Opinión Nacional

La nueva mayoría democrática y la exigencia de primarias

Ante la realidad absoluta de la realización de elecciones regionales se nos presentan varias circunstancias que son evidentes.

El triunfo de la nueva mayoría democrática en el referendo 2007, aun sin números definitivos, marca la posibilidad cierta de una próxima derrota del continuismo en varias gobernaciones e innumerables alcaldías. Esa nueva mayoría está definitivamente integrada por quienes desde el vamos discrepamos del actual desgobierno y por aquellos que antes creyeron en las posibilidades del Socialismo del Siglo XXI; pero que ante la neo autocracia militarista, calcada de la cubana, abandonaron las filas del continuismo desesperado para sumarse a la disidencia que quiere rescatar para Venezuela una vida democrática que se distancie de los paquetazos habilitantes que fotocopian leyes de la actual Cuba y de la antigua Unión Soviética.

Esta nueva mayoría debe alentarse y apreciarse como positiva pues ella hace concreta la posibilidad de solventar los ingentes problemas reales que acogotan a los pobladores de los estados y municipios en que se integra el territorio patrio con un claro y respetado triunfo en las elecciones regionales apuntaladas en una baja abstención.

La mayoría de los pobladores de los municipios se sienten lejanos del debate ideológico; pero muy cercanos de la problemática real que viven en su entorno, de la ausencia de servicios idóneos tales como seguridad ciudadana, aseo de las ciudades, electricidad, cloacas, trabajo estable, vialidad y salubridad. Es allí donde debe centrarse la campaña por las regiones.

Es también innegable el crecimiento asistemático del Registro Electoral 2008 sin correspondencia alguna con los tramos etarios en que se clasifica la población venezolana y sin concordancia con el número total de la población. Ello obliga a los representantes de los partidos políticos en el CNE a una profunda auditoria de nuevos inscritos y de los traslados en masa de electores de una circunscripción electoral a otra.

Es igualmente evidente que factores políticos reconocidos hicieron de la unidad un chantaje para lograr sus fines candidaturales pero al enfrentar una realidad que le era adversa a sus intereses no han dudado en interponer candidaturas contra el resultado de las encuestas determinadas como segunda opción metodológica, después del consenso y antes de unas primarias.

Por ello al sacralizar la unidad como única vía para la derrota del continuismo aparecen ahora como apostatas legitimando candidaturas perdedoras en muchos estados y municipios como lo son los casos de las alcaldías Metropolitana de Caracas, Municipio Libertador, Chacao y el Hatillo. Es decir que la unidad era buena cuando se decidía por un candidato avalado por esa tolda política y mala cuando era de otro origen el candidato en cuestión.

En virtud de ello muchos han reclamado, con justicia, aplicar la tercera metodología acordada, las primarias, como una de las vías para lograr un solo candidato contra el continuismo. El costo de unas primarias es equiparable al costo de una encuesta con la ventaja de que las opiniones serian presenciales y con participación de un universo de votantes que seguramente superaría el número de sufragantes en las primarias dedocráticas del oficialismo y a la muestra estadística de cualquier encuesta por respetable que ella fuese.

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