Opinión Nacional

Las morochas y la representación proporcional

En estos últimos días, a propósito de las denominadas “morochas” y de la decisión del Tribunal Supremo, los medios de comunicación han llenado sus espacios tratando el tema.

Nos hemos enterado que el primero en utilizarlas fue el ex gobernador de Yaracuy, luego se propagó ese flagelo antidemocrático a todas las circunscripciones electorales, al punto que oficialistas y opositores las empleaban.

Al principio no lográbamos entender la perversidad de las “morochas”; quienes sí lo entendían, y muy bien, eran quienes las manipulaban…; escuálidos y chavistas.

La cuestión, desde luego, la hacían y la siguen haciendo, para burlar un derecho constitucional, el cual consiste en otorgar proporcionalmente los cargos de acuerdo al número de votos que obtenga cada una de las agrupaciones políticas.

Para entender un poco de que se trata el engaño de las “morochas”, tenemos primero que tener un criterio de lo que es un sistema electoral, entendiéndose por tal, el mecanismo mediante el cual se transforman los votos en cargos.

Hay diversas clasificaciones de los sistemas electorales. Existen los sistemas “mayoritarios” y los sistemas “proporcionales”. En algunos países, como el nuestro, los combinan, originándose los denominados sistemas mixtos.

¿Cuál es la diferencia entre el mayoritario y el proporcional?, pues, simple y llanamente que en el “mayoritario” las mayorías aplastan a las minorías. Para que las minorías no resultaren tan abatidas, diversos países le han agregado al sistema mayoritario, una doble vuelta, esto es, que si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta de los votos, se va a una segunda vuelta entre los dos más votados. Es lo que se conoce con el nombre de “ballotage” con la finalidad de conferirle mayor legitimidad al ganador, pues en la segunda vuelta quienes no lograron que sus candidatos triunfaran, tienen ahora la oportunidad de votar entre dos opciones.

En cuanto al sistema proporcional, en él se garantiza que se distribuyan los escaños proporcionalmente a los votos que obtenga cada una de las agrupaciones políticas. ¿Para qué?: lo que se intenta con este sistema es que, por ejemplo, la Asamblea Nacional sea un reflejo de la composición del país: Chavistas, opositores, independientes, indígenas, etc deben estar representados y en la misma proporción. Esto último es lo que garantiza la Constitución del 99, o sea, la representación proporcional es un derecho constitucionalizado; no como lo quiso hacer ver la Sala Constitucional del TSJ con la sentencia del 27 de octubre de 2005, que en uno de sus apartes nos dice que “..la Constitución no califica minorías ni mayorías…” (sic); eso es verdad, pero de lo que no podemos dudar en ningún momento es que nos está garantizando algo superior que es ¡la proporcionalidad en general! donde lógicamente están incluidas las minorías.

Volvamos con las morochas. En Venezuela se combinan el sistema mayoritario y el sistema proporcional. En efecto nuestro país está dividido en circunscripciones electorales y estas a su vez en circuitos electorales. En cada una de las circunscripciones se elegirán un determinado número de diputados (sigamos desarrollando el punto de la Asamblea Nacional) el 40% a través de listas (planchas) y el 60% nominalmente en los circuitos. ¿Qué ocurre con el sistema venezolano?, ¿cómo se asignan los cargos? Cada partido o agrupación puede postular a sus candidatos en lista y nominalmente, con la salvedad de que si los candidatos de un mismo partido ganan, por ejemplo, en el estado Carabobo que se eligen 10 diputados, tres escaños por circuito (nominalmente) y a la vez obtiene cuatro diputados en la lista, nuestro sistema ordena restarle a la lista tres cargos adjudicándosele sólo uno por lista y tres por circuito (nominales); para un total de cuatro diputados en lugar de siete. Con las “morochas” las agrupaciones políticas postulan por lista y a través del fraude, se valen de la agrupación “morocha” para que estas postulen por circuitos con la finalidad que los ganadores de los circuitos no sean restados de la lista, pues supuestamente se trata de dos partidos distintos.

No debemos tener dudas entonces, que las “morochas” violentan un derecho constitucional, el de la proporcionalidad, pero quizá el mejor antídoto no es a través de una ley o de una sentencia, ese mal solo puede ser corregido en la medida que los partidos… todos, oficialistas y opositores entiendan de una vez por todas que todos los sectores de la población también tienen derecho.

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