Opinión Nacional

La renunicia del Presidente

Es ciertamente terrible la sensación de saberse ciudadano de un país cuyo Presidente, con la mayor irresponsabilidad da rienda suelta a sus ocurrencias mas desatinadas frente a las cámaras de televisión, en muchísimos casos en cadena nacional de radio y TV decide arbitrariamente la expropiación de bienes privados y ahora hasta públicos, en forma inmediata, sin que importe en lo más mínimo los trastornos que le cause a los propietarios, a los trabajadores, al Fisco Nacional y a la colectividad en general, habida cuenta de que la imagen de seriedad del gobierno es inexistente.

     Acabamos de ver cómo ridiculiza y humilla ministros y altos funcionarios, y al infeliz Alcalde de Caracas cómo lo ha puesto a fabricar mentira tras mentira para tratar de enmendarle la ya inenmendable plana a quien posee una enloquecida idea de lo que es gobernar.

    Los venezolanos estamos sometidos a los desvaríos de quien locamente se cree la reencarnación del Libertador mientras actúa como el más arrastrado de los vende patrias. La visita de Ramiro Valdés ha traído con él ese lúgubre rechinar de cadenas arrastradas en una mazmorra que se esconde detrás del loco deseo propósito chavista de aferrarse al poder por todos los medios.

     Ya muchos comienzan a darse cuenta que la salida del aire de RCTV internacional y la obscena operación de forzar la venta de Globovisión forma parte de la estrategia que prepara el gobierno para cuando explote la mega crisis que se espera entre marzo y mayo con el colapso eléctrico. Allí sabremos lo que es represión brutal, y no se quiere que las cámaras de televisión y las estaciones de radio puedan cubrir esos incidentes. A la prensa tratarán de amarrarla con el papel periódico y la violencia física contra los periodistas.

       Celebraremos el Bicentenario de la Independencia a oscuras, en las tinieblas. Mientras éste escenario se diseña fríamente, los “dueños” de la oposición sólo se ocupan en absurdas maniobras para apoderarse de las candidaturas a la Asamblea Nacional, creyendo que estamos en una normal etapa democrática de las del pasado, cuando Alfaro Ucero hacía gala de sus habilidades cogolléricas.

     En su ceguera no se dan cuenta que lo que viene es “llanto y rechinar de dientes”. Nunca en nuestra historia hemos estado tan huérfanos de liderazgo asertivo, y nunca cómo ahora se justifica tanto que pidamos a gritos la renuncia del Presidente.

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