Opinión Nacional

La marcha que yo vi

Considero exponencialmente positivo el efecto de las marchas realizadas. Me importa muy poco si alguna fue más grande que la otra. Lo significativo es verlas marchar y oírlas decir lo que cada una expresaba, así como el valor de cada persona para exponerse, aunque pudiera y en ciertos casos lo fue, un mero acto de fe social entre amigos que pudieran no haber tenido algo mejor que hacer ese día. Observo una masa coherente en una, sabiendo para qué van y qué se proponen hacer.

Confirmo en otro la presencia de muchos “colores” diferentes, que en nuestro inmediato pasado tuvieron mucho significado. Veo que cada grupo de esos, está tratando de demostrarse como diferente al otro. Cada uno con su color, con su gente y haciéndose ver como más poderoso. Tratando de sacar sus cuentas para cobrarlas más adelante cuando llegue la hora de las decisiones sobre candidaturas. Presiento en los gestos la voluntad de los históricos de aprovecharse de la voluntad de la gente joven. De demostrar su “sobradez”, su “veteranía”, sus antecedentes en este tipo, de actos. Para ganarles espacio. Como buenos zamarros de cogerles terreno a costa de su presencia. Veo nueve candidatos presidenciales cada uno con sus huestes.

Veo a los jóvenes tratando de copiar el modelo de los históricos, sus gestos, sus inflexiones, sus maneras, tratando de rescatar ese pequeño adeco radiorochelero que todos llevamos por dentro.

Me acerco para ratificar cuán cerca está el perrocalientero de la señora con sus New Balance y su suéter Valentino. Los veo cerca y siento hablar y disfrutar el paseo, pero solo eso, el paseo, al final en la O’Leary cada cual volverá con su frustración a cuestas, a sus asuntos e intereses. Estuvieron pero no son. Van pero no están.

Solo Dios con su gran fortaleza y voluntad, deberá iluminar, sobre todo a los más jóvenes, que aún no se han pervertido las costumbres de quienes sabedores de una técnica y una maña ordenaron su trabajo y su energía en este ejercicio.

Felicito a los señores y señoras su excelente disposición para concretar ese magnifico esfuerzo para retomar la calle que ellos habían delegado a sus mandaderos de la política. A aquellos que tenían por lo que eran, sus voceros y defensores de oficio. Todos han decidido tomar a Fedecámaras como ejemplo, actuar como lo que toda la vida fueron un partido político. Se les ve dispuestos a defender sus intereses, Se les puede contar en forma directa, no a través de interpuestas personas que actuaban como sus porta banderas. Bravo por ellos. Comienza de nuevo la real batalla. La dura calle a contar con su presencia y su ideología, todo eso es bueno. Abajo caretas. Es allí donde deben estar, demostrando sus necesidades y voluntades y que expresen lo que cada cual es por sus propios medios. Se han dejado de tonterías y saben que el momento les exige su esfuerzo y claridad de acciones.

Por fin veremos a los verdaderos industriales defender su asunto. De esta forma evitarán que burócratas clásicos, de estudiada voz y controlados ademanes usurpen su posición, que los suplanten, que los imiten, que en su nombre ejecuten sus históricas contorsiones y pantomimas para beneficio personal.

Finalmente, saludo especialmente a toda la gente joven que marchó, mis hijos incluidos, por su decisión de hacer valer su voz en pos de un asunto. Me importa muy poco de cuál lado estaban. Sencillamente fueron, estuvieron y podrán sacar como conclusión que la próxima vez deberán hacerlo solos.

Podrán realizar un acto o miles de ellos, para buscar un común acuerdo, que no sea, como en esta oportunidad el odio. Verán que se pueden enfrentar jornadas muy importantes en su vida que no estén movidos por la ambición.

Saludos a la gente joven venga de donde venga y esté donde esté, ya que son los únicos que pueden hacer que esto cambie.

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