Opinión Nacional

La milicia socialista

Nadie puede poner en duda la institucionalidad o la profesionalidad de la mayoría de los integrantes de la Fuerza Armada en Venezuela. Ese no es el punto a debatir. Sin embargo: ¿Por qué Venezuela necesita una estructura militar reconocida legalmente como Milicia Nacional Bolivariana o una Seguridad Ciudadana? ¿No son suficientes los otros componentes de la estructura militar para garantizar los objetivos militares del país?.

Personalmente, esta nueva ley, genera más preguntas que respuestas. Desde el gobierno señalan que no hay inconformidad en los cuarteles. Me pregunto: ¿Quién sería el militar, en activo, que cuestionaría una ley dictada por el presidente? Pero, además, el planteamiento no es si la estructura militar está de acuerdo o no con una determinada ley. La Fuerza Armada debe estar sujeta al poder civil y debe ser una Asamblea Nacional (representativa de los ciudadanos venezolanos) quienes establezcan los límites a los poderes en Venezuela. Pero, eso no ocurre, esta ley llega vía habilitante. Esto, no quiere que decir que no sea legal.

Quizás, simplemente sea una excusa para generar un debate innecesario en la opinión pública mientras los graves problemas, de la Fuerza Armada, se debaten en secreto en los cuarteles bajo una estructura jerárquica en donde solamente es permitido seguir órdenes. El detalle, es que las órdenes provienen de quienes defienden el socialismo a muerte. ¿Están realmente seguros los altos mandos militares que los venezolanos deseamos un “socialismo o muerte” al estilo del presidente Hugo Chávez? Tenemos el mismo problema de gobiernos anteriores: la estructura militar es un mundo paralelo a la vida social del país por mucho que existan misiones cívico-militares. Sin embargo, la Fuerza Armada debe seguir siendo institucional. Quienes debemos cambiar el sistema político civil somos los ciudadanos de Venezuela.

Un porcentaje importante de venezolanos nos gustaría una estructura militar más profesional, al margen de los debates políticos ideológicos fanáticos, más constitucional, menos atada al presidente y más vinculada al pueblo a través de su Asamblea Nacional. Por otra parte, aunque soñemos y deseemos un mundo sin guerra, es una realidad que los estamentos militares tienen que organizarse, capacitarse y aumentar su capacidad de movilización ante situaciones violentas. No obstante, los conflictos suelen tener relación con el estilo de gobierno y el tipo de relaciones diplomáticas o comerciales establecidas con los otros países.

Hay quienes piensan que la única forma de enfrentarse a los modelos neoliberales o al capitalismo es usando la fuerza, el discurso combatiente, el chantaje con el petroleo. Ahora, ante las recientes tensiones entre Rusia y Estados Unidos, nuestros gobernantes deberían practicar la prudencia política evitando vincular a Venezuela en un posible conflicto.

Siempre me he preguntado, ¿quién es el presidente para hipotecar la paz, al país y a los venezolanos, en función de los intereses imperialistas de Rusia, China o los Estados Unidos? ¿Por qué un presidente venezolano, sea de derecha o de izquierda, debe tener un poder ilimitado en decisiones que pueden poner en riesgo la vida, el comercio, los recursos y el futuro de Venezuela? La verdadera revolución, si existiese, tendría que poner límites y limitaciones, a quienes como el gobierno actual, o los anteriores, han utilizado el poder, y a la Fuerza Armada, bajo el criterio personalista e interesado de sus concepciones ideológicas, intereses económicos y sueños de poder.

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