Opinión Nacional

Ni un paso atrás

La frase que sirve para titular el presente comentario, popularizada y utilizada a manera de consigna comodín por el movimiento opositor al régimen de Hugo Chávez Frías, sirve también para hacer referencia a la conducta asumida por el oficialismo y, en particular, por su cabeza visible, en todo el transcurso de la actual crisis política.

No habría otra mejor calificación que ésa para aludir al comportamiento adoptado por el jefe del Estado y, por la totalidad de su entorno, en cuanto se anunció, por parte de la oposición agrupada en la Coordinadora Democrática, Fedecámaras y la CTV, que un paro cívico, pacífico y democrático, estaría por concretarse para que sirviera de respuesta a la violencia de toda índole que el gobierno cultiva con especial dedicación y esmero. Y, al mismo tiempo, para apoyar los esfuerzos desplegados hasta ahora, entre otros factores por la sociedad civil, en pro de la celebración del referendo consultivo que el electorado, en proporción determinante, viene reclamando como la mejor vía para encontrar una salida idónea a la angustiosa situación que vive el país.

Los distintos voceros del oficialismo se empeñaron, desde un primer momento, en rechazar la iniciativa opositora, señalándola como de carácter golpista y terrorista. Añadiendo, por lo demás, que la oposición no estaría en capacidad de organizar un paro como el anunciado que, por tal motivo, iría directo al fracaso. Y, desde que éste comenzó, hace ya más de una semana, para el gobierno se trata de eso: “un paro fracasado”. Lo cual se contradice con la realidad, obstinada y porfiada, que evidencia, cada vez más, un país paralizado en sus más diversos sectores como no había ocurrido nunca a través de nuestra historia.

Resta agregar, asimismo, que las gestiones de facilitación del secretario general de la OEA en la mesa de negociación y acuerdos se han visto entorpecidas y obstaculizadas por las posiciones extremas e irracionales adoptadas por la delegación oficialista destinadas a impedir un convenio firme en el campo electoral. A lo cual se suma la postura agresiva y pugnaz del presidente de la República, quien, tal como lo acostumbra en sus distintas intervenciones públicas y, sobre todo, en el programa semanal ¡Aló, Presidente!, cierra toda posibilidad de entendimiento entre adversarios políticos, descalificando a sus opositores con los peores epítetos. Esto ha quedado de manifiesto, sin ir más lejos, a raíz de la grave situación que se ha presentado en la industria petrolera, la cual el primer mandatario comenzó por negar y, ahora, frente a hechos puntuales imposibles de rebatir, tilda a los funcionarios y empleados de la misma, punto menos que traidores a la Patria. Con lo cual, entre otros aspectos, cobra fuerza la tesis de quienes apuestan a la inevitable confrontación violenta entre unos y otros venezolanos, y que no servirá para nada distinto que no sea, para desgracia nuestra, sino el de impedir la salida institucional que los sectores mayoritarios de la población demandan para superar la grave crisis política del país.

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