Opinión Nacional

Las mentiras de Chávez

Hay rasgos que definen a la gente, a los líderes, a los procesos. Hugo Chávez tiene muchos rasgos distintivos, entre los que podrá amos se alar el autoritarismo, la arbitrariedad o la soberbia; sin embargo, queremos aludir, a propósito del 20 aniversario del llamado Caracazo: *El uso sistemático de la mentira y el regodeo simbólico en que naufragan sus delirios picos.*

El colmo de la mentira es el cinismo con que se la pronuncia. Y aunque es práctica habitual del megalmano apelar a ella a cada instante, resulta inaceptable, por los cientos de muertos y heridos, por los profundos traumas sembrados en la *psique* colectiva, por las repercusiones sociales y políticas derivadas del referido hecho; que luego de diez a os en el gobierno el presidente concluya en que es necesario descorrer el manto de impunidad que cubre estos sucesos y demandar que resplandezca la verdad y la justicia. Más allá de las indemnizaciones hechas a un reducido n mero de familiares de las v victimas, que no alivian el dolor ni suplen la ausencia de los asesinados, resulta un cinismo de marca mayor arribar a semejante conclusión, teniendo en sus manos todos los hilos que mueven las marionetas del Tribunal Supremo de Justicia, de la Fiscal a General de la República, los tribunales del país y la Defensor a del Pueblo.

No se trata s lo de que estamos ante un mentiroso contumaz. Se trata de que una investigación seria pasar a por precisar dónde estaba, durante aquellos d as aciagos, buena parte de los milicos que hoy gobiernan con Hugo Chávez. Estamos seguros de que unos cuantos prohombres de la revolución bolivariana resultar han responsables. Chávez lo sabe. De allí su teatro.

Para derramar sus l grimas de cocodrilo Hugo Chávez se puso el uniforme de campaña Craso error! Tal vez confundió la revuelta del 27F con la asonada del 4 de febrero. Sus delirios picos y su embriaguez recurrente en la simbología del poder, le hicieron olvidar de qué lado de la historia se alinearon los militares en aquella ocasión. Ayudándonoslo a hacer memoria: las políticas fueron presas de la perplejidad, sucumbieron rebasadas por la muchedumbre y terminaron plegadas al disturbio. La Guardia Nacional, siempre más sanguinaria, desplegó toda su sabía represiva pero fue insuficiente para controlar el tumulto. Llegó la hora de la Fuerza Armada. Su colega Carlos Andrés Pérez decretó la suspensión de garantías, se impuso el toque de queda y el pasado quedó al mando de los hombres de uniforme como el que usted exhibió en los actos conmemorativos del Caracazo. Es sabido que la mayor mortandad se produjo de la mano de los militares y bajo el imperio del Estado de excepción, arrojada por la boca de los fusiles de la patria Donde escondió usted sus manos mientras pronunciaba su discurso hipócrita?
Dónde los García Carneiro o los Ramón Carrizales?

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