Opinión Nacional

La fachada

El lenguaje y hasta los gestos suenan democráticos
Se habla de «consultar al pueblo», «que el pueblo decida». Se recurre a la
Constitución como un utensilio, como un perol. Discursos grandilocuentes que
sin embargo están vacíos de todo contenido
republicano. República, Democracia, Patria. Vocablos que se exprimen hasta
arrancarles la última gota.

Pueblo y Patria. Patria y Pueblo. Estado. Gobierno. Nación. Instituciones.

Todo se tiñe del mismo color.

Que el pluralismo desaparezca. Que el pensar distinto sea no sólo un delito
sino un pecado. Como polillas y comejenes instalados en un armario, van
devorando todo, hasta los sueños de libertad de Bolívar.

Once años le tomó a Venezuela liberarse del yugo de la Corona Española. El
año que viene, en 2010, se cumplirán 200 años de aquel 19 de abril.

La nueva República enfrentó toda suerte de tropiezos. Y aparecieron los
caudillos, los gigantes que se creyeron sustitutos de reyes. Los Monagas,
Guzmán Blanco, Gómez, Pérez Jiménez, y varios otros especímenes. Todos se
vistieron de «buenagente», de «venezolanos de ley».

Diez años lleva Chávez en el poder.

Mucho le costó llegar a Miraflores. Muchos arrebatos, varias intentonas.

Hasta que un día le convencieron de que «usar» la democracia le resultaría
más «productivo». Y la usó. Y la usa, en el sentido más despectivo del
término.

Enmendar «la mejor Constitución del mundo», para que sea un traje a la medida
de sus ambiciones. Si Fidel Castro pudo, si Mugabe también, ¿por qué no él?
Esos son sus ejemplos a seguir, no los líderes que han
escrito historia de la buena. No Felipe González o Tony Blair. Quiere ser
Presidente por siempre, elegido una y otra vez por un pueblo al que extorsiona
con promesas que sólo llegan a cuentagotas. Quiere la
reelección perpetua porque le teme a ser relegado por su propia gente, por su
propia corte de aduladores, a condición de jarrón chino luego de 2013. Para
que no exista el chavismo sin Chávez tiene que crear el
Chávez sin el chavismo. Nadie es indispensable para la revolución, sólo él.

Y otro inmenso miedo inunda su atribulado corazón: teme además ser llevado a
cortes internacionales por delitos contra los derechos humanos. Necesita la
inmunidad de la silla presidencial. Eso lo aprendió de sus largas conversas
con Putin.

Pero Venezuela no es Cuba ni Zimbabue, ni Rusia ni Bielorrusia, ni Ruanda. Los
venezolanos aceptan que Chávez es Presidente «por ahora». Hasta 2013 y no
más.

La enmienda es una fachada, sólo eso.

En un artículo de Gerardo Blyde publicado en El Universal, cita a
Churchill: «El político se convierte en estadista, cuando comienza a pensar en
las próximas generaciones y no en las próximas elecciones».

Chávez sólo piensa en las próximas elecciones.

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