Opinión Nacional

La guerra universitaria

Ese día yo estaba dentro de la universidad, haciendo tonterías. Borré los detalles. Estaba metida en política, pero en los barrios. Trabajo de masas, se decía. Nada que ver con la universidad. En la escuela de Periodismo había dirigentes que luego fueron famosos.

Nosotros andábamos con «medias de seda», es decir, medidas de seguridad. Así si que mientras más gafa luciese mejor. No asomábamos la cabeza en Comunicación Social para nada. Yo estaba paseandito en Periodismo cuando al otro extremo de la UCV, llegaron las fuerzas del orden. Apenas ví una pistola detrás de un árbol y luego , salí por las canchas de tenis para mi casa y no volví en mucho tiempo.

Pasaron meses. Gobernaba entonces Rafael Caldera. Apenas estaba en primer año de Periodismo.

Perdí un año, prácticamente. Pero no tuve entonces registros trágicos. La universidad era solo un campo de acción. Yo seguí trabajando en San José del Avila. Y con el tiempo me incorporé de nuevo a un campus descuartizado, donde la escuela de Comunicación Social había salido de la Ciudad Universitaria para establecerse en un horrible edificio industrial de Boleíta, adonde llegaba dificultosamente desde Catia todas las tardes.

Hoy esperamos nuevos allanamientos, de todas las universidades. No solamente de la UCV, para desalojar como se hizo en aquella época, lo que llamaba el gobierno focos de subversión. Y muchos años más tarde, los allanamientos para mí significan otra cosa.

El control por el gobierno de un movimiento popular multifacético, cuyo rostro más visible son los estudiantes. Como todos los gobiernos venezolanos, de la cuarta o de la quinta, siempre hay un militar de cuerpo o alma que cree que asustar o matar es lo único que hay que hacer para vencer. Esos bobos se irán para su casa, dicen. En enero, todo estará resuelto.

La solución de nuevo, es otra. Cerrar las universidades es enterrar la cabeza en la arena. Los ideologizados venezolanos de hoy , alumnos de universidades públicas y nacionales, empleados del gobierno, de la empresa privada, obreros, desempleados, no verán esta amenaza con indiferencia. El cierre de las puertas de las aulas de las universidades nacionales representa más que lo que representó al final de los sesenta el quiebre de. la autonomía de la Central y la derrota definitiva de la izquierda insurreccional en ese enclave. Ahora se trata de un movimiento nacional de repulsa, cuyas manos no son sólo blancas. Se trata del inicio de una guerra en este momento universitaria, profundamente venezolana por los derechos individuales.

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