Opinión Nacional

Liderazgo, Sociedad Civil y Participación Política

No pretendo hacer un análisis académico o conceptual de estos términos. Me interesa ubicarme frente a ellos con la mentalidad del ciudadano común e invitar a todos a una reflexión práctica sobre los mismos.

Desde la aprobación de la Constitución Bolivariana y la designación de los poderes públicos del país (Fiscal, Contralor, Poder legislativo, Tribunal Supremo, CNE, Poder Ciudadano, etc. ) en violación de lo establecido por la propia constitución, el tema de una nueva hegemonía ha estado en discusión. Recientemente esto ha sido expresado de manera muy clara por varios de los voceros más calificados del régimen.

El proyecto hegemónico

Se trata, según ellos mismos lo han dicho, de una sustitución del grupo hegemónico en el poder. Chavez resulto electo con mas del 50% de los votos, pero sin mayoría en el Congreso, Gobernaciones Alcaldías, sin Contralor, ni fiscal, ni mayoría en la Corte, había –según ellos dicen- un desequilibrio entre voluntad popular e instituciones; el líder del país, alegan, estaba acorralado por las instituciones del antiguo régimen. “… un grupo de dirigentes reclama la orientación ética y política de un proceso y en ese reclamo lo acompaña una gran mayoría de la sociedad. Nosotros llevamos en este momento la orientación ética y política del proceso. Lo compartan o no otros. Lo que hay que hacer es integrar a todos los venezolanos al proyecto y por eso damos un marco institucional no excluyente ni sectario… son procesos de aprendizaje y estás convencido de que tu proyecto es justo y hay que defenderlo. Tenemos que defender lo que tres millones y medio de venezolanos han expresado en estas cuatro elecciones. Ahora, en eso siempre está presente el peligro de la discrecionalidad, autoritarismo, soberbia, y para eso está la Constitución que da herramientas para controlar el poder”. (Elias Jaua, El Universal, 5 de junio de 2000)

Después vino el disparo con rifle, de más largo alcance y sutileza: el de Isaias Rodríguez, que dice mas claramente lo que ya dijo Jaua: “Lo que está en juego no es recomponer el viejo orden social sino rehacerlo, reconstruirlo, refundarlo y definirlo a la luz de nuevas relaciones de poder.” La intención de Rodríguez es clara, tras un lenguaje y una pocas frases que cualquiera de nosotros podría suscribir, se oculta la verdadera intención de su mensaje: impedir el surgimiento de cualquier expresión o representación de la sociedad civil que no puedan controlar o dominar; la siguiente frase es muy elocuente en ese sentido:

“Es necesario que las mayorías tengan las mismas oportunidades que los grupos que dicen representarlas. Me refiero a las oportunidades para que los excluidos y relegados expresen sus opiniones. Son ellos quienes han propuesto la ruptura histórica que propicia la nueva institucionalidad y son ellos quienes han instado a la sustitución de las viejas formas políticas.

Nos preocupa que una sociedad de doctos y académicos, de ilustrados, de
intelectuales, de espíritus puros con verdades hechas, construidas con base a
intereses propios y a la ideología que se quiere sustituir, pretenda, con una
visión parcial de la sociedad, representar a esa mayoría para, con base a sus
verdades, detener los cambios o retardar el proceso.” (El Universal, 8 de junio de 2000)

Pero necesitan la imagen. Necesitan mostrarle al mundo varios millones de votos que respalden todo eso; necesitan una Asamblea Nacional, que legitime “el dedo”; que les cree, ante el mundo, el marco legal que sustentara su poder hegemónico. Así que, en el estricto sentido del fatalismo de algunos, tontos útiles somos todos, porque todos a fin de cuentas les hacemos el juego, dado que probablemente nada va a cambiar y todos estaríamos contribuyendo a legitimar esta gran farsa.

(“No importa lo que uno haga, siempre favorecerá a Chavez… Tiene a su favor
que concentra en un solo bando toda la energía del grupo y controla
férreamente los lineamientos y posiciones importantes. Le atribuyo,
inclusive, las disidencias porque me lucen como provocadas… siento que la desesperanza me invade y que estamos condenados a un fatal destino chavista por los próximos años…” Mensaje de Henry Cabello de la Red de Veedores el 9-6-2000).

El nuevo liderazgo

La única manera de enfrentarse a esto es mediante un liderazgo o una organización que pueda nuclear y articular a su alrededor otros intereses y desgraciadamente nada de eso lo tenemos; pero más grave aun, tenemos en nuestra cultura política y valores enraizados una serie de vicios, entre ellos una mentalidad autoritaria y caudillesca.

Un ejemplo de esto es la institución o tradición de la Designación a Dedo; el tema del “dedo designador”, no solo ha estado en la palestra de discusión como un vicio de nuestros partidos políticos, sino que es algo muy profundamente arraigado y forma parte de la mentalidad autoritaria y caudillesca del venezolano común.

El “dedo” de Miquilena, no se diferencia en nada al dedo de Alfaro, o al de Caldera. Respecto a este último, algunos han olvidado que el sempi eterno candidato verde y Presidente en dos ocasiones, también fue durante muchos años Secretario General de Copei, en donde se sintió con fuerza el poder y sutileza de su “dedo”. Que lo digan sino tantos “astronautas”, y sin ir más lejos el propio Vivas Teran, Secretario General de la JRC que, por haber osado criticar al Secretario General Caldera, fue defenestrado solo días antes de las elecciones en la UCV y frustrado como primer candidato copeyano con opción a ganar la FCU.

Por más que coexista con su tendencia contraria, el espíritu o la mentalidad democrática, hay una suerte de integración dialéctica Hegeliana cuya síntesis no nos deparará nada provechoso. En aras de la “eficacia” política, disfrazada de estrategia necesaria, surge la justificación ética para ser como ellos; para resolver las cosas a “dedazos”.

Contra esta tendencia, expresión de la mentalidad caudillesca y poco democrática del Venezolano, lo único que se nos ha ocurrido para oponernos al indiscutible liderazgo del actual Presidente de La República, máximo líder y “dedo” del proyecto revolucionario, es proceder de la misma manera. La designación a “dedo” que se expresa en los partidos políticos, en el Estado, en toda la sociedad, también lo hace en las organizaciones de la llamada “sociedad civil”.

En esta última, obviamente no es el “dedo” del Secretario General o Presidente del Partido; pero es el dedo de Monseñor Tal, el Padre Cual, el Hermano o la Hermana equis o el más sutil “dedo” del Asesor de Imagen. Este dedo decide quienes son los “lideres” o “voceros autorizados” del sector; quien contará con recursos y apoyo y quien no.

Al líder autoritario, expresión de la sociedad en que vivimos, le queremos oponer uno de la misma raigambre; y nos desesperamos si no aparece a tiempo. En épocas de crisis buscamos al líder equivocado. Buscamos a alguien con las respuestas en el bolsillo, con decisiones, fuerza y un claro y distinto mapa del futuro; alguien que nos diga de manera clara a donde ir y que convierta en simples algunos de los duros problemas que confrontamos. Este es un estilo de liderazgo, producto de la imagen que el venezolano tiene de la sociedad en la que vive, es un líder que nos fuerza a seguir su visión. La influencia es su marca distintiva.

Yo rechazo ese liderazgo. Ese es el liderazgo del “dedo”. El mismo de Miqilena, el de Alfaro, el de Caldera, el de Monseñor, el del Padre, o el del Asesor de Imagen. No hay ninguna diferencia. Ese es el líder que negocia con componendas, contando y midiendo fuerzas, un día es derrotado, y el otro gana y se toma la revancha. No importan las causas ni los objetivos, lo que importa es la eficacia del poder.

Reivindico otro estilo de liderazgo; el del líder que reta, y así obliga y moviliza a una comunidad a confrontar sus problemas; un líder que mida su éxito en el progreso que alcanza una determinada comunidad en la resolución de sus problemas. Un liderazgo que interactua, que influencia y se deja influenciar por la comunidad en la que esta inserto. Un líder que se define más por la actividad que desarrolla, que por su posición en la estructura social u organizativa que detenta. Ese líder negocia consciente de que hay múltiples intereses en juego y que todos deben ser atendidos, pero que no cae en la componenda y en el arreglo para mantener su cuota de poder.

La tarea del momento es encontrar esos lideres y formarlos sólidamente, no encontrar simplemente alguien a quien seguir para que nos libre de lo que estamos rechazando.

La actividad política

La tarea del momento es una tarea de largo plazo. Es fortalecer la democracia interna de los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil. Es crear y tomar espacios para la participación. Es una labor política, pues se corona con la toma del poder, pero con una mentalidad diferente.

Es también una tarea que requiere inversión de recursos y de dinero; para generar riqueza y democratizar estructuras de capital que acaben con la pobreza. Es una inversión en educación y formación de valores al logro. De crear mentalidad de competencia que entienda que estamos en un mundo de intereses diversos que se deben conciliar y no aplastar. Es una tarea de tiempo para luchar contra la mentalidad autoritaria y caudillesca inserta en nuestros partidos políticos y organizaciones sociales.

Esas son las tareas de los tiempos, son tareas políticas y se manifiestan de muchas maneras. Cuando los representantes de la “sociedad civil” se sientan en la Mesa de Dialogo con el Congresillo para decidir los nombres que integraran el CNE, están actuando políticamente. Cuando los ciudadanos se organizan para Observar el proceso electoral y garantizar un juego limpio, están actuando políticamente. Cuando la sociedad civil decide integrar una mesa de negociación para controlar el proceso electoral, esta actuando políticamente. Cuando integrantes de la sociedad civil se reúnen con los partidos políticos para discutir propuestas sobre la forma de conducir más eficazmente las elecciones, están actuando políticamente. Cuando los representantes de la sociedad civil hacen propuestas acerca de la constitución, el sistema jurídico, la política económica, la forma de organizar las elecciones, están actuando políticamente.

Algunos piensan que para actuar políticamente es necesario tener en la frente, o en la nalga, la marca de un partido o un grupo de electores; o declarar a los cuatro vientos: ¡Epa, estoy actuando políticamente! ; o aspirar a un cargo de representación y salir a buscar votos; o entrar en componendas y alianzas para lograr apoyos circunstanciales. Esa es una estrecha concepción de la política.

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