Opinión Nacional

Los venezolanos y las elecciones

Agrupó en torno a su personalidad, carisma, dotes de orador y a la cuestionable realidad política de la campaña electoral del 98, una capacidad de apoyo deseada por otros líderes. Contó con el soporte y apoyo de muchísima gente, entre otros de los “grandes cacaos de la Caracas empresarial”, y los canales de televisión de cobertura nacional. ¿No se olvida, verdad?

Una penosa enfermedad acabó con su vida sin ver culminado un sueño como el que desea lograr cualquier venezolano y ello es, la construcción de una sociedad mejor distribuida, económicamente hablando. Quizá se inspiró en las lecciones de Fidel Castro, en los textos más ligeros de Carlos Marx. Probablemente en algunas líneas de la Fe Cristiana, a lo mejor, en los errores de los ciudadanos y líderes de la Democracia Representativa, pero también en la inveterada costumbre del criollo de sentirse víctima del prójimo. Tenía derecho a inspirarse en esos avatares. Pero ya no está.

Reitero: su alma debe descansar en paz por los siglos de los siglos, al contrario de que sucede con la de Bolívar, nuestro Libertador, cuya ánima aún no le han dejado abandonar este plano. Vaga por ahí, habida cuenta de las permanentes referencias a su persona.

¡Imagínense ustedes cuan cargado de “vagos en pena” habría en el éter venezolano si nuestra historia guerrera hubiera originado varios Simón Bolívar!

Tal como la manda la Constitución, se convocó a unas nuevas elecciones y, por fin, se acaba este capítulo electoral de la historia de Venezuela. Es uno más de la ideología gobernante. Es otro de esa larga cadena de convocatorias que dispone del tiempo de instrucción de niños y adolescentes en etapa de crecimiento, de cansar a la gente con el mismo baboso discurso de la demostración y expresión democrática de un pueblo por la asistencia a elecciones. Cualquiera que sea el motivo de su convocatoria, siempre gana el mismo actor, la misma banda, la misma pandilla, la misma ideología. Y en materia de discursos, es el mismo de siempre, preñado de expresiones clasistas y ofensas a la dignidad de los ciudadanos cualquiera sea su signo. Porque es eso y no otra cosa lo que ha ocurrido desde la campaña electoral de 1998. Claro, quien incursiona en la “política de una nación” debe estar dispuesto a recibir las enormes críticas, señalamientos, acusaciones, malos entendidos, juicios temerarios y otros aspectos de ese “juego”, pero no tiene el derecho de usar el poder para ofender tan consecutivamente, porque las personas que no participan en el “país político” no entienden de eso. Galileo Galilei dijo en una ocasión: “Digamos que existen dos tipos de mentes prácticas: una apta para inventar fábulas y otra, dispuestas a creerlas”.

Cuando escribo esta opinión marcadora de mi reaparición en el ámbito mediático de las opiniones, he oído al señor Maduro amenazar con la Ley que nadie cumple, si a alguien se le ocurre usar términos verbales que no sean de su gusto. Como siempre, los poderosos izquierdistas comunistas que arriban al gobierno por la vía electoral amenazan, intentan intimidar, intentan someter al ciudadano a su expresa voluntad.

¿Qué dirían los estadounidenses y como nos aplicarían la Ley, si le “pararan” a los calificativos que les endilgamos los latinoamericanos y los que no también? Si le preocupa la manera de dirigirse entre venezolanos ¿Por qué no inicia una campaña para que los hablantes dejen de identificarse como “maricas y maricos”, tan de moda en la sociedad actual?

No sé si Maduro es, o no, bachiller de la Republica – debe plantearse la correcta expresión protocolar en atención al cargo que ocupará a partir de su toma de posesión – La incertidumbre planteada en la frase está muy lejos de ser un irrespeto; me anticipo a los comentarios porque hay gilipollas de piel muy sensible dispuestos tergiversar lo dicho.

Afirmé que gano Maduro y el CNE se apremió a proclamarlo Presidente. El Consejo Nacional Electoral desestimó la solicitud del Sr. Henrique Capriles en cuanto a efectuar la verificación uno a uno de los votos emitidos. ¡Caramba, cuanta demostración del respeto a las y los votantes de la llamada democracia del siglo XXI!

Los voceros de la revolución socialista del siglo XXI son tan amigos de encarar a sus opositores con el vocablo “pitiyanqui”, cargado de ese menosprecio y odio de clases inoculado, que cada vez que desean referenciarles algo a los venezolanos admiradores del país del norte, y de su economía progresista, traen a colación cualquier incidente del sistema capitalista. Olvidan que en una elección de George Bush, el conteo de los votos del Estado de Florida duró un buen rato y no se tambaleó el “Imperio”. Pero en Venezuela, y con este régimen, un “taquito de papel tirado con una liguita” saca a la calle a 200 efectivos de la Guardia Nacional. Así de grande es el pánico que les produce la plena y absoluta del ejercicio de la libertad por parte de los ciudadanos. ¡Es que son pro esclavismo!

Henrique Capriles aumentó el caudal de su votación y solicitó al CNE un reconteo de votos vista algunas situaciones irregulares, pero el argumento de negación todo el mundo lo supo de la propia voz de la Ciudadana Presidente del CNE. Evidentemente, la institución juega cuadro cerrado con el Ejecutivo, el Poder Legislativo, el Ciudadano y el Sistema de Justicia por lo cual los ciudadanos que no son afectos a su ideología, a sus expresiones clasistas, a sus diferenciaciones raciales, a sus resentimientos no perdonados, a sus exquisitas mofas y a su riqueza súbita, son víctimas de sus particulares Leyes, así estas vayan en contravía a las establecidas por el marco de la Constitución.

El resultado de las elecciones demuestra a una ciudadanía dividida en dos subconjuntos. Si se aplican los conceptos de matemáticas modernas, se notará que la intersección de esos dos subconjuntos lo constituye aquellos ciudadanos de uno y otro que aceptan la labor del gobierno por mejorar las condiciones infrahumanas, por cierto estimuladas, creadas e instituidas por el mismo Estado, a aquellos más indefensos económicamente hablando, pero no eximidos de su obligación de ganarse el pan con el sudor de su frente. La ausencia de ciudadanos es el conjunto vacío y esa ausencia se producirá si las voces gobernantes siguen estimulando el odio de clases que conduzca a la población a “caerse a golpazo limpio” y ¡cuidado! les puede salir el tiro por la culata.

Hay una certeza: la pelota sigue dando vueltas y el poder sigue adormeciendo a quienes lo ejercen, por ahora, pero debieran tener presente que si la justificación de hechos como el 27 y 28 de febrero, el 4 de febrero y 27 de noviembre del 92, las guerrillas de los años 60 tienen un intento de igualdad social, no se puede ser distinto si en los próximos tiempos la población se obstina de sus acosos, intimidaciones, ofensas, maldiciones, descalificaciones y vulgares amenazas. Téngase presente esta frase de Nelson Mandela: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen o su condición. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”. No olviden el odio inoculado en quince años.

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