Opinión Nacional

La brújula extraviada

Para un régimen que se ufanaba de invencible, como era el caso de la «revolución bolivarista» antes del 2-D, una derrota electoral puede implicar efectos de marca mayor. Uno de ellos es que se le empiece a descoser el ropaje de irreversibilidad y, por lo tanto, vaya quedando atrás aquello del hasta el 2000 siempre…

Así por ejemplo los famosos 5 motores de la revolución lucen escasos de batería, y el propio discurso presidencial se distancia cada vez más de las expectativas puntuales de la mayoría de la población, incluyendo a buena parte de los tradicionales partidarios del señor Chávez.

Como muestra casi bastaría la perorata surrealista en el Panteón Nacional, en la que el jefe del Estado dedicó más de 4 horas de cadena para elucubrar sobre la muerte de El Libertador, y para denunciar que tales o cuales huesos bolivarianos no se encontrarían en el sarcófago dispuesto en el Altar de la Patria.

Al respecto, escuché a un radio-oyente llamar a un programa de noticias para decir que si Chávez y su gente no habían podido esclarecer la muerte de Danilo Anderson, qué se iban a estar ocupando de la de Simón Bolívar…

¿Y la economía? Cómo se le puede explicar al pueblo venezolano que con el precio del petróleo montado en las alturas de los 80 dólares el barril, en las honduras de la vida cotidiana cunda la escasez, se dispare la inflación, y encima se imponga una nueva moneda que le quitará tres ceros al mermado salario de quince y último.

Y por si fuera poco, el proponente de la fallida reforma no pierde ocasión para echarle la culpa a sus colaboradores y simpatizantes del descalabro comicial, agravando con eso el mal ambiente que todo revés político produce en las filas de quien pierde.

Mientras tanto, el caso de la maleta voladora pica y se extiende, y sus ramificaciones ya no sólo se adentran en los pasillos de la Casa Rosada argentina, sino que tocan las puertas de varios despachos oficiales en Caracas, como la vicepresidencia de la República, y más de una gobernación regional.

Aumentan las personas que reiteran sus dudas sobre el elemental equilibrio que debería tener el mandatario miraflorino para tratar de ejercer sus funciones, en especial cuando el sol parece posarse en sus espaldas, lo que significa que en adelante los problemas y desafíos se incrementarán de manera exponencial.

El nuevo año 2008 no será auspicioso sino ominoso para las pretensiones continuistas del señor Chávez. Ello no quiere decir que carecerá de margen de maniobra para seguir buscando la ansiada reelección, pero como los deseos no empreñan ese camino se volverá una cuesta muy empinada con el paso de los meses.

Además, no hay evidencias de que el jefe de la revolución prefiera dedicarse a cumplir sus responsabilidades gubernativas en vez de ocupar su tiempo en heredar el mito revolucionario de Fidel Castro.

De la «autopista despejada» la revolución está pasando a la «brújula extraviada»: dos realidades muy distintas y acaso contradictorias en apenas poco tiempo. Ahora menos que nunca se debe bajar la guardia.

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