Opinión Nacional

Las malas juntas

Cuando Pedro Miguel Gomárez se lanzó de lleno a la revolución su apellido cambió. Ya no era el buen muchacho con la cabeza mareada de ideas igualitarias por demás justificadas, cuyas oportunidades en la vida eran limitadas. Ahora es el Coronel Pedro Miguel Candela, grado obtenido a punta de quemar haciendas y permitir que sus hombres saquearan las casas de los oligarcas, violaran a sus mujeres y ejecutaran a aquellos que cometían el delito de saber leer y escribir. Creía Pedro Miguel que coger el monte, destruir lo que hasta ese momento tenía Venezuela de civilizado era el principio de una nueva sociedad. Pero en el fragor de la montonera, entre los vapores de la quemazón, vio a su lado al capataz Mindonga, un negro maluco como satán, y a sus compañeros de gesta: mercenarios jineteando el saqueo, lacras que disfrutaban la desgracia ajena, delincuentes que la revolución cobijaba a cambio de sus servicios, lumpen extraído de las entrañas de los infiernos. Allí Pedro Miguel comprendió con horror que él actuaba igual a ellos, que persiguiendo un fin había escogido la peor senda y que un fin es loable en la medida en que los medios utilizados también lo sean.

Esta historia, “Pobre Negro”, fue escrita por Rómulo Gallegos, en la primera mitad del siglo XX y su vigencia es indiscutible cuando ante nuestros ojos pasa una revolución que comenzó como todas: una gran marejada de las más disímiles personalidades políticas, revueltas con gente de toda ralea, que persiguen el fin supremo de la igualdad social. Poco a poco, esta revolución se ha ido decantando y de ella se han separado sus más ilustres fichas: Olavarría, Combellas, Escarrá, Armas, Puchi, Mayz Vallenilla, Miquilena, los compañeros comandantes del 4-F. El músculo de ese movimiento, representado por el poder económico, pronto se dio cuenta que la revolución no era para hacer más ricos sino para ser más pobres; profesores, periodistas, abogados, militares, sacerdotes, todos agredidos, iniciaron la migración hacia la acera de enfrente.

Quedaron los revolucionarios cuyo sino lamentablemente es la violencia, la falta de cultura democrática, la ausencia total de modales y talante convivente. Se quedaron Diosdado, Rangel, Lara, Chacón, Maduro, Flores, Varela, Tarek. Si alguna vez ellos tuvieron la sana intención de revolucionar Venezuela para mejorarla, la compañía que escogieron convirtió su “proceso” en un acto delincuencial, protagonizado por gente que no sabe sino actuar al margen de la ley, gente que camina demasiado cerca del delito y que lleva a los revolucionarios a adoptar conductas semejantes. Nada puede presagiar un buen final cuando es Freddy Bernal la autoridad, cuando Lina Ron comanda, cuando la Manuitt reina, cuando Tascón graba, cuando García miente, cuando el jefe máximo ordena desde su tribuna “pulverizar al enemigo” y da carta blanca al no decir cómo. Esta libre interpretación ha permitido la vandalización del país. Y todos los revolucionarios cuando salen o son echados, dicen que si hablan “el régimen se cae”. Lo cual indica dos cosas: que la revolución está corrompida hasta las tripas y que todos son cómplices de los delitos cometidos y silenciados.

La unión de Ismael García con Carrasquero, de Velazquez Alvaray con García Carneiro, de Jorge Rodríguez con Chávez sólo puede ser calificada de “relaciones peligrosas”. En un país donde el “héroe de Puente Llaguno” Richard Peñalver es presidente de un jurado para premiar a periodistas, en un país donde cualquiera puede escoger a los Magistrados del Tribunal Supremo, en un país donde el triunvirato oficialista del CNE recibe lineamientos de un comando llamado Maisanta (que representa el abigeato, el saqueo, el atraso rural del siglo XIX), hay un caos que hace imposible la gobernabilidad. Esto lo saben los venezolanos que quieren separar al delincuente de la autoridad, al político del guerrillero. El proyecto chavista implosiona, los delincuentes están hablando. Por eso ganará el SI el 15 de agosto. Como siempre ha ocurrido en la historia de Venezuela, las malas juntas han acabado con las revoluciones.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba