Opinión Nacional

La nueva etapa de la oposición democratica (II)

En el primer artículo de esta serie, enviado el 27/3/07 a la redacción de Analítica, sostuve que la oposición política democrática y organizada (OPDO), al retomar el curso de su acción, después del 3D, debe definir una estrategia para su lucha y realizar ésta simultáneamente en todos los terrenos.

Respecto de lo primero, repito dos ideas básicas que desde hace cierto tiempo he venido planteando con insistencia: 1ª) la lucha será inevitablemente prolongada; y 2ª) debe ser incondicionalmente democrática. Esto último no significa que debe ser suave o distendida; pero sí que no emplee la violencia armada, en cualesquiera de las modalidades posibles.

Será inevitablemente prolongada porque se ha establecido una correlación de fuerzas muy desfavorable. La cúpula militar-civil domina todas las instituciones estatales en los niveles estadal, municipal, parroquial y comunal. El Jefe del Estado y Jefe del Gobierno tiene el apoyo de una amplia mayoría del cuerpo social. Desde el poder en todos los niveles ha sido construido un amplio aparato comunicacional, que progresivamente ha ido adquiriendo mejores dotaciones técnicas, mayor calidad en sus emisiones y, en fin de cuentas, mayor eficiencia política. Las intimidaciones a grupos empresariales, combinadas con maniobras que apuntan a entendimientos parciales, están generando en esos sectores un notorio debilitamiento de la disposición a liderar movimientos de resistencia cívica, en el propio campo y fuera de él, lo cual había ocurrido varios años atrás. Medios de comunicación importantes, estimuladores de ideas y conductas de oposición, están llegando con el Gobierno, por debajo de la mesa, a ciertos acuerdos que implican distensión de las relaciones mutuas. En la práctica esto significa atemperar el talante crítico de esos medios, además de estimular el comportamiento de otros en el mismo sentido. En la Fuerza Armada Nacional (FAN) se ha extendido, y sigue extendiéndose, la actitud de adaptarse a la situación predominante. Este hecho no comporta una generalizada adhesión al “proyecto revolucionario”, pero es claro indicio de que las corrientes institucionalistas democráticas de la institución armada se obligan a comportarse cautelosamente. Además de comprensible, esto es, a mi juicio, prácticamente positivo.

Comprenderá el lector que después de plantear la inevitabilidad de una lucha prolongada no haga estimación alguna sobre la posible duración. Carezco absolutamente de bases para ello y juzgo que los ejercicios de adivinación serían inútiles, por absurdos,
En cambio, es conveniente hacer algunas consideraciones sobre la variedad de luchas que deben ser realizadas simultáneamente o con mucha proximidad temporal.

En un plazo relativamente corto estará en pleno curso la discusión, que concluirá en votación, del proyecto de reforma constitucional que Chávez propondrá en su condición de Presidente. La OPDO debe concebirla como una de las batallas políticas más significativas, y probablemente trascendentales, del sexenio recién comenzado. La OPDO deberá estar presente en muchos de los escenarios donde el debate le sea posible. Deberá, así mismo, debatir en distintos niveles de conceptualización, de modo que sean interesados distintos componentes del tejido social.

En diversos momentos posteriores habrá competencias electorales para escoger gobernadores y Consejos Legislativos, alcaldes y Concejos Municipales, así como diputados de la Asamblea Nacional. Todas ellas presentarán oportunidades para conseguir posiciones institucionales desde las cuales se muestren capacidades reales para trabajar en función de construir un país mejor, especialmente en beneficio de los sectores sociales que más lo necesitan.

Aun cuando ahora mismo y en el futuro cercano las movilizaciones políticas sólo puedan ser, por lo general, modestas, la OPDO debe promoverlas insistentemente, esforzándose por cuidar la pertinencia de todas ellas, la descentralización de los escenarios y la calidad de los mensajes por emitir. Las movilizaciones deben ser mucho más que caminatas y momentos para descargar sentimientos viscerales.

Un aspecto central de la futura actividad de la OPDO ha de ser la lucha de ideas, tan frecuentemente subestimada por las oposiciones que se han enfrentado al “proceso revolucionario” durante ocho años. Acerca de ello creo necesario destacar los siguientes aspectos:
1º) Toda lucha de ideas que sea realizada con acierto y adecuación eleva la significación política de quien la efectúa, siempre llega a los ámbitos de las amplias masas y puede generar cambios de gran importancia en sus conciencias.

2º) La lucha de ideas con la cual se pretenda competir efectivamente por la hegemonía debe ser emprendida inicialmente en el terreno intelectual y luego llevada hasta amplios terrenos sociales, en gran medida gracias a los esfuerzos comunicacionales.

3º) La lucha de ideas debe comportar un enfrentamiento con el adversario, pero no contra las bases sociales influenciadas por éste.

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