La reforma constitucional del siglo XXI: El peligroso debate de Hayek y Marx
(%=Image(7473523,»L»)%) El mundo de hoy sigue debatiéndose arduamente entre capitalismo y socialismo- uno como el mejor sistema de producción de riqueza y el otro como un sistema de distribución más equitativo. Los teóricos serios socialistas como Teodoro Burczak, en su libro “El Socialismo después de Hayek” reconoce que, aunque es loable la iniciativa de distribución de la riqueza que plantea el socialismo; su modelo económico estaba totalmente desfasado. Estudiosos como Friedrich Hayek han demostrado la superioridad del libre mercado al establecer que en el orden social, el conocimiento económico es imperfecto y esta descentralizado entre los billones de individuos en el mundo. Debido a ello, ningún ente centralizado que opera fuera del mercado (Estado) es capaz de generar las decisiones económicas con la misma eficiencia y eficacia que lo hace el libre mercado de los precios- postulado opuesto al socialismo económico.
Difícilmente algún intelectual respetable cuestionara la superioridad del capitalismo frente al socialismo como método económico para la producción de riqueza. Esto no implica, por supuesto, que el capitalismo es el mejor sistema; ya desde el debacle de la bolsa en 1929, Keynes descubrió que el libre mercado no es autárquico a la hora de generar su propio balance y por lo tanto necesita de un ente supervisor en ciertas instancias. Esa fue la política del New Deal, que sacaría a EEUU de su abismo económico.
Hoy, vemos, una vez mas, los excesos creados en EEUU por romper con esa política y volver a hecatombe del capitalismo salvaje (que si existe) donde actores financieros como los Hedge Funds y bancos inversionistas, generan excesos de demanda en el mercado hipotecario “sub prime” pues revenden su deuda en el mercado secundario mediante acciones clasificables “promediando” falsamente su riesgo.. Como EEUU es un país que genera su economía por su capacidad de endeudarse, ha sido llamada una Economía Burbuja – altamente peligrosa y volátil, controlable solamente porque el mundo entero les presta dinero, dado que la economía de otros países depende del consumo Americano, vale decir, es un circulo vicioso del capitalismo.
Ahora bien, en Venezuela no podemos ser tan oligofrénicos como para querer implementar un sistema estadounidense, pero tampoco un sistema socialista-comunista en los términos Marxistas que quiere esta reforma donde Venezuela va directo a la quiebra de sus arcas. Al asumir el Estado la industria, esta harto probado, se encuentra asumiendo potenciales deudas por la incapacidad que tiene un solo estado de competir contra el mercado. Esas deudas son asumidas amparadas en la especulación de un precio alto del barril, pero incluso si Venezuela tuviese ese dinero (que no lo tendremos) porque debemos los Venezolanos financiar una industria nacionalizada mediocre en aras de una llamada Revolución, que no es mas que un falacia.
Al quebrar nuestra industria privada, Venezuela dependerá cada vez más del valor del petróleo, el cual, independientemente de cual sea su valor futuro, es un riesgo muy grande que podría sucumbir a Venezuela en los niveles económicos de una Etiopia.
El joven de hoy debe proponer un nuevo modelo económico criollo, basado en nuestras necesidades socio-culturales. Mirar al venezolano holisticamente y crear un sistema de distribución y producción adecuado- insertar al país en las bonanzas del libre mercado (adquisición de capital y libertad económica) y al mismo tiempo asumir con seriedad las herramientas del socialismo para una distribución más equitativa (programas sociales, salud y educación publica), fomentando el recurso natural más grande y valioso de la humanidad en cualquier tiempo- la inteligencia humana en sus múltiples formas . Ese debate no lo vemos y por eso en Venezuela esta ganando la pobreza, ese monstruo que no tiene partido, ni color, ni ojos, no se llama Chávez o oposición, pero afecta a todos- incluso a los ricos. Si existimos Venezolanos con un pensamiento fresco y avanzado, un pensamiento para sacar a Venezuela del fango institucional en que ha sido sumergida el ultimo cuarto de siglo. En ese pensamiento joven no proponemos revoluciones inmateriales ni democracias auspiciadas en la decadencia; sino un modelo de evolución nacional basados en la inteligencia nacional.
