La prevención como arma contra el sida
La preocupación que causa el aumento del número de enfermos de sida en nuestro país debe servir para impulsar con decisión la batería de medidas necesarias para acotar la expansión de esta epidemia.
Conforme cifras oficiales, en sólo un año el número de personas afectadas aumentó un 15 por ciento: mientras en marzo de 1999 había 14.289 pacientes, ahora suman 16.259 y se estima que el número real, si se incluyeran los casos aún no declarados, llegaría a los 19.000.
Se calcula que del universo de 150.000 infectados, sólo un diez por ciento se atiende en los distintos sistemas de salud. Esto quiere decir que la gran mayoría de las personas llega a la consulta médica cuando ya desarrollaron la enfermedad y el tratamiento se hace más complejo.
Los estudios también indican una fuerte expansión del virus entre las mujeres. Se señala que, mientras al comienzo de la epidemia había una mujer infectada por cada 14 varones, hoy la proporción es una a 2,8 varones. Esto determina también el aumento de embarazadas seropositivas.
Que el 50 por ciento de las mujeres infectadas se haya contagiado por vía sexual muestra una de las aristas más serias de esta enfermedad cuyo principal antídoto conocido es la prevención.
La ausencia de políticas preventivas coherentes que caracterizó a la década pasada debe ser revertida. En primer lugar, porque es un deber humanitario ineludible evitar que la epidemia se siga expandiendo y cobrando vidas. Pero además, incluso resulta más racional, en términos económicos, prevenir que destinar recursos a los costosos tratamientos para contener la enfermedad ya declarada.
El Programa de las Naciones Unidas contra el sida (Onusida) se ha planteado como objetivo para el año 2000 involucrar a los varones en los esfuerzos contra el virus. Mientras las mujeres en el mundo entero se consideran más expuestas a contraerlo, ciertos conceptos de la masculinidad no contribuyen a la protección propia y ajena.
Como enfermedad de transmisión sexual, es fundamental contar con campañas educativas serias y claras sobre las formas adecuadas y eficaces de prevención, lo cual debe incluir información sobre el uso de preservativos.
De allí que sea de importancia crucial el lanzamiento, previsto para los próximos meses, de una campaña nacional con información focalizada de acuerdo a las características y vulnerabilidad de los distintos grupos sociales.
