Opinión Nacional

La Inmaculada criolla

Venezuela no es un país rico. Venezuela, por el contrario, hasta la explosión del Barroso I era una nación de recursos muy limitados y sus bondades económicas se centraban en la agricultura del café, del cacao y de algunos otros frutos. Hoy es un país con un pueblo depauperado y con un gobierno que despilfarra los recursos que nos suministra el petróleo.

Así nos encontramos que los conquistadores españoles centraron sus actividades en regiones donde la extracción del oro y de la plata suministraban réditos mucho más importantes para ellos y para la metrópoli.

Una buena muestra de esta aseveración la encontramos cuando visitamos las catedrales e iglesias de las diferentes latitudes latinoamericanas.

Nuestras casas de Dios son todas, sin excepción, de una pobreza singular. Tanto la arquitectura como la decoración de sus altares están signadas por la modestia y solo una cursilería moderna ha puesto mármoles fríos y decoraciones cursi en muchos de esos templos.Como contrapartida, tenemos una imaginería criolla que si bien no tiene una representación numérica extendida, si se le puede reconocer una calidad digna de elogios y de preservación.

Conocemos en estos días a un venezolano singular.

Requiriendo de una persona capaz de auxiliarnos en la preservación de algunos libros, conocimos, gracias a nuestra amistad con Dolly Armitano, a Álvaro González, Director del Centro Integral de Conservación de Colecciones CICC. Con ello nos enteramos de una labor singular, quizás única en Venezuela, de realizar una exhaustiva investigación donde la ciencia y las artes demuestran su complementariedad, para lograr la restitución y conservación de una verdadera joya de la imaginería venezolana: La Inmaculada criolla.

Álvaro González tiene la responsabilidad de conservar y atender a la colección de obras, fundamentalmente pictóricas y documentales del Banco Mercantil y gracias al interés y dedicación de su Curadora Tahío Rivero, se entregaron a investigar como hacer la cura y conservación de esta talla, que se encontraba atacada por unos extraños insectos que estaban alojados en su interior.

Para adelantar el conocimiento científico del problema, González convocó a los mejores especialistas de distintas ramas del saber para identificar con la mayor propiedad todas las facetas del problema.

Así, después de un cuidadoso estudio físico de las condiciones de la obra, realizado por el señor Juan Luis Delmont y de una cuidadosa ubicación de la obra dentro de la imaginería colonial venezolana presentada por el señor José Manuel Hernández, se sometió a la talla a una tomografía realizada en las instalaciones Centro Médico Docente La Trinidad y llena de estupendas anécdotas, esta labor fue conducida por la doctora Ivonne Rodríguez Potellá de Alvarez.

Paralelamente se remitieron muestras de las maderas utilizadas en la talla que fueron analizadas y clasificadas por el Profesor Williams J. León H., en el Laboratorio de Anatomía de Maderas de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de Los Andes y se estudiaron los insectos extraídos de la talla en un trabajo conducido por el Profesor Juan Carlos Navarro, Entomólogo del Instituto de Zoología Tropical de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela quién contó con la colaboración del señor Hermes Escalona, estudiante de la Facultad de Agronomía de la UCV cita en Maracay.

Por último y para identificar y poder reparar y conservar la obra con los materiales adecuados, se estudiaron los distintos pigmentos utilizados originalmente y para ello se recurrió a los conocimientos del Doctor Carlos E. Rojas y del Licenciado Luis A. Errico, miembros del Centro de Microscopia Electrónica Dr. Mitsuo Ogura de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela.

Como podemos leer y para ello se ha editado un bello libro que estimamos único en la narración e información precisa de las actividades desplegadas para salvar una obra de arte, se trata de una labor silenciosa que requirió de cuatro largos años y que enaltece el desempeño de todos y cada uno de quienes intervinieron en su estudio.

Pero lo que más nos interesa resaltar es que todas y cada una de las diferentes etapas de este estupendo trabajo se realizaron en diversas instituciones venezolanas y dirigidas y realizadas por venezolanos del país deseable, lo cual nos hace llegar una inmensa ola de optimismo para el futuro próximo de nuestra querida Venezuela.

Caracas. Junio 4 de 2004

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