidas que requiere la Humanidad para su sanidad emocional. Ignorancia del Estado que no las promueve, ignorancia de la Población que no las procura, indolencia de las instituciones públicas y privadas que no la fomentan
Es necesario abrir los espacios para el acompañamiento social y para la convivencia intercultural como prioridades identificadas, con el objeto de reducir el grado de violencia que existe actualmente en el Planeta, de promover los Derechos Humanos y de reconstruir el tejido comunitario, para de este modo facilitar la construcción de una Paz sostenible, utilizando en mayor medida la actividad física y el deporte como herramientas socio-educativas y terapéuticas. Deben aprovecharse y emplearse los recursos humanos formados en la Psicología y Sociología, aprovechando el amplio conocimiento de estos profesionales sobre el contexto de las localidades donde se desarrollen los programas y las costumbres e ideologías de los distintos grupos culturales que coexisten en la zonas de acompañamiento, lo que dará como resultado una mayor comprensión, sensibilidad cultural y pertinencia a la hora de actuar en la instrumentación aplicada del conocimiento conductual. Además se promovería la participación de la comunidad universitaria, como grupo de investigación y desarrollo social, además del protagonismo de los propios beneficiarios..

Sin embargo, confiamos en el despertar de la Humanidad. Un despertar sin propuestas bélicas, un despertar sin uso de armas, un despertar de los valores de la convivencia y del respeto mutuo. Un despertar de cariño, de amor real a la familia y al prójimo, un despertar de la complementariedad y no de la exclusión de las diferencias. Un despertar de consideración, de estima propia y de estima pública. Un despertar que no necesite la creación y el reconocimiento de enemigos o adversarios, sino la creación de amigos con los que podamos discrepar sin descalificación, porque en la medida en que lo podamos hacer con altura y sobriedad, estaremos demostrando el talento que toda la Humanidad necesita para hacer vigente su herencia.

No se puede mirar al futuro con los ojos fijos en el pasado. El ayer ya pasó, lo importante es el mañana que debemos construir hoy con la paz como el sólido concreto sobre el cual levantar las estructuras del mundo por venir. La esperanza está en la Educación, que promueva cada vez mayores conocimientos de calidad, de utilidad, de prosperidad en manos de la Población, dotándola de los instrumentos que fomenten sus virtudes como personas y como colectivo. Las grandes lecciones de la Historia del futuro no podrán ser las guerras, porque ya las páginas para transcribir su destrucción están agotadas. Las grandes lecciones de la Historia del futuro habrán de referirse a los logros que la Humanidad está llamada a concretar en la superación de la pobreza, la exclusión, la marginalidad, el hambre, la delincuencia , la enfermedad y los desequilibrios ambientales y climáticos. Y todo ello depende de la adecuada atención psicosocial a la población del planeta.

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