Opinión Nacional

Ni todo chavista es de izquierda, ni viceversa

«La derecha»; «la mesa de la ultraderecha». «Los partidos de la derecha». Los mismos que se mostraban renuentes, en las primeras de cambio, a forzar definiciones sospechosas; quienes se defendían de cualquier interpelación arguyendo que «es extemporáneo» perder el tiempo con definiciones «geométricas», ahora reparten gustosos certificados con definición de origen.

Diplomas de legitimidad.

Es una definición que no deja de tener mucho de vanidad. Los militantes del PSUV, de un lado, se sienten valientes, desafiantes, justicieros, irreverentes y buenos, sentados a la izquierda. Todo lo demás, todo lo que no porte carné, todo lo que no sea rojo, todo lo que no esté con Chávez, está del lado derecho: las fuerzas retardatarias de la historia; los jerarcas conservadores, los egoístas, los mezquinos. Los malos. La niña pobre; el hacendado rico. Los argumentos de una telenovela.

Que conste: a diferencia de otros, soy de los que piensan que, con sus vaguedades, sigue siendo éste un parámetro universal para forzar definiciones fundamentales en torno a la comprensión de la realidad. Hay gente de izquierda y gente de derecha. Hay gente que es de izquierda, y lo dice, y otra tanta que es de derecha, y suele llevar con incomodidad la etiqueta. Aunque no toda la izquierda es «buena» ni toda la derecha «mala».

No creo que tales dilemas «están superados en todos lados». Por una razón muy sencilla: no lo están. Revise cualquiera la prensa europea; deténgase sobre las reflexiones actuales de un Mario Vargas Llosa, por decir algo, y comprenderá que no lo están.

Sostengo, en lo tocante al caso venezolano, tres cosas. 1) Dentro del chavismo hay gente que no es de izquierda, sino de extrema izquierda. No es lo mismo. Gente que no cree en el voto, sobre todo si con el instrumento puede perder, que alimenta un resentimiento desproporcionado y casi demente, que procesa mal las opiniones ajenas. 2) Dentro del chavismo hay otro grupo de personas que no son de izquierda: son amigos del gobierno. Escogieron que tienen un comandante para acceder a los cuantiosos recursos estatales. 3) La oposición es un irregular y gigantesco espacio de fuerzas sociales que tienen en la MUD su expresión política Hay ahí, en consecuencia, gente de todos los sectores. Gente de derecha, que tiene todo el derecho del mundo a serlo, y gente de izquierda, que también.

Se sienten los chavistas además, continuadores del legado político dejado por la izquierda insurreccional de los años sesenta y el fecundo entorno intelectual que le secundó en los años del guevarismo. Es esta una verdad a medias. Nadie puede dudar que hay algunos voceros importantes de aquel doloroso período que acompañan a Hugo Chávez, y que muchos cuadros medios de los partidos de la izquierda electoral de los setenta están hoy en funciones de gobierno.

Cualquiera podría sorprenderse, sin embargo, cuando se le echa un vistazo a la cantidad de protagonistas de la política venezolana de la última parte del siglo XX, vinculada a la izquierda, que se distanció categóricamente de Hugo Chávez desde el día uno. Que ha visto en la personalidad del Presidente nocivos rasgos mesiánicos; que le han criticado con dureza, precisamente desde el lado izquierdo, y que, en general, en virtud de la ausencia de debates, la subordinación acrítica de la militancia y las estrepitosas extravagancias del Presidente, han considerado estos años todo un equívoco histórico.

Douglas Bravo, Simón Sáez Mérida, Domingo Alberto Rangel. Moisés Moleiro, Américo Martín y Héctor Pérez Marcano.

Teodoro Petkoff, Freddy Muñoz, Bayardo Sardi y Pompeyo Márquez. Con las notables diferencias de enfoque que hay entre ellos, que ciertamente son notables.

Todavía más: casi todo el universo vinculado al cuestionamiento antisistema de los años noventa es hoy inequívocamente antichavista. Me refiero a la dirigencia del MAS: Víctor Hugo D’Paola, Luis Manuel Esculpi, Segundo Meléndez, Mayita Acosta, Eduardo Pozo, Carlos Tablante, Orlando Fernández, Ismael García, Walter Márquez, Didalco Bolívar, Lolita Aniyar; y la de la Causa R: Andrés Velásquez, Pablo Medina, Lucas Matheus, Carlos Melo, Tello Benítez, Alfredo Ramos, José Lira, Vladimir Villegas, y, ahora, José Albornoz.

En el tiempo reciente, además, se han producido importantes desprendimientos dentro de los anillos de influencia oficial, muy descriptivos todos desde el punto de vista cualitativo. Los pioneros son Luis Miquilena, Alejandro Armas y Ernesto Alvarenga. Vino después Eduardo Semtei. Otros se han hecho visibles ahora, a partir del distanciamiento irreversible de PPT: José Luis Uzcátegui, Gustavo Hernández, Liborio Guaruya, Lenny Manuitt, Samuel Ruh y Henri Falcón; el líder sindical Orlando Chirinos. También Margarita López Maya, Josefina Baldó y Luis Fuenmayor, para mencionar a personalidades independientes respetadas, vinculadas sobre todo al campo académico.

Personajes desiguales, con historias y enfoques también diferentes, que a su vez, en ocasiones, como sucede en política, protagonizaron pleitos entre sí, pero a los cuales los une un denominador común: jamás tuvieron participación alguna en los ejercicios de gobierno de los cuarenta años comprendidos dentro del Pacto de Punto Fijo.

La MUD es, hoy, una coalición nacional de organizaciones que se ha trazado como norte regresarle a Venezuela las libertades públicas y el espíritu constitucional en trance de ser confiscado hoy por un elenco gobernante fanatizado y abusador. Tiene en sus filas a algunas de las personas nombradas arriba. Tiene además venezolanos honorables que sí pertenecieron a gobiernos del pasado, y tiene otras tantas con convicciones diferentes. En este momento están encontrando con la disidencia del chavismo importantes espacios de coincidencia.

Los chavistas resuelven el asunto muy fácil: si no es de la derecha, es un traidor. Es un adjetivo muy cómodo para saltarse la engorrosa tarea de tener opiniones y extraer conclusiones por cuenta propia. ¿Es Diosdado Cabello de izquierda? ¿Es el diputado Serra de izquierda? ¿Es Cilia Flores de izquierda? Lo que son es chavistas. Tampoco es lo mismo.

Todo lo cual nos permite arribar a la nuez de cuanto intento decir. Los debates en torno a la izquierda y la derecha siguen siendo pertinentes en el mundo. Donde por ahora están aplazados es en Venezuela: hoy nos estamos jugando el destino de la libertad, la comprensión de la legalidad y la defensa de los derechos ciudadanos. La forja de un Estado con valores que superen los antojos personales.

El oficialismo quiere para el país un Presidente con vocación de perpetuidad, con poderes supraconstitucionales para decidir el destino de los ciudadanos lanzando decretos y prerrogativas morales para darle órdenes a todo el mundo por teléfono y en cadena nacional. Como si éste fuera un gallinero de su propiedad.

El resto del país tiene, al respecto, importantes objeciones, y, como en el pasado, las irá haciendo saber conforme pasen los meses.

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