Opinión Nacional

La obesidad y otros negocios

Las patentes del 75% de los fármacos estrella expiran en 2010. Por eso, las grandes compañías farmacéuticas se preparan para uno de los cambios más cruciales de su historia. Dos grandes líneas de futuro serán su estrategia: el sobrepeso y las vacunas.

En el fondo, las píldoras antigrasa y las vacunas tienen un denominador común: se trata de nuevos productos sin genéricos, con mercados amplios, estables y predecibles, y que previenen enfermedades graves y muy costosas para la sanidad pública de cualquier país.

Los peores hábitos occidentales se están globalizando a tal ritmo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé 1.500 millones de personas con sobrepeso para 2015. En la actualidad hay en el planeta 1.000 millones, de los que un tercio entran en la categoría de obesos.

Hasta ahora, no ha habido investigaciones farmacológicas serias sobre la obesidad y sus graves consecuencias para la salud, salvo el caso del Xenical, (que en realidad es un producto para dificultar la absorción de las grasas). Lo cierto es que las empresas que lideran el desarrollo de la medicina están creando en este sector un mercado creciente, que se puede cuantificar y predecir.

En los próximos meses se aprobará en Estados Unidos el Acomplia, uno de los 60 fármacos que se ensayan para la prevención de los riesgos derivados del sobrepeso. Esta píldora antigrasa se relaciona con la prevención del llamado síndrome metabólico en el que se incluyen un conjunto de patologías como el riesgo cardiovascular, las alteraciones de los lípidos en sangre, hipertensión arterial, etc. No es exactamente un objetivo estético.

El sobrepeso es un riesgo para la salud porque deteriora los controles centrales del metabolismo -la red bioquímica que capta, transforma y distribuye los flujos de energía de cada célula del cuerpo- y cuando eso va mal, todo lo demás empieza a fallar. Uno de los efectos indeseables es que las células se vuelven ‘sordas’ a la insulina, la hormona del páncreas que las estimula a comer azúcar. El azúcar se acumula en la sangre y daña las arterias y los órganos agravando el riesgo de infarto y enfermedades vasculares. Los nuevos fármacos trabajan al principio de este proceso, en donde la grasa se acumula, o provoca las primeras alteraciones del metabolismo. No son píldoras mágicas para adelgazar, ni para quitar el hambre. Tampoco son pastillas para el corazón ni para bajar colesterol o la tasa de azúcar.

Los nuevos fármacos que se ensayan tienen el objetivo de evitar las enfermedades derivadas del sobrepeso. El mayor argumento de la farmaindustria para que el sistema sanitario los financie es que se trata de enfermedades graves y de tratamientos muy costosos para el sistema. La prevención supone siempre un ahorro enorme de recursos, y no solo económicos.

Los mismos analistas que han visto estancarse las ventas mundiales del Xenical en unos 500 millones de dólares le auguran al Acomplia un futuro dorado de 3.000 ó 5.000 millones de dólares anuales.

El sector farmacéutico no se rige por las leyes habituales del mercado, el éxito de un nuevo fármaco depende de que la sanidad pública acceda a financiarla y de que los médicos lo receten.

Con las vacunas sucede algo similar. Una vacuna eficaz contra una enfermedad importante, constituye otro mercado amplio, estable y predecible. El sector privado ha tomado de nuevo la iniciativa en la vacunación, el campo fundamental de la medicina preventiva, en el que muchos gobiernos occidentales fracasan, arrastran inercias o ponen trabas desde hace décadas.

Grandes laboratorios como Glaxo, Merck, Sanofi, Novartis y Wyeth han empezado, por primera vez en 30 años, a invertir cientos de millones de dólares y a construir plantas de última tecnología dedicadas al desarrollo de vacunas: productos revolucionarios para prevenir la meningitis, el cáncer de cuello de útero, las infecciones por estreptococos, algunos tipos de diarreas y varias decenas de enfermedades más.

El panorama de la salud global se está modificando y las industrias farmacéuticas se adaptan para no desaprovechar el negocio.

Fuente:
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