Opinión Nacional

Municipales o plebiscito

Las próximas elecciones municipales del 8 de diciembre se van a dar en el marco de una gravísima crisis socioeconómica, caracterizada por una inflación galopante, que se acerca al 40%, una severa escasez de productos en los mercados, una infraestructura en emergencia , servicios públicos colapsados, producción petrolera en declinación e industrias estancadas, por falta de insumos, divisas e inversiones.

El ridículamente llamado bolívar “fuerte”, en sólo un año, se ha devaluado, en el mercado paralelo, del 350%, lo cual significa un empobrecimiento brutal de todos los venezolanos. Sin embargo, el gobierno, irresponsablemente, le ha ordenado al Banco Central crear dinero inorgánico para aumentar el gasto público durante los próximos meses y tratar de paliar temporalmente la disminución del consumo.

Aprovechando el control de todas las instituciones del Estado, el régimen ha iniciado una campaña de criminalización de la oposición en el marco de una supuesta lucha contra la corrupción, que le sirve de cortina de humo para buscar distraer la atención de la crisis socioeconómica.

Es un verdadero insulto a la inteligencia que un gobierno, que ha manejado por 15 años y sin control, el ingreso petrolero más grande y sostenido de la historia, que no ha investigado una multitud de denuncias, que están reseñadas detalladamente en un reciente libro (“El Estado delincuente “de Marcos Tarre y Carlos Tablante), ahora pretenda acusar a los líderes de la oposición de corrupción.

El régimen venezolano ha sido calificado en la ciencia política contemporánea, en trabajos de Marina Ottaway y Fareed Zacharia, por ejemplo, como semiautoritarismo electoral o plebiscitario, cuyo soporte fundamental y esencial es mantener a toda costa un mayoritario apoyo popular, particularmente entre los estratos más pobres de la población.

El crecimiento del voto para la alternativa democrática, en cómputos oficiales, del 37% del 2006 al 50% del 2013, a pesar del ventajismo ilegal, intimidación y violencia contra los testigos de la oposición y demás “trampas” electorales, junto con la desaparición del caudillo carismático, presagian claramente una declinación gradual pero relevante del apoyo popular al régimen. En esta situación, la oposición debe mantener la indispensable unidad, alrededor del insustituible líder natural Henrique Capriles.

La disciplina y la unidad de mando son absolutamente necesarias para enfrentar un régimen que mantiene todavía una enorme ventaja en la correlación de fuerzas. Hay sectores en la oposición, minoritarios pero muy activos en las redes sociales, que, por ingenuidad y/o carencia de sentido político, consideran, dado que el régimen no “juega limpio”, que la vía electoral es inútil.

Hay que entender que las elecciones no tienen sólo el objetivo inmediato de ganar el poder en juego, sino son un proceso para movilizar, informar, organizar, entusiasmar y convencer a “propios y extraños” de apoyar un nuevo liderazgo y su proyecto político y manifestar la voluntad de cambiar un gobierno y un proyecto agotados.

Dada la correlación de fuerzas, la vía electoral sigue siendo el camino prioritario de la oposición, pero no exclusivo, hay que acompañar políticamente la cada vez más “efervescente” protesta social. Pero hay que comprender que las elecciones del 8 de diciembre son un plebiscito sobre el régimen que está “ahogando” a Venezuela. Las normales ambiciones personales y los temas locales, aunque tienen su espacio natural, son secundarios frente a la crisis “epocal” que vivimos.

El muy relevante crecimiento de los votos de oposición y la muy reducida “victoria” de Maduro en los cómputos oficiales del 14 de abril demuestran claramente que las “trampas” del régimen no están en la maquinas electorales sino en quien aprieta el botón en las mismas. En cada elección la oposición ha aumentado y mejorado sus capacidades de control electoral, por tanto si se vota masivamente el resultado puede tener un efecto político fundamental.

Normalmente, en las elecciones locales, la abstención siempre es más alta que en las elecciones nacionales, por eso es imprescindible entender que el 8 de diciembre lo local es secundario, estamos frente a un plebiscito que puede definir el futuro del país en los próximos años. La abstención, en esta elección, no sólo es estúpida, castrante y deletérea, sino definitivamente criminal.

@sadiocaracas

 

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