Opinión Nacional

La Venezuela socialista

Oyendo a Chávez hablar en tiempos de campaña electoral, alguien que no viva en este país  pudiera figurarse que en Venezuela abunda todo, y que no existe una escasez casi total de bienes y servicios en la generalidad de los rubros. Si vamos a una ferretería son pocas las cosas que conseguimos y las que se hallan son de mediocre calidad. Verbigracia las cabillas imprescindibles para la construcción no se ven desde hace tiempo, igual pasa con otros productos, obteniéndolos en apariciones “estacionales”.

Los remedios tampoco los hay y tenemos que conformarnos con los genéricos, o por unos parecidos que indique el farmaceuta; el suero bebible de demanda y utilidad vital tiene larga temporada ausente de anaqueles de las farmacias. Pero vemos y escuchamos la defensa oficial, comprometida a última hora en “resolver” lo que dejó de hacer en estos luengos años en que ha sojuzgado la “revolución”.

Y como la totalidad de medios de comunicación corresponden al gobierno o son aliados de él, Venezuela es el país donde las cosas “abundan”, y si no es así, es por culpa de la casi extinta industria privada. Perseguida ferozmente con impuestos, expropiaciones o saboteos laborales y regulaciones de precios. No encuentran que hacerle para terminar definitivamente con ella. Cualquier producto que compramos su precio lleva incluido mas de un 60% en impuestos que van a dar al régimen y todavía le están aplicando la ley de “precios justos”. Pero Chávez y su gente “quieren” mucho a este pueblo y se lo manifiestan redundantemente, dispuestos a sacrificarse por ellos, prometiéndoles en forma gratuita tanto bienes como servicios inexistentes.

Los representantes oficiales dicen que este año no habrá cortes de luz, que nunca corresponderían haber sucedido; hay que hacerle un seguimiento a este compromiso para demandar a la empresa que presta el servicio cada vez que se vaya la luz. Y así debería aplicársele a todo, no esperando erradamente como si hubiese la esperanza de que las circunstancias vayan a cambiar con este gobierno succionador de libertades. El horizonte se abre para los venezolanos, y habrá que iniciar una revisión a fondo, convocando una constituyente para devolverle a los poderes su autonomía y legitimidad. Con un gobierno provisional que siente las bases para restaurar la democracia.

La unidad militante debe sustentarse en función de estos dos objetivos. La salida electoral no se vislumbra como una alternativa tradicional entre partidos, equivalentemente a cuando había alternabilidad en el poder. Lo cardinal es recuperar ese poder y las instituciones para empezar la reconstrucción de Venezuela. La oportunidad está en el ambiente y la decisión estará en cada uno de nosotros.

No estamos optando a ganar o a perder determinada tolda política, nos jugamos la patria, sus valores. Los ensayos en dictadura no existen. Sólo la democracia provee el oxigeno para que seamos libres, contrariamente al comunismo la peor plaga subyacente desde 1848 cuando aparece el “Manifiesto Comunista” turbando naciones.

O los venezolanos reaccionamos en esta oportunidad viéndonos cercados por calamidades como la escasez e inseguridad, o seremos abatidos por un comunismo que no sabremos, para surgir de él, cuál será su rumbo final ni sus consecuencias. Florecerá precisamente un esfuerzo superior para que nazca la nueva Venezuela y como dijimos la responsabilidad es individual.

Seguir obturándonos los oídos o creyendo en las chácharas oficialistas nos conducirán al abismo. Llegó la hora de enrostrar a los enemigos de la democracia y estamos a tiempo de hacerlo. La unidad en la disidencia tendrá la posibilidad de recuperar la Venezuela derrochada y oprimida.

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