Opinión Nacional

La cita es el 23 de noviembre

Para bien y para mal, Chávez ha colocado a Venezuela en la noticia internacional. Y por ello hoy ese mundo que nos oye mencionar un poco más, está pendiente de lo que aquí sucede y lo que sucederá este próximo 23 de noviembre. El dineral que el “ciudadano comandante Presidente” regala para acallar críticas y comprar conciencias y el petróleo que le dápoder, no serán suficientes para lograr
cambiar una decisión electoral que luce, a pesar de las confrontaciones , manipulaciones y desatinos de la oposición, irreversible. Y es que a Chávez se le pasó la mano. Más allá de un liderazgo político poco convincente, es este abuso, este hartazgo de insolencias, poder y amoralidad lo que empujará el voto. Porque esa gente que no aceptó la reforma en diciembre, tiene hoy una razón más que justa, más viva para oponerse hoy. Desde ese 2 de Diciembre Chávez no ha hecho más que reiterar el socialismo de manera obscena. En publicidad, en desfiles, en arengas militaristas, en cadenas mediáticas abusadoras y provocadoras, en declaraciones internacionales.- Las instituciones, plegadas a la órden del dueño absoluto de recursos, hombres y tierras, esperan arrodilladas cualquier intento opositor para negarlo. El Tribunal Supremo de Jusicia que en su juramentación gritaba “Chavez no se vá” actúa hoy para garantizarlo. Las inhabilitaciones dan fé de la gran conjura contra la democracia. Hombres como Lula, primer beneficiado como exportador en este juego zalamero y revolucionario, que alza de vez en cuando la voz en defensa de la democracia que convoca en su país, declara al mundo que Chávez es el gran líder, ajeno, indiferente, al clamor de un pueblo que no logra traspasar la chequera chavista. Ya uno quisiera ver al pueblo brasilero “calándose” cadenas, inhabilitaciones, humillaciones y esa espesa amoralidad que ya contamina el aire. En Venezuela hemos pasado por todo. El mundo conoce a Chávez, ya no engaña a nadie y esa es parte de esta indetenible arremetida. Solo quien lo vive en carne propia puede
asumirlo en toda su dimensión . La basura en las calles , las ratas corriendo apresuradas para entrar o devolverse a los edificios y alcantarillas, los apagones, las fallas en la telefonía, la inseguridad desbordada que cada día enluta hogares, los ladronzuelos en las calles esperando una tranca de carros para robar a los pasajeros, las cadenas presidenciales irrespetando la libertad, y esa amenaza constante en el verbo presidencial mutilando esperanzas, tocándole el rostro al pueblo para provocar la ira que silenciaran los gases y los tanques en despótica respuesta. Es la Venezuela de Chávez. Y hay que volver a decirle que no. En las calles y en los centros de votación. ¡La cita es el 23!

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