Opinión Nacional

La oposición autista

Las posiciones políticas dependen de las diversas lecturas de la realidad. Octavio Paz decía que: “la ceguera biológica impide ver y la ceguera ideológica impide pensar”. En un sector de la oposición venezolana, el rechazo ideológico frente a Chávez es tan visceral que le impide pensar correctamente.

El resultado es el autismo político. La realidad no es la que es, sino la que se quiere que sea. En parte de la clase media, fundamentalmente caraqueña, persiste la convicción que la oposición es mayoría y que el referéndum se ganó. De nada vale recordarles que todas las encuestas, pagadas por la oposición, evidenciaban que en julio del 2004 se “cruzaron las líneas” y que Chávez ganaba.

Los amigos de la comunidad internacional se transforman en traidores o tontos útiles, porque nos dicen la verdad. La dura verdad es que, más allá del ventajismo y las ilegalidades en el registro y la cedulación, Chávez, entre julio 2003 y julio 2004, recuperó el favor de esa “Tercera Venezuela”, la que no es chavista ni antichavista y que votó por él en el 1998 y 2000 y se fue a la oposición en el 2001 y 2002.

La recuperó por el uso abusivo del chorro petrolero, pero también por los errores de la oposición, manejada más por ciertos medios que por los políticos. La oposición autista sigue hablándole sólo a la Venezuela antichavista dura, porque sigue creyendo que es la mayoría.

Cada día salen nuevos grupitos y grupúsculos, alrededor de respetables personalidades, que van a competir por el apoyo de esa minoritaria Venezuela antichavista. Oigo carcajadas en Miraflores. La oposición autista es abstencionista. La abstención podría ser efectiva sólo si existiese de verdad una mayoría de oposición unida. La oposición de la clase media urbana no entiende que, en el interior, para un joven talentoso, ser concejal o alcalde es una de las escasas vías de superación existentes y que a las elecciones no se va sólo para ganarlas, sino para movilizar bases y formar los necesarios líderes del futuro.

Lo fundamental es recuperar el apoyo de la “Tercera Venezuela”. Si se cambia la actual “correlación de fuerzas”, todo es posible. Para eso, la oposición debe ocuparse de las preocupaciones de esa Venezuela, básicamente: pobreza., empleo e inseguridad. En cambio de dividirse hay que multiplicarse y un efecto multiplicador poderoso sería la “refundición” de los partidos afines, tanto en el centro como en la izquierda democrática.

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