Opinión Nacional

La compleja estupidez del poder ejecutivo

En el mes de agosto de dos mil cinco, José Saramago, Nóbel de literatura, lanza una crítica un tanto desprovista de racionalidad a la oposición venezolana cuando afirmó: “la diferencia entre el voto en blanco de mi novela; ‘Ensayo sobre la Lucidez’ y la abstención que la oposición de Venezuela proclama es la misma que separa la inteligencia de la estupidez”. Con motivo de la realización de las elecciones del siete de agosto de este año para Concejos Municipales y Juntas Parroquiales. Elección que rondó un nivel de abstención en un 69,18 por ciento, y en donde participaron todos los partidos políticos.

El “nobilísimo” como todo irritante intelectual inorgánico, pregonó a modo de protesta; a) que su idea se ha pirateado y que la oposición venezolana raya en la estupidez frente a una gran democracia participativa; b) en su nota de rebelión expresó: “los hombres y las mujeres que en mi novela votaron en blanco lo hicieron como acto de protesta contra la degradación de la democracia, pero la oposición venezolana llama a la abstención precisamente cuando en Venezuela se está poniendo en pie una democracia con la participación directa del pueblo”. Y para concluir su incauta nota, expresa: “La sucia maniobra sólo merece mi desprecio. Espero que el pueblo venezolano igualmente la desprecie con su voto”.
Es Ilustrativo analizar cómo el cuatro de diciembre del presente, ese aludido pueblo que invitaba Saramago a despreciar a la oposición protestó, precisamente con su abstención al poder ejecutivo y legislativo, que raya en el 80 por ciento, en contra de la degradación de la democracia en Venezuela. ¡Tamaño error Saramago!…
Por ello no existen verdades absolutas y del desprecio estúpido cae a su propia miseria en el error; No la estupidez por si misma sino en los daños que de ella se desprenden en la pluma y mente de cierta intelectualidad (europea y anglosajona) trasnochada, proclive a divagar en la comprensión de las realidades de nuestras crisis y déficit de las democracias latinoamericanas.

Así el ejecutivo estúpido e indiferente (porque no razona con sus diferentes) se desprende la definición de Carlo Cipolla, sobre la “estupidez y los estúpidos”. De hecho: “cuando la estupidez de una persona se combina con la estupidez de otras, el impacto crece de manera geométrica; es decir, por multiplicación, no adición, de los factores individuales de estupidez”.
Es decir, Saramago es presa de su propia estupidez y de ella se multiplica en los estúpidos embebidos del poder que de su ilegitimidad de origen, por la no competición de sus diferentes en la democracia pretenden su fuerza en el poder como comedia en la estupidez. De hecho la falsa mayoría vociferada por el ejecutivo que pretenden defender y pregonar una gran mentira. En efecto, “Lo falso siempre es falso, aun cuando sea presentado como verdadero en nombre de principios supuestamente nobles y elevados” (Salvador Giner)
De estas estupideces y falso discurso de la realidad política venezolana campeando, se desprende la irracionalidad del discurso plebiscitario del populista encarcelado por sus palabras en su doble tragedia de animalidad y estupidez para mantenerse en el poder bajo un supuesto carisma que no poseé, y que de ello se desdibuja su desgobierno.

Asimismo para la oposición no basta con gritar y denunciar el absurdo de la ley y sus repetidas violaciones constitucionales. Porque el momento es político y de allí hay que sacar ventaja y hacer política, ante la protesta que deja al ejecutivo colgando sobre seda de araña en un 20 por ciento de aceptación. Que en el tiempo y el espacio va en aumento. En tanto la denuncia racional puede fortalecer la estupidez que no razona, y es más peligroso para la democracia en un proceso de insinuaciones que termina en la más completa corrupción.

Del libro “la Estupidez Humana” de Carlo M. Cipolla, se observa: “puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, de ello se deriva que generalmente el ataque nos coja por sorpresa incluso cuando se tiene conocimiento del ataque no es posible organizar una defensa racional, porque el ataque, en sí mismo carece de cualquier tipo de estructura racional”.
Y para Esteban Ponce Ortiz en su ensayo “El proceso de Kafka y la estupidez como rasgo ontológico”; reflexiona: “no te apresures a juzgar…No adoptes sin reflexionar las opiniones de los extraños, son recursos que escinden en sutil acto de violencia la omnipotencia de la razón”.

En tanto el modus operando que se refleja de más elecciones plebiscitarias, y sobre todo con su maquillaje electoral, la democracia en Venezuela (como en otras democracias delegativas-populistas) cae en una ficción.

En fin el propio Saramago en su ensayo sobre la Lucidez, pierde él mismo su Lucidez cuando se refirió a la oposición y los abstencionistas en el país, quedando atrapado en su propia estupidez y su ignorancia atrevida sobre el estado de la democracia en Venezuela.

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