Opinión Nacional

La manipulación de las mayorías

Las grandes masas han sido manipuladas. No es nada nuevo. Aspiran una respuesta fácil que explique su situación personal. Cundió la idea según la cual el progreso de Alemania estaba amenazado por los judíos. Hitler se encargó de lo demás. Así como la inteligencia germánica fue cautivada por el antisemitismo, también los pueblos latinoamericanos hemos enfrentado diversos fantasmas. Vivíamos luchando contra el imperialismo, al que hacíamos responsable del analfabetismo, de la pobreza rural, de las corruptelas administrativas, del pésimo funcionamiento de los servicios públicos, del enriquecimiento de las clases pudientes locales y pare usted de contar.

Muchos liderazgos se desarrollaron por estos lares a punta de echarle la culpa a los gringos de todo cuanto nos aquejaba. Numerosos partidos políticos se construyeron sobre esas bases y llegaron al poder. Después, cuando los portadores de aquel mensaje liberador poco pudieron hacer para cumplir la mayoría de sus promesas y sus países se desmoronaban aún con las arcas públicas llenas y aplicando esquemas político-administrativos parecidos a los de los países desarrollados, como la democracia y las economías abiertas, se organizaron los descontentos y grupos bien ubicados en las esferas empresariales y de las comunicaciones nos brindaron su descubrimiento. Nos iba mal porque existían los políticos.

Y aquí sí que se han afincado. Como era cuesta arriba dedicarle años a recorrer los pueblos, a discutir proyectos y a sembrar ideas para organizar partidos, más fácil y “eficiente” resultaba desprestigiar a quienes ejercían o luchaban por el poder.¡Si tan solo los elimináramos! Si “esos políticos” no existieran, se acabarían la corrupción y el desorden. El país sería feliz. A eso se reduce el cuerpo doctrinario de la antipolítica. Y han cosechado éxitos.

En Venezuela propagaron, a billete limpio y contando con el desprestigio de cogollos partidistas pendientes de su suerte y no de los programas de sus organizaciones, que en cuarenta años de democracia nada se había hecho, que todos los dirigentes eran ladrones y que vivíamos en el peor de los mundos. Pensaban que ellos, una reducida élite, por contar con sectores de los medios y de la banca, podían hacerse del poder de la noche a la mañana. Sólo había que capitalizar los errores y el descontento. Se encontraron en el camino a Chávez y creyéndolo títere de sus intereses lo apoyaron. El hombre les salió respondón y ya sabemos lo que pasó.

Esos grupos de la antipolítica y políticos temerosos de contarse ante la gente se niegan a ver la realidad. Difunden que el arrastre de Chávez no existe, que es una farsa basada en fraudes electorales. En vez de plantear alternativas y enfrentarlo, le huyen. Cualquier elección es una estafa. La solución que proponen es un golpe u otro tipo de conspiración. Para justificar sus debilidades, defienden la no participación electoral y para “blindar” su planteamiento como el único posible de la oposición, advierten que quien participe en las elecciones es porque está vendido al gobierno.

Dicen que la abstención de las elecciones parlamentarias constituyó una victoria de la oposición y quien no comparta sus pareceres está expuesto a todas las campañas sucias de las que son capaces. La oposición pierde porque le hacen trampa y si se lanza un candidato que no es el de ellos, es porque es cómplice del gobierno. Así explican el pasado y el futuro. Falacia y simpleza, pero eso es lo que necesitan para manipular a las masas.

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