Opinión Nacional

La bulla de Telesur

La muy publicitada Telesur puede terminar siendo más la bulla que la cabuya. Y es que son siderales las expectativas que sus promotores han generado. Aram Aharonian, su director general, afirma que van a «desalambrar el cerco del latifundio comunicacional», queriendo decir que van a desalambrar a las redes de CNN, BBC, O Globo, Televisa, Telemundo, Deutsche Welle, RCN y pare usted de contar. Una tijera como muy pesada.

El concepto de una televisora regional impulsada por Estados latinoamericanos para favorecer la integración sería impecable, si no fuera por el sesgo ideológico y propagandístico que el «gobierno bolivariano» le imprime a todos los medios a su disposición. Telesur, uno más de ellos, pues será en Caracas y La Habana donde se definirá la pantalla. Como declaró Pasquali: «el canal nace con cero credibilidad informativa».

Es decir, más o menos la misma que hoy tiene la «nueva VTV» o Vive TV o, incluso más allá, ese monumento a la veracidad periodística que es el diario Vea. Nada curioso, por tanto, que en el Consejo Asesor de Telesur figuren los mismos nombres del comité promotor del llamado «Congreso Bolivariano de los Pueblos», o entramados semejantes que tanto gusta financiar Miraflores.

Para que Telesur adquiriera la relevancia ofrecida sería necesario, por ejemplo, que dieran un gran tubazo internacional. Algo así como los videos de Osama Bin Laden que transmitió Al Jazyra después del 11-S, o la cobertura exclusiva de CNN durante el bombardeo gringo a Bagdad en la Guerra del Golfo de 1991.

Quizá podrían empezar a investigar las presuntas conexiones de Marcos Valerio, el publicista brasileño del PT que ayudó a organizar la centrífuga de corrupción en Brasilia, con las campañas publicitarias de la «revolución bolivariana». No tanto porque supongan algún tipo de impropiedad sino por aquello del desarrollo endógeno. Imagino, sin embargo, que al ya ex-ministro Izarra y a su antecesor, Jesse Chacón, no les agradaría mucho la idea.

Telesur, por cierto, también ha contado con el respaldo de la Cámara de Representantes de EEUU. Porque la «enmienda» aprobada para «contener la amenaza» del nuevo canal es un bocado de cardenal para su discurso fundacional. Por ahora si alguna amenaza encierra Telesur es al fisco venezolano, pues de esa botija han salido, salen y saldrán los petrodólares requeridos.

Por los momentos Telesur sale con 4 horas de programación, más adelante, en septiembre, serán 8 y se supone que luego irán 24 por 24. Se dice rapidito pero hay que ver el tamaño esfuerzo que ello envuelve. Si la cosa es para transmitir programas de «tucumanos haciendo colchones», como jocosamente escribió Elizabeth Fuentes, entonces todo terminará en otro «despalillaje» del erario venezolano.

Veremos que pasa. En todo caso las palabras inaugurales del renunciante (o renunciado) Izarra al proclamar que «Telesur inicia la construcción de un nuevo orden comunicacional mundial» suenan, sin duda, a más la bulla que la cabuya.

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