Opinión Nacional

Malos socios electorales

La lucha política avanza en estos tiempos por extraños caminos. El contacto directo con las bases para conocer directamente sus problemas y representar cabalmente sus aspiraciones, ha quedado atrás y es tenido en muchos partidos como un oficio menor. Es un trabajo sin destino porque las demandas de esas comunidades y los planteamientos de los dirigentes parroquiales nada tienen que ver con los temas que se debaten en las direcciones nacionales.

Y no es que las agendas semanales de esas organizaciones estén tan tupidas de discusiones sobre asuntos ideológicos, reflexiones sobre acontecimientos internacionales y debates sobre proyectos económicos y sociales nacionales que impiden atender debidamente los planteamientos de la militancia de base. Nada de eso.

Simplemente las circunstancias comunicacionales del día a día se tragan lo importante. Que si responder a lo que mengano dijo en el noticiario cual. Que si desmentir lo que fulana informó como dato de última hora. Tratar de voltear lo que en la “matriz” de opinión se consolida como cierto, aún siendo una falsificación de la realidad. Buscar contactos en el periódico tal o en la televisora cual porque se ha hecho imposible que un columnista difamador abra espacio a una réplica. No quedarse atrás en centimetraje y colarse en las primeras páginas. Se encuentran completamente a la defensiva. Más que eso, hacen depender sus decisiones de la acogida que creen tendrán en determinados círculos mediáticos.

Si algún planteamiento vital para las tesis del partido lo sienten sin defensores en algunos editores y dueños de canales, renuncian al mismo. Si para “penetrar” algún medio tienen que hacer ciertas concesiones, pues ni modo, las asumen sin remilgos. Así se fueron plegando a aquella conseja según la cual en cuarenta años no se había hecho nada. Así se convirtieron en eco barato de la “antipolítica”, siendo capaces de atentar contra sus tesis con tal de congraciarse con algún medio poderoso. Hasta se sentían parte de un liderazgo irreverente y emergente al hacer suyas estrategias contra los partidos y la política.

Así se plegaron a la abstención. Renunciaron a las representaciones públicas. Abandonaron a sus dirigentes locales, atentaron contra sus tribunas naturales y ahora son dependientes de una entrevista radial aquí, de una referencia por escrito allá. Algunos están en las listas de invitados permanentes de periodistas de la antipolítica y de promotores de la abstención. Con eso se contentan.

El gobierno, por su parte, mantiene decenas de medios escritos y radiales alternativos. Allegados al oficialismo han comprado paquetes accionarios en periódicos, radios y televisoras. Venezolana de Televisión y Radio Nacional dejaron de ser medios del Estado para informar sobre la gestión pública y para abrirse a todos los sectores del país. Hoy son meras agencias propagandísticas de un sector político. Chávez se encadenará cuantas veces lo requiera para su campaña electoral, mientras que Conatel, el Seniat y otros mecanismos de coerción serán herramientas para intimidar o disminuir a quien se exceda o ponga en evidencia errores y desviaciones oficialistas.

El chavismo defenderá sus ideas con “sus medios”y el abuso de las instituciones y el presupuesto público. Algunos ofrecerán alternativas de oposición sin sus ideas, a las que han renunciado para complacer a ciertos medios que en cualquier momento los dejan en la estacada. Hay demasiada publicidad por vender y demasiados negocios por hacer.

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