Opinión Nacional

Mercantilismo presidencial

Desde hace unos años a esta parte, se ha puesto de moda una variación importante en las costumbres de los presidentes de gran número de naciones.

Cada día es más frecuente que las giras presidenciales, que por otra parte se han incrementado de manera grosera, estén conformadas por un número abultado de empresarios fabricantes y comerciantes.

Con ello, las funciones de los presidentes se ven reducidas y desplazadas a las que dentro de las regulaciones y costumbres vigentes, estaban reservadas a los Cónsules y a los Agregados Comerciales de los países.

Cuando analizamos las contadas giras que realizan los presidentes de países del llamado primer mundo, vemos que sus actuaciones se enmarcan dentro de las disciplinas que le son inherentes. Política, geografía, salud, educación, derechos humanos, ecología, migraciones, son los temas fundamentales de las reuniones entre primeros mandatarios de países serios.

Comercio, compra-venta de productos, intercambio de ellos, son los temas que copan las agendas de presidentes de países menos importantes.

Los presidentes de países serios se hacen acompañar por sus cancilleres, por asesores científicos, por sus ministros de educación y salud y por personas de significado nacional.

Los de países de menor desarrollo copan sus aviones y sus delegaciones con personas que aprovechan el apalancamiento político en beneficio de sus empresas mercantiles.

En Venezuela la situación es trágica pues como el único producto que podemos ofrecer seriamente, es el petróleo y su productor es el Estado, este nos sirve como importante moneda para “convencer” a nuestros pares de las conveniencias y necesidades del régimen de turno. El resto de los productos que podemos ofrecer son absolutamente marginales si los medimos en el contexto de una economía seria, pero los empresarios que disfrutan y medran alrededor de los favores oficiales distraen las posibilidades de reuniones que deberían tener otras agendas.

Pero la situación se torna peor cuando vemos que como nuestro producto estrella provee ingentes recursos, el mandatario de turno tiene y disfruta de una chequera inmensa que puede satisfacer los requerimientos de todos sus colegas.

Así, Venezuela compra, por acción del primer mandatario, armas que ni necesitamos ni la mayoría de los venezolanos queremos, aviones para que nuestros pilotos militares jueguen y para que el sector político pida “colitas”, barcos para que nuestros marinos militares estén contentos, alimentos excedentes de las producciones de otros países que, lamentablemente, en muchas ocasiones no llenan los requisitos mínimos de calidad.

Deploramos tener que acotar estas acciones, pero tenemos la creencia de que las funciones en la sociedad deben ser llenadas por quienes tienen la responsabilidad y la experticia.

Nos parece maravilloso que el intercambio de bienes y servicios se esté globalizando cada día más, pero pensamos que quienes tienen la responsabilidad de identificar las mejores oportunidades de comprar y vender estos bienes son aquellas que dedican su vida a fabricar y comerciar con dichos bienes y que en consecuencia son las personas idóneas para reconocer los productos que ofrecen la mejor relación costo-beneficio que es, en definitiva lo que al consumidos le interesa.

El Estado tiene otras funciones, en el mundo comercial e industrial tiene la sagrada función de regular las correctas relaciones entre las partes, estimular a los productores y proteger a los consumidores.

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