La decisión

La decisión de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, aunque es
algo para ser celebrado por todo aquel que aún crea en la democracia en
Venezuela, puede ser el detonante de una situación terrible para el país.

¿Cómo van a reaccionar los seguidores de Chávez Frías, que son muy similares
a los seguidores de Boves en la década de 1810?

Si se dejan llevar por sus pasiones, tratarán de quemar el país. Harán como
hizo aquel primer Boves, el asturiano, que ordenó degollar a todos los
blancos cuando retomó Caracas en 1814. Fue por esa orden absurda por lo que
el pobre Fernandito Ascanio, marqués de La Granja, perdió
-literalmente- la cabeza cuando, muy alegre, fue a la entrada de Caracas a
saludar a los que habían vencido a los independentistas. ¿No será esa la
suerte que le espera a un Roy Chaderton, o a Alfredo Toro Hardy, que son
blancos y bien educados pero apoyan revolucionariamente al Boves de nuestro
tiempo? ¿O a Cecilia Todd Vallenilla o a Jorge Armand o a varios elegantes
chavistas de salón, como Roberto Hernández Montoya, de quienes uno sospecha
que lo son porque es cómodo tener cargos en un gobierno que no hace nada ni
obliga a nadie a trabajar?

Si, por desventura, los bovistas del sihlo XXI deciden dar la famosa patada,
el país va a caer en un infierno de violencia, va a retomar, aunque sea por
corto tiempo, la ruta en la que estuvo entre 1830 y 1903. Hacia eso apuntan
las infelices y tartajeantes declaraciones de Freddy Bernal y de un tal
Albornoz, personaje del PPT, que pálido de rabia y de dolor habló en
televisión al conocerse la sentencia y nos anunció una reacción cargada de
odio.

En cambio, hay que reconocer que el consultor jurídico del CNE, aunque dejó
traslucir su furia y su frustración, por lo menos habló de «acatar» la
sentencia aunque no se compartiera. Allí hay un rayo de esperanza. Y ojalá
que esa sea la actitud del CNE: acatar y cumplir. Porque si hoy o mañana
los bovistas que se dicen bolivarianos deciden alzarse y dan un golpe de
estado, no le quedará a la mayoría evidente del país otro camino que la
violencia militante, y al final vamos a triunfar, pero va a ser una victoria
triste, con muertos, con heridos, con ruina, que es, justamente, lo que la
Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia ha querido evitar con su
decisión.