Opinión Nacional

Los empresarios latinoamericanos en el Tercer Milenio

Los nuevos empresarios tienen las mismas metas de sus antecesores aunque actuando en un mundo más complejo y cambiante.¿En qué se diferencian entonces los viejos y nuevos empresarios? En que estos últimos tienen la oportunidad, y el gran desafío, de contribuir a cambiar a sus sociedades y no sólo a sus empresas.

Por muchos años la mayoría de los grandes empresarios latinoamericanos surgieron del seno de grupos familiares influyentes -o al amparo de gobiernos que les prestaron apoyo estatal para el financiamiento preferencial de sus negocios, protección arancelaria para sus industrias, y contratos atractivos con el Estado. Las famosas coimas o comisiones crearon también una nueva clase, la de «hommes de affaires» como llaman los franceses a quienes utilizando estas modalidades, y bajo la complicidad gubernamental, crearon fortunas desarrollando actividades altamente protegidas y privilegiadas, toda una pésima escuela y cultura para promover talentos, cualidades y virtudes indispensables para poder competir en los tiempos actuales. Las consecuencias de tales practicas se tradujeron en bajos niveles de desarrollo, de competitividad y de eficiencia con una clase empresarial generalmente cerrada y renuente al cambio. Parecería difícil de creer, pero un numero muy importante de empresarios se sentían -y muchos aún se sienten- más cómodos trabajando bajo sistemas económicos de alta intervención estatal, que bajo sistemas de economía de mercado.¿Y la razón?. Porque sin duda era más sencillo comprar favores que competir con calidad y precios en mercados abiertos.

Por consideraciones como esta, la modernización y liberalización económica de los ochenta se convirtió en una verdadera pesadilla para muchos empresarios que la adversaron con todos los medios a su alcance.Venezuela, en 1989 fue un lamentable ejemplo de esta colisión entre «aggiornamento» de la economía y la decadencia de los conceptos empresariales. Los empresarios dominantes hoy en la región surgieron en circunstancias muy diferentes aunque son pocos los que escapan a la critica de haber sido favorecidos por determinados gobernantes. Estas consideraciones influyeron en gran medida para que el talento de muchos latinoamericanos se restringiera al mundo de los negocios y no se arriesgara a participar en el servicio publico. Las consecuencias de esta automarginación fue que dejaron el campo abierto a otros con menor preparación y competencia que llenaron el vacío y tomaron el liderazgo no sólo político, sino también económico por el modelo de desarrollo que escogieron y por los valores que impusieron a las sociedades; entre ellos el prejuicio en la valoración negativa sobre los empresarios, irónicamente por ser creadores de riqueza.

Esta especie de cisma entre la empresa privada y el sector publico explica en buena medida por qué la experiencia latinoamericana contrasta significativamente con la de países asiáticos más exitosos, donde sus gobiernos -a diferencia de la mayoría de los países de América Latina- entendieron la importancia de atraer a la gente de mayor talento para crear burocracias altamente capacitadas que les permitieran impulsar niveles de desarrollo y de progreso superiores a los nuestros. No seria arriesgado concluir que sin este fortalecimiento de los mecanismos de sus Estados los empresarios asiáticos no hubiesen alcanzado tales niveles, y que por lo tanto, mientras el mejoramiento de las instituciones publicas de América Latina no se logre, sus empresarios estarán en desventaja en la confrontación económica global.

Un cambio reciente y de consecuencias importantes lo representa el hecho de la vertiginosa evolución de conglomerados familiares a organizaciones profesionales ágiles y de calibre internacional. No hay duda de que estos cambios han sido estimulados por el colapso de empresas familiares que no supieron, o no quisieron buscar. fuera de su entorno a los gerentes con las calificaciones adecuadas a los nuevos tiempos que estamos viviendo.Otro hecho significativo es que los espacios nacionales le están quedando pequeños a muchos nuevos empresarios de América Latina. Incluso hasta el espacio regional. Para ilustrar esta aseveración basta con citar los siguientes casos: un joven empresario venezolano, Claudio Osorio, opera y controla desde Europa una de las compañías más grandes de venta de computadores del mundo con 10 billones de ventas anuales. Su empresa forma parte de las 500 de Fortune. Otros -Gustavo y Oswaldo Cisneros- que surgieron de grupos familiares poderosos han crecido en dimensiones que sus padres jamas hubiesen imaginado y en sectores de la más alta competencia y complejidad tecnológica: Gustavo es socio de América On Line para América Latina y Oswaldo de BellSouth en Venezuela y otros países. Alvaro Saieh, un antiguo Decano de Economía de la Universidad de Chile convertido ahora en un empresario multinacional en el campo de la banca, de los seguros y de los fondos de pensión en siete países de la región, no surge de un grupo familiar, sino más bien del entorno académico desde donde advirtió las falencias y las oportunidades del sector de las finanzas privadas en Chile donde sus negocios siguen expandiéndose en toda América Latina. Juan Navarro, empresario argentino que maneja el Grupo Exxell, uno de los fondos de inversiones privadas más grande y exitoso de América Latina surge también fuera de un grupo familiar y se forma en la escuela de la banca internacional. Eugenio Espuelas, otro joven suramericano del Uruguay proveniente de los cuadros de ATT, ha creado el Portal de Internet StarMedia , el más exitoso del mundo hispano con socios como Chase, Henry Kravis, David Rockefeller, el Morgan Bank.

¿Qué cualidades tienen en común estos empresarios? Primero una formación académica en los Estados Unidos, segundo una experiencia de trabajo con empresas multinacionales, y tercero un sentido de la oportunidad fuera de lo común unido a un conocimiento también fuera de lo común de la región donde despliegan sus esfuerzos y sus recursos. Las elites técnicas y gerenciales de Latinoamérica asociadas a las empresas privadas representan un capital excepcional por sus condiciones y talentos -second to none- en el mundo. Son sin duda un contraste dramático con la mayoría de los dirigentes políticos de la región. De hecho su formación es muy superior a la de sus padres y ni que decir de sus abuelos -pues gracias a ellos, y otros a programas de becas pudieron formarse en los mejores centros de educación de Estados Unidos y Europa. Hablan el idioma de la globalidad, nadan fácilmente en sus corrientes y en la medida en que obtengan acceso a los mercados de capital volarán muy alto en el mundo entero.

A esta misma conclusión deben haber llegado las autoridades norteamericanas por los obstáculos que le pusieron a Carlos Slim, magnate de las telecomunicaciones de México para que su empresa Telmex pudiese actuar en los Estados Unidos. Sin duda, compañías de telecomunicación de ese país temen que Slim con su probada capacidad empresarial capte la mayor parte del mercado de usuarios en los estados fronterizos con México….lo que seguramente sucederá. Otro caso es el del también mexicano José Serrano, cuya empresa Transportación Marítima Mexicana adquirió en licitación internacional el ferrocarril Tex-Mex que conecta a México con Texas y de allí hasta Chicago, y que opera con éxito en una actividad que los empresarios norteamericanos dominaron siempre. Estos dos mexicanos han invadido de hecho a los Estados Unidos en dos campos de singular importancia, complejidad y competitividad: el transporte y las telecomunicaciones. He citado los casos anteriores para simplemente ilustrar una realidad aplicable a toda la América Latina. Existen muchos empresarios capaces de competir con éxito mundialmente, pero que como lo define Moisés Naim operan en una región de «percepciones eufóricas y de realidades frágiles». De espacios económicos sujetos a crisis que por causas ajenas a su comportamiento obligan a los empresarios a exigencias mayores que a sus colegas de otras latitudes, lo que representa por supuesto una desventaja estructural muy seria para ellos.

En años recientes la separación del empresario de los políticos esta pasando a un nuevo plano de interrelación para la cual los empresarios tienen que prepararse muy bien, porque los Estados de América Latina no podrán seguir jugando el mismo rol que han jugado hasta ahora, ni siquiera en sectores de su responsabilidad fundamental como la educación, la salud y la seguridad social . En el próximo milenio el rol del Estado se habrá perfilado de una manera mas definida en cuanto a su campo de acción, lo que hace indispensable una ampliación de la agenda de responsabilidades del sector empresarial. Por este motivo las fundaciones, centros de estudio e investigación privados deben armarse de ideas para influir en el proceso de nuestros países. Fundaciones privadas de investigación y de estudios económicos y sociales como las que dirigieron los antiguos Ministros de Economía de Argentina Domingo Cavallo y Hernan Buchi de Chile ejercieron influencias determinantes en la orientación del desarrollo de sus países. Los desafíos de la información tecnológica que tienen por delante los empresarios de la región son reales y ya están presentes. El Gaertner Group, el gran guru institucional de la información tecnológica mundial, destaca que las tecnologías en este campo comienzan a caer en desuso apenas a los 18 meses de desarrolladas, o sea que cuando estas están recién llegando a la región, nuevas tecnologías están por aparecer, lo cual obligará a los empresarios latinoamericanos a alianzas estratégicas con empresas de fuera del área para no correr el riesgo de quedarse rezagados.

Todo parece indicar que las cosas irán mucho más rápido al inicio del milenio pues muchas iniciativas estarán madurando para ese momento, y los que detenten los conocimientos adecuados incrementarán exponencialmente su importancia , su influencia -y por supuesto sus beneficios. Las elites empresariales latinoamericanas comienzan a advertir las enormes ventajas que les ofrece una acción más coordinada para aprovechar las oportunidades de negocios en la región. Por ejemplo, en Brasil se organizaron para que los grupos privados locales no quedaran al margen de las privatizaciones. Los empresarios chilenos tal vez fueron los primeros que advirtieron el atractivo y la necesidad de invertir fuera de su territorio, por ejemplo en Argentina. Al final no importa cuan bien estén dotados y organizados los empresarios latinos, si no se produce un cambio radical de valores y de opinión publica en cuanto a la importancia de su rol, de otra manera los latinos mas talentosos terminarán jugando en las canchas internacionales donde el talento y los recursos están en creciente y permanente demanda. La fuga de cerebros representa hoy la mayor descapitalizacion de Ameriza Latina. Me atrevería a decir que es mayor aun que la correspondiente a la fuga de capitales. Ambas «fugas» tienen motivaciones similares: mayor retribución, mayor reconocimiento y más seguridad!
¿Qué deben hacer los latinoamericanos ante una realidad de esta naturaleza? Los empresarios en el Norte y en Europa actúan sobre un piso nacional estable y tranquilo y próspero, que no es el caso en la mayoría de los países de la región donde el nivel de pobreza y baja calidad de vida no ofrece a los empresarios ni el piso, ni las condiciones para despegar. Esta realidad obviamente les impone limitaciones muy serias para su crecimiento, al igual que reflexiones muy profundas sobre sus responsabilidades. «Para el 30% de la población de América Latina que recibe el 5% de los ingresos, un rayo de esperanza. Para el 5% de la población que recibe el 30% de los ingresos, una advertencia», así dedicó Bulmer Thomas su libro «The Economic History of Latin América since Independence.» ¿Cómo crecerán sus empresas si no se incrementan los consumidores?. América Latina tiene el triste privilegio de ocupar el primer lugar en el ranking mundial de la distribución más desigual del ingreso del mundo; 50 por ciento de su población es pobre; su participación en el comercio internacional es casi cuatro veces menor de la que tenía treinta años atrás; su tasa de ahorro continua siendo la más baja del mundo; sólo sus carencias en materia de infraestructura demandan recursos superiores a los 50 billones de dólares anuales; el Instituto Transparencia Internacional le asigna un lugar preferente entre los países que registran el mayor nivel de corrupción en el mundo.

Estas son todas realidades difíciles de encubrir de un continente que exhibe simultáneamente a muchos de los empresarios más audaces y preparados del planeta y uno de los peores índices de pobreza de la humanidad.¿Quienes van a integrar sus fuerzas de trabajo en empresas exportadoras que competirían con obreros sobrecapacitados de Hungría o Indonesia? La realidad es que sin una inversión monumental en educación y salud será imposible revertir las alarmantes tendencias que acosan a casi todos los países de la región, sin embargo la desconfianza generalizada de los latinoamericanos sobre la capacidad de sus gobiernos en la gerencia y administración de estos recursos debe obligar a los empresarios a una urgente redefinición de su rol enmarcado en una Nueva Etica Empresarial, así con mayúsculas. Deben convertirse en líderes en sus comunidades, desarrollar practicas de solidaridad social, participando en proyectos educativos, asistenciales y de beneficio a los más necesitados. Muchos y buenos ejemplos deben buscar los latinoamericanos en el desempeño de algunas transnacionales que actúan destacadamente en nuestros países en lo que se refiere a programas sociales, educativos, culturales , comunitarios y ambientales. De hecho Direct TV, una alianza de participación externa y brasileño-venezolana, está iniciando programas de educación y capacitación por satélite para la región. Ser líderes activos de la comunidad es la mejor política de los empresarios al igual que estimular y comprometer a sus cuadros ejecutivos y técnicos en estas acciones. No creo que el papel a jugar por los empresarios sea el de dedicarse al activismo político, pero si al activismo de ideas y a la legitimación de valores esenciales para que sus países no pierdan el rumbo, o como seguramente se dirá en el próximo milenio: ¡para que no pierdan el cohete!
Los empresarios latinoamericanos en general estarán mejor preparados que sus gobiernos para participar en el nuevo milenio. ¿Pero, cómo pueden alcanzar el éxito que merecen si sus gobiernos siguen rezagados o desorientados? Esta interrogante representa una enorme debilidad de todo el andamiaje institucional de América Latina que debe insertarse prioritariamiente en la agenda empresarial y no olvidar la advertencia del economista Paul Krugman cuando dijo: » Suponer que las malas ideas nunca florecen es ignorar las lecciones de la historia». La deducción es clara: no dejar solos a los gobiernos para que decidan la vida de todos confiando en que nada que insensato ocurrirá . Las asociaciones que agrupan a los empresarios deben reorientar sus agendas y ser percibidas por la opinión publica como motivadas no solo por intereses propios, sino que porque también están asociadas al esfuerzo y a la suerte nacional, la suerte de todos. Estos mecanismos institucionales pueden jugar un rol significativo en el cambio de opinión publica si se adaptan y se integran a una agenda global de su país. El esfuerzo de los empresarios en este sentido es vital. Servir de interlocutores con los gobiernos y sindicatos será mucho mas productivo si son percibidos como agentes del beneficio colectivo, como en realidad lo son, en lugar de simples defensores de sus derechos e intereses, a lo cual por supuesto tienen pleno derecho de ejercer, pero los tiempos están cambiando, y los empresarios deberán ser creativos en nuevas modalidades, por el bien del país y de ellos mismos.

Como una conclusión muy personal he podido observar que la característica más importante de una gran cantidad de empresarios exitosos y modernos de América Latina que conozco es su capacidad para atraer y agrupar a su alrededor a la gente más talentosa y preparada. He visto cómo se han convertido en los principales «cazadores de cerebros» de la región persiguiendo en los centros de excelencia del mundo a los mejores técnicos y gerentes. Ellos sí entienden que la globalidad y el nuevo milenio no puede enfrentarse con éxito sin la ayuda de la gente más capaz. Son estos empresarios los que mantienen costosos programas de becas en el exterior para su personal como es el caso de la Fundación Franco Macri en la Argentina, que advierten que la lengua franca del futuro es el talento y la educación. Para ubicar mejor aun el contexto en el cual actúan nuestros empresarios es importante reconocer que América Latina continuará siendo por mucho tiempo una región con un nivel de riesgo superior al de los Estados Unidos o Europa, lo que obligará a que los empresarios de la región tendrán que estar más dispuestos a tomar riesgos. En este sentido uno de los más importantes empresarios argentino me dijo que no sabia si esa capacidad se aprende en las universidades, o si se trata de una capacidad natural que se desarrolla con el ambiente y que nos diferencia de otros ámbitos empresariales.

No hay dudas de que estas condiciones obligan a los empresarios no sólo a ser flexibles y veloces porque las situaciones cambian con brusquedad, sino también persistentes para no perder de vista los objetivos que se hayan fijado. Creo que puede asegurarse que estas cualidades tan especiales de muchos de nuestros empresarios no son reconocidas debidamente, ni dentro ni fuera de América Latina. En una especie de balance de los últimos cincuenta años de este segundo milenio puede señalarse sin ningún rubor, que los empresarios latinoamericanos han contribuido de manera destacada al progreso de su región. También puede destacarse que si bien sus mayores realizaciones han sido la creación de riqueza y empleo, su acción en el campo de la solidaridad social deja muchisimo que desear. En su descarga parcial debemos reconocer que el clima creado por los gobiernos durante este medio siglo no fue el más propicio para estimular su participación en campos ajenos a su quehacer empresarial. Los nuevos empresarios del tercer milenio tienen por supuesto metas que cumplir de producción, de rendimientos económicos y de crecimiento en general. Son las mismas metas de sus antecesores aunque actuando en un mundo que se les presenta mucho mas complejo y cambiante.¿En qué se podrán diferenciar entonces los viejos y nuevos empresarios? En que estos últimos tienen la excepcional oportunidad, y el gran desafío, de contribuir a cambiar a sus sociedades y no sólo a sus empresas. Esta dualidad de responsabilidades -la de creadores de riqueza y de bienestar social- debe gestar una nueva ética, un nuevo orden empresarial para el milenio que se avecina donde América Latina tiene enormes posibilidades, y necesidades de realización.

Quince años después de iniciarse el proceso de las reformas macroeconomicas, de las privatizaciones, de la liberalización económica que tanta atención y respaldo recibieron de la comunidad financiera internacional y de los más prestigiosos medios de comunicación del mundo, América Latina, refleja hoy peores índices de concentración de riqueza y de un mayor numero de pobres que se resume en un incremento serio de las tensiones sociales sin solución aparente en casi todos los países, que amenazan incluso el futuro de algunas democracias. Este es el espejo en el cual se miran hoy muchos latinoamericanos que se debaten entre los anti-gobiernos y los anti-empresa. Pareciera no existir una salida inteligente y creativa a este dilema. Sigue siendo más fácil la confrontación sin salidas. Por ejemplo, los anti-gobierno no pueden responder preguntas claves: por que los procesos de desregulación y de privatización han acentuado la concentración de la riqueza y el desempleo; y los anti-empresa tampoco tienen respuestas a cómo generar empleos y obtener recursos con control de precios y aranceles altos . Al cierre de este milenio y el inicio de uno nuevo, si un gran numero de empresarios latinoamericanos tienen las virtudes, competencias y recursos que se les reconoce más fácilmente fuera de sus países, y se comprometen a actuar con una nueva ética empresarial realmente solidaria, no es exagerado pensar y esperar que ellos podrán dar muchas respuestas y salidas a esta confrontación para jugar un papel central en generar prosperidad; y en reducir la pobreza y la desigualdad.

El presente artículo fue publicado en la revista TIME, en el numero especial sobre América Latina. (Mayo , 1999)

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