Opinión Nacional

Lula y Chávez, Consenso y Confrontación

Lula no es Chávez. Lula es un político de izquierda democrática de origen sindical, que se enfrentó con coraje a la dictadura militar. Lo más parecido a Lula en Venezuela sería Andrés Velásquez. Su partido es un partido laborista, que ya ha gobernado con eficiencia en varias ciudades de Brasil, incluyendo Sao Paulo. La evolución ideológica de Lula se parece mucho a la del PDS italiano, integrado por el ala mayoritaria y moderada del viejo Partido Comunista, que se ha convertido en un partido básicamente socialdemócrata. Por cierto, uno de los primeros líderes mundiales en visitar y manifestar su apoyo al presidente electo Lula fue su amigo, el ex Primer Ministro italiano y dirigente del PDS, Massimo D’Alema.

El compañero de fórmula de Lula, el Vicepresidente José Alencar, es un dirigente del Partido Liberal y un exitoso empresario textil. Tres de los cuatro ministros del área económica son empresarios. El Ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorin, ya fue Canciller en la década pasada y representa la continuidad fundamental de la política exterior de Itamaraty.

En su discurso inaugural, Lula anunció un Pacto Social, “una alianza que entrelace el capital y el trabajo productivo para llevar adelante las reformas que el país necesita.” El instrumento fundamental para la reforma será el Consejo de Desarrollo Económico y Social que reunirá a empresarios, partidos políticos, militares y trabajadores que, en las propias palabras de Lula, “están unidos en el mismo propósito de contribuir para que el país cumpla su destino histórico de prosperidad y justicia.”. La palabra clave del programa de Lula es el cambio. Al respecto nos dice: “vamos a cambiar, pero con coraje y cuidado. El cambio debe ser un proceso gradual y continuado. Será un cambio por medio del diálogo y de la negociación, sin atropellos ni sorpresas.” El partido de Lula y sus aliados no tienen la mayoría en el Congreso y sólo controlan algunas Gobernaciones de Estado. Al final de su mandato de cuatro años, los electores brasileños tendrán la oportunidad de decidir si querrán prorrogar, solamente por otros cuatro años, la presidencia de Lula.

Lula entiende que el cambio en democracia sólo es posible a través de un proceso gradual, la reforma, basado en la negociación y sobretodo en un consenso mínimo sobre las reglas del juego político, inscritas en una Constitución aceptada por el más amplio espectro político posible.

Chávez, en cambio, escogió el camino antidemocrático de la confrontación, malgastó su popularidad inicial para elegir, violando la Constitución vigente, una Asamblea Constituyente en la cual, a través de la imposición de un sistema electoral peculiarmente uninominal, una mayoría de votos del 60% obtuvo el 95% de los escaños. La Constituyente de Chávez le cambió el nombre al país, eligió a todos los poderes del Estado y rescribió todas las reglas del juego político, sin ninguna participación relevante de la oposición. Chávez , para colmo, amplió su mandato a 8 años y declara que se mantendrá en el gobierno hasta el 2021. El resultado, después de 4 años de gobierno, está a la vista.

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