Los días finales
El 15 de agosto ha sido escogido para celebrar el revocatorio presidencial. Lo resolvió el Consejo Nacional Electoral y, a regañadientes, lo aceptó la oposición. Sin embargo aún no se han llenado los extremos formales para hacer irreversible una resolución que debería estar publicada en la Gaceta Oficial. Esta omisión despierta nuevos recelos en un ambiente de sospecha colectiva. Pero lo cierto es que llegamos al final. Se acabaron tiempo y espacio para las maniobras dilatorias y deformantes del oficialismo. De tanto poner trampas en todas partes y a todo el mundo, no se dieron cuenta de las trampas que construyeron a su alrededor. Cayeron en ellas. El Presidente está prisionero de sí mismo. No tiene escape. Cualquier cosa que intente para evitar el desenlace puede dificultar las cosas, nunca impedirlas. Depende de la capacidad opositora para rematar esta faena larga y dura.
El trecho que falta es corto pero peligroso. Cantar victoria antes de tiempo es infantil. Hugo Chávez avanza y retrocede. Trata de disimular su responsabilidad por la destrucción material, económica, ética, social y política de la nación, pero ya no puede. Hipocresía, arrogancia, cinismo, disimulo, corrupción e incompetencia máxima quedan a la vista del más desprevenido ciudadano con los hechos de la vida diaria. La sola situación deplorable del Lago de Maracaibo, sería más que suficiente en cualquier parte del mundo para liquidar a un gobierno alejado de sus funciones específicas. Puede provocar y fracasará igual, pero aún está en condiciones de hacer más daño del que ha hecho. Por eso es irreversible la decisión popular de revocarlo. Nada detendrá a los millones de venezolanos que esperan ansiosos el día definitivo. Esa voluntad general de la nación, tantas veces expresada de diversas maneras en los últimos tres años, se concretará constitucionalmente en la jornada del 15 de agosto próximo. El régimen será liquidado y, serenamente, se iniciará la reconstrucción nacional. No tengo la menor duda sobre el futuro de Venezuela. Se levantará rápido bajo la dirección de hombres sabios y justos quienes, con el apoyo de todos y por el solo hecho de estar, de tener objetivos claros y coraje para enfrentar la posible resaca, le darán seriedad y trascendencia a la acción.
Para esta etapa es indispensable la observación internacional. La votación será masiva, pero tienen que servir de facilitadores para garantizar el respeto a los resultados y el logro de acuerdos mínimos para una transición difícil. Eso en lo electoral inmediato. Para lo demás serán tanto o más importantes. Venezuela tiene que acelerar su incorporación plena a la comunidad internacional e integrarse, con mucha fuerza, a las nuevas realidades continentales y mundiales que hacen la diferencia entre el progreso, el estancamiento y el retroceso de los pueblos. Tenemos más de una década de atraso. No es tiempo precisamente lo que nos sobra. El país tiene con qué y con quienes.
