Opinión Nacional

La Guillotina

Danton le dijo a Robespierre antes de ser guillotinado por ordenes de Robespierre: “el próximo serás tú” (como en efecto fue)

Saturno era uno de los dioses de la mitología romana (en la griega era Crono). Estaba casado con su hermana Rea y en su momento llegaron a ser los dioses supremos. No olvidemos que uno de los planetas lleva su nombre.

Pues bien, destronó nada más y nada menos que a su padre; en lenguaje político: le dio un “golpe de Estado.

Pero esto no fue gratuito, el oráculo le anunció que un hijo suyo le haría lo mismo, le daría de “su misma medicina”: lo tumbaría.

En consecuencia, Saturno pica adelante y decide comerse a sus hijos según iban naciendo, y así hizo con los cinco primeros: Hestia (Vesta), Deméter (Ceres), Hera (Juno), Poseidón (Neptuno) y Hades (Plutón); los dioses entre paréntesis corresponden a la mitología griega

Pero su esposa Rea no aguantó tanto sufrimiento y en consecuencia decidió acabar con tanto dolor. A tal efecto ideó la siguiente estratagema: cuando tuvo a Zeus (Júpiter), engaño a Saturno dándole una piedra envuelta en pañales, piedra que se comió Saturno creyendo que era su hijo.

Zeus (Júpiter) se hizo mayor y le hizo una guerra a Saturno, además de vencer pudo rescatar a sus hermanos haciendo que su padre los vomitase, dicha guerra se denominó “La Titanomaquia”. El oráculo se había cumplido…

Veamos el caso de la Revolución Francesa donde se creó «La Guillotina». Cuando comienza una guillotina se desatan unos demonios y unas fuerzas irracionales. Esta diabólica maquinaria, primero va contra los enemigos, como por ejemplo contra el propio Rey Luis XVI y su esposa María Antonieta. Después fue contra los llamados “Girondinos”, que se les denominó así porque la mayoría de sus miembros más destacados procedían de la región de “Gironda” en Francia. En su mayoría eran miembros de la burguesía que trabajaban en mundo de los negocios (manufacturas, puertos, etc. Eran moderados pero según la nomenclatura del Régimen serían el equivalente a los “oligarcas”.

En un momento dado llegaron a tener 175 diputados de los 749 que componían la “Asamblea de la Convención”. Acusados por los jacobinos de conspirar contra la unidad de la República, sus dirigentes fueron guillotinados por orden de Maximiliano Robespierre en 1793. Éste era llamado “El Incorruptible”, el máximo líder de la “época del Terror”, el mas temible todos los guillotinadores.

Los jacobinos eran los ultrosos y extremistas revolucionarios, una vez que acabaron con los girondinos fueron contra gente humilde del pueblo francés que nada tenía nada que ver con la política de aquel momento. No contentos con esto, los jacobinos guillotinadores empezaron a aplicarse la guillotina entre ellos mismos hasta que no quedó ninguno. Los guillotinadores terminaron guillotinados, no se salvó ninguno, ni siquiera Robespierre.

Además del terrible Robespierre, en el grupo de los guillotinadores estaba Georges-Jacques Danton, entre muchos otros. Es de notar que el penúltimo en caer en “La Guillotina” fue Danton; el mismo Robespierre se encargó de forjarle un expediente, “lo montó en salsa” y lo condenaron; pero pronto caería también Robespierre, que es cuando termina la Revolución francesa. Ya no quedaba revolucionario alguno para ser guillotinado, con las pocas excepciones que confirman la regla tales como Joseph Ignace Guillotin (ver dato anecdótico más abajo), Charles Maurice de Talleyrand y Joseph Fouché.

Luego vino “El Imperio” con Napoleón Bonaparte, quien astuta y estratégicamente supo ser el heredero de la Revolución. Es de notar la importancia que para Napoleón tuvieron Talleyrand y Fouché, que a la vez eran astutos, cual zorros y serpientes. No se les puede dejar de reconocer su importancia histórica. Talleyrand como hábil canciller y Fouché como ministro de policía; ambos fueron inescrupulosos pero a la vez sagaces, y además unos excelentes “operadores políticos”, como diríamos hoy.

Como dato anecdótico transcribiremos lo siguiente:

Etimología

Guillotina

“No es verdad que el doctor Guillotin inventara la guillotina, y mucho menos que fuera ejecutado mediante ese mortífero dispositivo. En los años turbulentos del Terror que siguieron a la Toma de la Bastilla, muchos franceses perdieron la vida decapitados por la guillotina de los revolucionarios, pero este método de ejecución no era tan original como suele creerse; un dispositivo parecido ya había sido ensayado 200 años antes en Italia, bajo el nombre de mannaia.

La guillotina, tal como se puso de moda en Francia durante la Revolución, fue inventada por los herreros Schmidt y Clairin, y probada con unos carneritos por el doctor Louis, quien luego se la ofreció a la recién creada Asamblea Nacional. En 1789, en los primeros días de la Revolución, Guillotin sugirió que todos los reos fueran ejecutados mediante el mismo método, desde un villano ladrón hasta la propia María Antonieta.

La Asamblea Nacional aprobó la idea en 1792 y miles de cabezas rodaron desde entonces y durante varios años. Pero Guillotin murió en 1814, en su casa, con la cabeza firmemente unida al pescuezo y lamentando hasta el último de sus días que el siniestro instrumento hubiera pasado a la Historia con su nombre”.

(Texto extraído del libro “La fascinante historia de las palabras”)

Lo de La Guillotina no es exclusivo de La Revolución Francesa, lo es a todas; es lamentable que no dispongamos del suficiente espacio en este escrito para analizar en profundidad La Guillotina en las demás revoluciones, como en la de la Revolución Bolchevique, cuando entre otros muchos casos, Stalin guillotinó a Trotsky, mandándolo a asesinar en el exilio que le habían otorgado en México, siendo el Presidente Lázaro Cárdenas.

Por otra parte, no hay claridad histórica si Stalin fue envenenado o no, murió en 1953, su sucesor, Nikita Kruschev tuvo que parar la Guillotina para poder sobrevivir como primera autoridad rusa, sin embargo, al final fue defenestrado, muy probablemente por haber tenido que retroceder en la crisis de los misiles de octubre de 1962 siendo su contraparte el Presidente Kennedy.

O como Fidel Castro que guillotinó a muchos, entre ellos al General Arnaldo Ochoa, fusilándolo el día del 13 de julio de 1989. El General Ochoa estuvo en Venezuela en la criminal invasión de Machurucuto, 1967.

Estuvo también en “la Guerra de Angola”, se convirtió en un “héroe” Era el militar más condecorado de la historia cubana contemporánea, en consecuencia se hizo de un inmenso prestigio y una gran popularidad dentro de la población y las Fuerzas Armadas Cubanas, creándole cierta rivalidad política a Fidel Castro.

Éste lo mandó a fusilar por supuesto narcotráfico en un supuesto juicio. Como todo lo del Régimen marxista-leninista de Fidel Castro, fue un juicio que no fue nada transparente, muchas de sus fases quedaron en secreto; se trató de un juicio bastante sumario, con muchas dudas sobre su derecho a la defensa, etc. Muchos alegan que Fidel Castro “guillotinó” al General Ochoa para poder eliminar a un eventual rival político: motivado, bien sea por la envidia, el miedo o una combinación de ambos.

Hoy en día no hay certeza sobre si Fidel Castro está vivo o está muerto, hay muchos indicios que indican que murió; y si esto es así, el Régimen comunista que el mismo creó no le da ni siquiera permiso para morirse. Pareciera un cadáver preso dentro de las barras que el mismo creó.

Pasemos en consecuencia a La Guillotina en Venezuela, para muestra vale un botón”: veamos el caso del guillotinado Luis Velásquez Alvaray, que nos pudiera recordar a una especie de inquisidor Torquemeda en el actual Poder Judicial Venezolano. Velásquez Alvaray fue el primero que lanzó lo de la re-elección indefinida (¡vaya adulancia!), anticipándose a la “reforma en bloque”, que no es tal “reforma” sino una nueva Constitución con una guillotina escondida. Además Velásquez Alvaray se convirtió en un “Ayatollah del poder judicial”, y para eso redactó una nueva ley para un Tribunal Supremo de Justicia, nuevo, Socialista y revolucionario; como el actual que hoy en día existe en Venezuela. Además “guillotinó” y depuró a muchos magistrados del antiguo Tribunal Supremo, ratificando y colocando ahí a magistrados revolucionarios “químicamente puros” y comprometidos con “el Proceso”.

Sin embargo, pisó cayos muy cercanos a Chávez: «el Robespierre Venezolano”, y éste decidió mandar a La Guillotina a este “Ayatollah adulante”, “previo contar los cañones”; sin embargo, tuvo “la generosidad” de permitirle que en vez de ir a La guillotina huyera al destierro y cayera en el ostracismo; y como diría aquel nefasto personaje: “lo cual aceptó”. Hoy en día no se sabe exactamente donde está, algunos lo han visto en Colombia, otros en España; no se sabe si es un prófugo, un fugitivo o un “no se qué”…

Parafraseando: el que por La Guillotina mata, por La Guillotina morirá. El que por La Guillotina mata no puede morir a sombrerazos.

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