Opinión Nacional

No basta con votar

Una vez concluido el proceso electoral del pasado 23 de noviembre, tanto la oposición como el oficialismo reclaman para sí la victoria en los pasados comicios. Los dos grupos encuentran incuestionables argumentos para sostener sus respectivas posturas.

Si considerásemos al Distrito Capital como equivalente a una gobernación, podemos decir que estaban en disputa 23 grandes circunscripciones electorales. Por una parte, el oficialismo obtuvo el mayor número de gobernaciones y de igual manera el mayor número de votos para gobernadores alcanzando 5,5 millones de votos para gobernadores más el municipio Libertador del Distrito Capital.

Por otra parte, la oposición incrementó el número de gobernaciones de dos a cinco, siendo dos de ellas las más grandes del país, como lo son Zulia y Miranda y totalizando 4,3 millones de votos.

Del total de votos reportados por el CNE hasta el mediodía del martes 25 de noviembre, habiendo escrutado 99% de las actas a nivel nacional, se registran 10,5 millones de votos válidos, correspondiéndoles a los candidatos postulados por el oficialismo 5,5 millones para 52,7%, dejando 47,3% para los sectores de oposición y disidentes del oficialismo.

El país se encuentra dividido en dos mitades prácticamente iguales, el resultado confirma la inviabilidad del país, en tanto en cuanto estas dos mitades no sean capaces de encontrar puntos de una agenda común, en beneficio de todos sus habitantes. No es posible desconocer e ignorar a la mitad del país, llámese chavista o llámese oposición. Cada grupo juega un rol y así debe ser reconocido por el otro. No es posible que el objetivo de la oposición sea terminar con el hoy llamado oficialismo. Tampoco es posible que el objetivo del oficialismo sea pulverizar a sus opositores.

Corresponde en todos los casos del mundo servir el juego al Gobierno naciona l e igualmente le corresponde el mayor esfuerzo de armonización posible. De no hacerlo de esa manera, tendremos más y más años de confrontación sin resultado alguno para el país. De una lucha estéril sin ganadores, de un juego donde todos perdemos y, lo que es más grave, nuestras generaciones futuras recibirán sólo escombros y cenizas de una lucha fratricida.

Los candidatos ganadores del oficialismo recibirán el apoyo pleno e incondicional del Gobierno nacional, siempre y cuando se sometan sin chistar a las órdenes que desde allí provengan. No será indispensable el concurso ciudadano en sus gestiones, pues es tal el poder económico del Gobierno central que con su solo apoyo serán capaces de adelantar un programa mínimo de acción. Los candidatos ganadores en las planchas distintas al oficialismo tendrán las exigencias de una ciudadanía insatisfecha en la mayoría de los casos pero no dispondrán de la generosa ayuda del Ejecutivo nacional. Antes por el contrario, tendr án que enfrentar todo el entrabamiento de jueces, contralores y toda clase de funcionarios del poder central en funciones de entorpecer esa gestión, no importando que esa vaya en menoscabo de la ciudadanía en general, como ha sido el caso del tránsito y la recolección de basura.

No basta con votar, es necesario que los ciudadanos de cada uno de los municipios de nuestro país ayuden a los funcionarios que escogieron para que les sirvan, a que cumplan con todas sus funciones ciudadanas.

Por su parte, los nuevos funcionarios deberán encontrar los mecanismos para aumentar la participación efectiva de sus gobernados. Es siempre más difícil dejarse ayudar que ayudar.

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