Opinión Nacional

La luz y el agua te envejecen

E(%=Image(4532758,»L»)%)n la república-satélite de Veneçiuela ((%=Link(«http://www.simon-bolivar.org/Principal/bolivar/nombre_vzla.html»,»simon-bolivar.org»)%)) el primer ministro cubano descubrió que la escasez y el colapso de los servicios básicos no se corregía con racionamientos impopulares, sino con desvíos astutos. El presidente auto-electo no entendió el trabalenguas y rogó, bajando la cabeza y mirando al piso, “que si podía explicar su brillante idea”.

El cubano, sin voltear a ver al presidente, sacó su iPad 3.0 y le mostró una serie de perfiles de destacadísimos científicos que, luego de aplicarles corriente y agua, dieron con una razón fundamental para tenerle fobia a esos elementos creados por algún Dios oligarca: temblando de frío y pánico, los dos eminentes físicos indicaron que “bañarse más de dos veces por semana o exponerse a iluminación artificial superior a los 15W acelera el envejecimiento del rostro”.

Esa información fue tomada como un mal chiste por los últimos demócratas que se comunicaban por ReT (una red clandestina llamada Rebel Twitter), pero encajó bien en las millones de mujeres que a diario se debatían entre “crema antiarrugas o leche iraní para el niño”. En ese instante desaparecieron la angustia por la escasez, la violencia, la anarquía, la corrupción, la omnipresencia monótona del ancianísimo teniente coronel en las pantallas… Por fin, ellas podrían permanecer jóvenes, deseadas, cautivantes y sin malgastar un sólo “sucre fuerte”.

En pocas semanas, gracias a la vanidad bien administrada, el consumo eléctrico se redujo en un 29.4 por ciento. A las mujeres, se le sumó la comunidad gay, la pedófila y los metrosexuales. Asimismo, Veneçiuela recobró su significado indígena originario, que era “agua” y no esa palurda versión que hacía del país una copia imperfecta de la ciudad que se hunde dentro de sus canales. En apenas unos meses la nación empezó a exportar luz y agua a Bolivia y Paraguay, negocio administrado por unas sobrinas de los Castro que decidieron, con la aprobación plena de la Asamblea Nacional, comprarse un banco suizo para guardar los renminbi y euros en los cuales rápidamente transformaban los sucres fuertes.

Así culminó la escasez de agua y luz. Nadie las usaba y se reforzó esa vieja sentencia de Georg Christoph Lichtenberg: “La superficie más entretenida de la Tierra es, para nosotros, la del rostro humano”.

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