Opinión Nacional

Nuestra guerra civil

España que perdimos, no nos pierdas guárdanos en tu frente derrumbada,
conserva en tu costado el hueco duro de nuestra ausencia amarga.

PEDRO GARFIAS (1939)

Debo dar rotunda y apenada fe de que mi primera y quizás mas significativa
vivencia de la Guerra Civil Española la tuve en ese período del inicio de
los sesenta cuando aún era estudiante e indocumentado en la UCV. O sea, la
universidad, a secas, para nosotros. Escuche entre emocionado y perplejo,
las letras de las canciones de esa guerra y el permanente ritmo de: ³ el
ejercito del EbroS rumba la rumba ban baS una noche el rió pasó ay
Carmela, ay Carmela y a las tropas invasoras buena paliza les dio². Mas
luego, el asunto se hizo presencia que comenzó a perforar nuestro ideario
al ponernos en contacto con la palabra y gestos de un grupo selecto de
extraordinarios y mitológicos seres que habían sido actores de ese proceso
y que habitaban nuestra escena diaria. ¿ De tantos, por cual comenzar?.

Difícil escogencia, sin embargo, en el amasijo de recuerdos de los que
diariamente me asolan, acosan, aconsejan y enervan, la contabilidad y
jerarquía de los afectos, siempre anárquica, siempre rebelde, hace aparecer
la figura durable del Prof. Guillermo Pérez Enciso. Nos enseño de
psicología y sus enfoques críticos a la especialidad aún nos acompañan.

Pero el irrepetible, variado e inmenso mundo de su repertorio de temas,
terminó por fijar, barrenar y afianzar hitos en nuestra conducta y sentido
de lo humano. Con el asombro que otorga el escuchar hablar a gente
permanente o simplemente sabia y graciosamente profunda, sus decires nos
elevaban durante esa hora y medio de clase hacia delirantes espacios hasta
lograr niveles de plena gratitud con el espíritu. Fue el primer critico, y
a lo mejor el ultimo, de cine que me permitió ver, leer, sentir y aun
recordar por qué y cuán era importante el neorrealismo italiano (entender
el cine como arte y no como mero negocio). Para el momento y hoy aún, en
pleno vigor sus ideas sobre el cine de autor. Nos empujó, llevo de la
mano, hasta el lugar adonde estoy, y aun sigo enquistado al lado de Buñuel.

Con grata, delicada y elegante palabra y un gran sentido de la estética,
hasta llegar al dolor de esa guerra, nos explicó, tiza en mano, como era
que había sido pintado el Guernica. Desde allí y después de mucho insistir
nos contó brevísimas pero agudas anécdotas de su condición de Teniente de
la República. Inimaginable en su galano hablar y sencillo hacer, que
surgiera alguna palabra altisonante o difamatoria sobre la terrible
conducta y accionar de quienes como buenos fascistas querían y debían
destruir todo lo que él sin duda representaba. No le hacía falta. Allá
ellos con sus demonios, furias y envidias. Era un humanista y un
republicano representativo y propio de ese histórico proceso.

Luego surge en mi némesis la figura forma y palabra de Don Santiago
Magariños, menos cuidado en sus modo de hablar, pero fino con el humor y el
sarcasmo liviano que inducía la sonrisa cómplice. Un ser de quien era
impensable una mínima idea agresiva.

Nos enseñó en nombre de esa Republica que, aún después de tantos años
cargaba en su memoria. Nos animo a descubrir el valor de la cultura como
gestora de una sensibilidad que nos anuda a las causas justas y aleja de
los demonios fascistas. Nos anotó en el ejercito de quienes creen en la
defensa pura simple y firme de la gente con menos ventajas sociales.

Creó el lema de un militante y profano ministerio de la cultura cuya
símbolo era: ³que si la gente no va al museo, el museo vendrá a ellos². El
inventó el sábado. Lo creó. Nos lo enseñó. Su afán nos hizo adictos a
muchas practicas de las que aún hoy somos militantes. Hizo ver que la
cultura es una forma de revolucionar la vida. Así todos los sábados,
puntualmente, a las 11 a.m. íbamos al Instituto de Arte de la Universidad
Central de Venezuela. Allí, presintiendo la amenaza de alguna aguda critica
o consabido chiste como multa, nos era imposible llegar tarde. Bajo su
tutela hicimos muchos ciclos recorriendo desde la vida bohemia de Bach y
conocer sus obras mas notables para llegar a la no menos disoluta
existencia de Mozart. En esta expedición fuimos descubriendo muchos
secretos para comprender o descifrar los arcanos de estos compositores o
hacernos de recursos para apreciar la música y la virtud de un buen
ejecutante. Por un común amigo, llegue a saber que su bien cuidada
discoteca contaba con mas de seis mil discos. Entre las finalidades,
subversivas contra la imbecilidad, nunca delatadas de estos cursos, para
Magariños, estaba no sólo lograr un adecuado y necesario nivel cultural que
permita la humildad como recurso para convivir mejor con los otros. Citaba
a Platón y hacia gratos comentarios sobre su obra, para caer en una de sus
sentencias, en este caso, la forma para lograr un perfecto ciudadano.

Decretando que menester era realizar una labor de educación. Cuya base era
la música y su combinación con el gimnasio. La primera dota de espíritu y
la segunda de músculo. Magariños concluía, que a sus luengos años, evitaba
el gimnasio para habitar solo en los espacios de la música.

Sobre la revolución y la guerra nos habló, con una serenidad propia de
intelectuales de su nivel de compromiso y solvencia humanística. Nunca
ensombreció sus anécdotas de la guerra o sus ideas con rasgos que lo
asociaran al fanatismo. Vivió y apoyo la Republica hasta que tuvo razones y
fuerza para hacerlo. Nunca se auxilió en sueños con nostalgias edulcoradas
o idearios trasnochado, muy al contrario, la revolución y la guerra
española las sostenía como pendones que le permitían ejercer actos
positivos del presente en este, su país. Se consideraba como un pacífico
rebelde, expulsado por haber editado a Miguel Hernández de quien oíamos:
³Asturianos de braveza. /vascos de piedra blindada/ valencianos de alegría/
y castellanos de alma,/ labrados como la tierra/ y airosos como las alas;/
andaluces de relámpagos,/ nacidos entre guitarras/ y forjados en los
yunques/ torrenciales de las lágrimas; extremeños de centeno, / gallegos
de lluvia y calma,/ catalanes de firmeza,S²/.

Con él paseamos desde la comprensión del arte de la cerámica, -disciplina
que lo indujo a coleccionar piezas con el fervor de su escaso patrimonio y
luego donó a la UCV, al igual que todo su patrimonio cultural- a la
sutileza del acorde renacentista o el ejercicio de la critica con el
ejemplo de la arquitectura de nuestra universidad, o golpear nuestra ruda
ignorancia con la ensoñación de los notables maestros de la gran pintura
universal para caer en la dura realidad de las escenas de la guerra con el
descompuesto olor del brutal fascismo franquista, ahora triunfante y su
dolorosa llegada a Madrid.

De los recuentos de estos profundos y sencillos maestros conocimos sobre
eterno peligro del imperialismo celulario y sus vínculos con el fascio.

Llegar saber por qué entenderlo como fundamento de la violencia totalitaria
que imparte a la chita callando no solo una y única lógica común a todos en
la historia y el mundo, que concluye en una practica filosófica terrible:
aprovecha tus ventajas para ganarle al otro.

El orden de la metódica que con sus conocimientos descubrimos enseñó que
este proceso fue iniciado con el surgimiento del monoteísmo judéo
cristiano como recurso filosófico que se atornilló y orientó el proceso del
imperialismo. Mismo, que luego se monto en las carabelas que salieron de
Puerto de Palos, trayendo la carga de esa pesada cruz que luego se
arrequintó contra las costillas de nuestros ancestros a quienes por
³salvajes de corta sesera² bien se lo merecían. O, de otra forma y con el
mismo fin, se depositó en las bodegas de aquellas naves de guerra francesas
que nos trajeron por la vía del Cap Haitien en vida de Henri Christophe y
como regalo civilizatorio la ³igualdad²- sobre todo ante la muerte o ³la
fraternidad² -de equivalentes en la cárcel- junto con ese monstruoso
aparato llamado: la guillotina. La idea del imperio vino, y como lento
pero voraz animal depredador habita y nos comprime hasta hoy. Prueba
fehaciente tal y como lo muestra lujuriosamente CNN que día a día, lo
utiliza como aguijón, filo o azote para consolidar la llamada globalización
o mundialización de su economía, constituyendo el par dialéctico de nuestro
secular empobrecimiento.

Pero es conveniente decir que aún quedan muchos mas a quienes citar de esa
generación de nuestros maestros y congéneres de la universidad que tanto
nos dieron para entender como la Guerra Civil y el triunfo del fascismo
franquista logró el abrupto final de una situación de progreso social muy
particular dentro del panorama de la vida, no solo sino de España, Europa y
el mundo. Escenario de un grado de libertad humana y social que no podía
ser del agrado de los señores del capital y sus cipayos y capitanes de
empresa multinacional de la época. Pues lo que sucedía era algo que aún
asombra y entristece por el terrible fin al cual se le condenó.

Hay datos y referencias de lo que estaba sucediendo en España en el
periodo entre julio-septiembre 1936: etapa que fue llamado El verano de la
anarquía. Por ejemplo: George Orwell describe una escena de Aragón durante
este periodo, en el cual participó como parte de la División Lenín del
POUM, en su libro Homenaje a Cataluña:
³Yo estaba integrando, más o menos por azar, la única comunidad de Europa
occidental donde la conciencia revolucionaria y el rechazo del capitalismo
eran más normales que su contrario. En Aragón se estaba entre decenas de
miles de personas de origen proletario en su mayoría, todas ellas vivían y
se trataban en términos de igualdad. En teoría, era una igualdad perfecta,
y en la práctica no estaba muy lejos de serlo. En algunos aspectos, se
experimentaba un pregusto de socialismo, por lo cual entiendo que la
actitud mental prevaleciente fuera de índole socialista. Muchas de las
motivaciones corrientes en la vida civilizada temor a los patrones, etcétera< simplemente habían dejado de existir.

La división de clases desapareció hasta un punto que resulta casi inconcebible
en la atmósfera mercantil de Inglaterra; allí sólo estábamos los campesinos
y nosotros, y nadie era amo de nadie².

Para terminar y a la espera que mi memoria no haga trampas debo dejar el
nombre de otros tantos de esos maestros que poblaron con su presencia y
trabajos nuestro espacio simbólico de lo que significa ser humanista y
exiliado del franquismo: Manuel García Pelayo, Juan David García Bacca,
Alberto Mateo Alonso, José Peinado Altable, Federico Riu, Ángel Rosenblat,
Francisco del Olmo, José Ortega Duran.

A todos ellos, nuestro honor y mayores recuerdos por cuanto fueron y cuanto
nos dejaron.

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