Opinión Nacional

La metamorfosis de Chávez

La respuesta de Chávez -que es, por encima de todo un animal político- no se ha hecho esperar. Ha tratado de minimizar las consecuencias (imponderables en este momento) de la afección que tiene, haciendo uso del poderoso aparato publicitario del régimen, y de sacarle provecho político electoral momentáneo, apelando a la compasión (es un hombre enfermo luchando por su vida y por Venezuela) y a los sentimientos de solidaridad del pueblo venezolano.

Además, se ha inmerso en una campaña electoral de grandes proporciones para mantener y potenciar su imagen de cara a 2012. Si eso lo logrará de manera sostenida en el tiempo, es harina de otro costal. Lo cierto es que para ello cuenta con la experiencia cubana dejada por la enfermedad que alejó de la actividad pública y política a Fidel Castro. De allí que toda aparición en la televisión, vía telefónica y en Twitter, esté condicionada por los lineamientos tácticos y estratégicos de sus asesores, expertos en imagen y manipulación de la opinión pública.

Nada es dejado al azar o a la espontaneidad. La simbología alrededor del comandante se lleva a su máxima expresión.

Es el típico libreto trazado desde la isla caribeña y del comunismo en general, que fue utilizado, in extenso, con muy buenos resultados para el fascismo del siglo pasado. Por ello, presenciamos la metamorfosis de Chávez, no solamente sobre su apariencia personal, sino también en el discurso y en las actitudes.

Algo similar observamos en la mitología y ornamentos que cubren a la revolución bolivariana. Si Chávez se propone morigerar el mensaje, mimetizar la apariencia (de manera obligada) y hacer una revisión completa, sazonada con autocríticas, en un intento de abrirse hacia la clase media, es lógico que todo el andamiaje gubernamental haga lo propio.

De hecho, ya ha ordenado sustituir el «Patria, socialismo o muerte» por algo más suave y potable como «Independencia y patria socialista. Viviremos y venceremos» (claro, el «viviremos» se refiere a su persona). Propone utilizar consignas menos violentas y gritos de guerra menos fuertes sin referencias negativas. La guadaña ¡zape! Bien lejos… Él mismo se ha encargado de aclarar que está «cambiando radicalmente» su vida y que ha entrado en una nueva etapa.

Igualmente, ahora, de golpe y porrazo se ha dado cuenta que no se puede estar todo el tiempo con una camisa roja. ¿Qué harán los pobres seguidores del teniente coronel? ¿Comprar nueva ropa? Aunque regalada por el oficialismo, esas franelas le resolvían el problema a mucha gente y arengaba a sus seguidores para «deponer el sectarismo y el partidismo», que sabe que le hacen mucho daño.

Análogamente, en sus comunicaciones telefónicas con Venezolana de Televisión, descubre (después de 12 años) que es menester una apertura hacia los sectores de producción privados, mientras aprueba la Ley de Precios que anula la libre competencia y una ley de inquilinato extremadamente draconiana que restringirá drásticamente la oferta de apartamentos en alquiler. Conclusión: con camisa amarilla y todo el zorro pierde el pelo, pero no las mañas. Tiempo al tiempo…

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