La victoriosa “derrota” del chavismo
Luego de las elecciones regionales, entramos en las celebraciones y promesas de los ganadores, las lamentaciones y justificaciones de los perdedores y el análisis sobre los resultados obtenidos. Algo desconcertante que se observa de parte del chavismo, es el de analizar cuantitativamente los resultados, olvidándose del enfoque cualitativo y político, que rigurosamente debe considerarse, en un análisis serio y profesional de este tipo.
El general Mueller Rojas destaca, con evidente mal intensión, un 10% de diferencia absoluta en votación a favor del chavismo, supuestamente, con la preconcebida idea de ir abonando el terreno para justificar un plebiscito, con el que se pretende aprobar el socialismo, la centralización y la elección presidencial indefinida en Venezuela. Ignoran ellos, que esos votos atribuidos al chavismo, no son en su totalidad del PSUV, sino que pertenecen también a simpatizantes e independientes que votaron por sus candidatos preferidos. El análisis compara los resultados regionales con los resultados nacionales de un plebiscito, lo cual es un análisis limitado, erróneo y sesgado. Algo así como comparar peras con manzanas.
Ganar 17 gobernaciones de las 20 que poseían, no puede ser calificado como una victoria determinante y esplendorosa, puesto que en resumen, perdieron la alcaldía mayor y 3 de las gobernaciones, muy importantes que poseían, por cierto, sin contar con la de Lara a cuyo candidato disidente tuvieron que apoyar a última hora con desgano, convencidos de que la perderían sino lo hacían. Eso sin contar con algunas gobernaciones perdidas por la oposición, por pequeños márgenes de diferencia (Anzoátegui, Barinas y Bolívar), debido a la desunión y proliferación de candidaturas sin chance del sector demócrata.
Es importante destacar, los titánicos esfuerzos, los abusos de poder e inversiones y compras de conciencia, que realizo el chavismo durante la campaña electoral, lo que representa un altísimo costo, para tan cuestionada victoria. Por tales razones, no dudo en calificarla como una “victoriosa derrota”, o “victoria pírrica”, dado el gran costo y sacrifico hecho, y lo que ésta significa para las acciones políticas futuras. Este análisis seguramente lo hizo el militante común del PSUV, quién posiblemente llegó a la misma conclusión, a la cual hemos llegado otros. De allí las caras largas vistas por la televisión y la moderación en la celebración, lo que demuestra una vez más, que el pueblo está por encima de sus líderes.
Sin duda alguna, que el sector demócrata del país, aún perdiendo – desde el punto de vista cuantitativo – salió muy fortalecido al ganar la alcaldía Mayor, la alcaldía de Sucre y 5 gobernaciones importantes con mayor numero de habitantes, ubicadas en los centros neurálgicos de la economía y del poder central en Venezuela, que le permitirá tener mayor presencia en los centros de decisiones del país y disponer de mejores oportunidades para las luchas políticas planteadas, como lo son: la lucha por el mantenimiento y fortalecimiento de la descentralización, la lucha por la nulidad de las 26 leyes habilitantes, y la lucha contra la reelección indefinida, consideradas inconstitucionales e ilegales. En consecuencia, esa derrota numérica sufrida por la oposición, puede considerarse como una “derrota victoriosa”.
Finalizo con un pensamiento del escritor, periodista, y dramaturgo portugués José Saramago, quién por su inmensa obra literaria, y humanista, no exenta de polémica, le fue asignado el Premio Nobel de literatura en 1998. La Academia Sueca destacó su capacidad para “volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía”. Por cierto, José Saramago es de ideología izquierdista y creo que es o fue, miembro del partido comunista de Portugal. Como hombre público, ha mantenido una postura ética, estética y de principios indiscutibles. Cito sic:
“La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.José Saramago”
