Opinión Nacional

Momias

En pleno proceso de momificación política, ocupados y ensimismados en un pleito judicial por controlar la  directiva de un partido  virtual, los dirigentes de  Copei se entusiasman con sus recuerdos y sueñan con volver a tener  la organización que  llenó con Acción Democrática  los espacios políticos mayoritarios de los últimos cincuenta años en Venezuela.

Pero la realidad es que,   al abandonar  el escenario  de la política real,  en medio de  discusiones, juicios y  acusaciones,  sus líderes  en conflicto, encarnan para mí  a los políticos más inútiles del momento. Habiendo dejado hace años de buscar en la calle  y a respirar en la calle  las aspiraciones de la gente, son percibidos desde fuera como una secta o como un club, ensimismado en sus intereses e historias propias, sin punto de contacto con la dura realidad, más que en sus  semanales declaraciones televisivas, en sus intentos de seguir marcando  como en un ensayo de teatro, los espacios que fueron suyos.

En vez de hacer una reconquista desde las aceras, sus líderes máximos, unos viejos de cuerpo y otros de  alma,   se han dedicado en la capital  a ejercer una política de declaraciones, sin riesgos pero sin retos. Han visto desmoronarse su clientela política en quince años, producto de su falta de ofertas creíbles para enfrentar  de uno de los mandatos más dañinos a la unidad nacional desde la época de  Isaías Medina Angarita y su  derrocamiento por AD. Los días que siguieron a ese  golpe como lo llaman unos  o  a la Revolución de Octubre como le dicen otros, nos mostraron  uno de los procesos de sectarismo más duros de nuestro siglo XX.

El chavismo lo está superando, pero  estas dos épocas  nos muestran un lado horrible  de nuestra alma nacional, que los políticos de verdad, que algún día tendremos,  debían ayudarnos a superar, en vez de  profundizar, o simplemente  tomarlo  con las pinzas mediáticas  tan comunes hoy.

El remedio a la polarización y al odio mellizal que  nos va tomando por asalto,  en medio del mandato de Hugo Chávez, no es   para que un partido político intente convertirse  en uno de los polos, ni para  hacer política de tv como los dirigentes de Copei, con el fin de  no verse ni presos ni perseguidos.  Se trata  de convencer a la clientela política venezolana, de que es posible la construcción de un país  y el crecimiento económico, sin persecuciones, sin robos y sin odios.

No es posible hacerlo sin identificarse  y trabajar  por la gente, ejercicio que no es de boca, sino de piernas, cerebro y corazón.  El inmenso hueco que está dejando la ineficacia y el bandidaje de los actuales administradores, puede ser llenado por uno o varios grandes partidos, pero inevitablemente para verlos  surgir o dejar que se consoliden, hay que  despejar bien el escenario. Copei  con su división  está ayudando a ver mejor.

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