Opinión Nacional

La sedienta oscuridad de la revolución indigente

Cuando una revolución deja de pensar y hacer en el bienestar del pueblo, en la salud del pueblo, en la educación del pueblo, en los servicios del pueblo, en la luz del pueblo, en el agua del pueblo, en la vivienda del pueblo, en la seguridad del pueblo, en las calles del pueblo, en la niñez del pueblo, en las tranquilidad de los ancianos, en la dignidad y protección  de la mujer, en la promoción y apoyo a los jóvenes, es decir, en todas las cosas que le dieron origen y razón de ser……….. se queda sin aliento y se convierte en una cómoda tiranía para quienes se “mantienen” en ella.

     La verdad es que si la revolución no está impregnada de elevados valores humanos en acción, la revolución no alza vuelo y se precipita rastrera en las profundidades oscuras de las bajezas  de la ruindad humana.

    Adoptar la teoría revolucionaria del líder único es la mas involucionaria forma de ser revolucionario.En realidad la revolución muere con el líder único, porque la revolución es innovadora por naturaleza, se refiere a un hecho inédito que cambia el curso de un sujeto social, para bien o para mal, pero que lo cambia definitivamente.Para que una revolución logre el ejercicio de sus postulados iniciales, requiere la constante renovación de su liderazgo.La renovación le es connatural, así es la revolución.Sin renovación , la revolución muere porque se queda sin combustible para cambiar.Le ocurre lo que al agua quieta, comienza el proceso de putrefacción y deterioro porque las bacterias se multiplican en sus inmóviles y quietas aguas. Prospera entonces la corrupción y los malos olores son insoportables, así la charca que se forma  tenga el nombre perfumado de “revolución”.

    El ser humano y la sociedad en la cual opera, no dejan de ser entes naturales, entes orgánicos. Cuando la revolución deja de entender su organicidad y somete su sistema circulatorio a las exigencias de un solo órgano, deja de atender a todos los demás.Deja de ser “democrática”. Atiende privilegios aislados del compromiso social. Y se encierra en si misma , en una suerte de autarquía “endógena”.Entonces , las acciones revolucionarias  dejan de hacerse por principios y comienzan a satisfacer a intereses cada vez mas personales y no sociales, cuya acumulación distorsiona absolutamente la naturaleza del espíritu revolucionario y lo vuelve contra sí.

   El capitalista revolucionario, es decir, el hombre que capitaliza  la revolución y que se enriquece de ella como jefe único,es acompañado por individuos que se aprovechan de su sombra de poder para tambien delinquir.El líder bizarro se presta al juego del protagonismo único y permite que los “suyos” tomen para sí  la “caza” de los otros.Pero cual lobo dominante, rasgará la presa primero, y los lobos lugartenientes velarán porque nadie pretenda arrebatarle su parte del botín , los órganos “blandos” de la presa.

      Es dificil entender como revoluciones como la francesa y la soviética, entre otras, dejaron de ser revoluciones cuando involucionaron para mantener tiranos únicos en el poder. Así ocurrió en el caso de Robespierre y de Stalin. En el primero la virtud ciudadana fue convertida en el terror y en el segundo la igualdad de los camaradas pasó a ser el controlado sistema de liderazgo del caudillo irremplazable.

      Pero un buen día, la biología le recuerda al líder único que  le llegó su vencimiento.

 

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