Opinión Nacional

Nuevas y obligantes realidades

La negativa del gobierno a firmar el entendimiento alcanzado en la Mesa de negociaciones y acuerdos, como la llama la oposición, o de diálogo según el gobierno, es consecuente con la orientación de sus políticas fundamentales. No hay ni habrá salida electoral confiable a la situación actual. Habrá referéndum, elecciones generales o parciales, enmienda de la Constitución solo cuando las instituciones controladas por Chávez construyan el escenario que le garantice el triunfo una vez destruida la oposición y liquidados, sin más contemplaciones, los instrumentos de poder que aún puede utilizar. Por los resultados y al no haber acuerdos concretos, concluimos que hasta el diálogo ha sido estéril, absolutamente infecundo. No desconozco el valor del propósito, ni la importancia de Gaviria, Carter, la ONU y el grupo de países amigos pero, después de cinco meses de actividad estamos sin salida electoral, con círculos terroristas mejor armados que antes y con un ambiente putrefacto de impunidad que reprime, asesina y tortura inocentes y premia con la absolución a criminales.

La política parece una droga. Todos la rechazan y condenan. Pero quienes la prueban muy pronto se envician con ella, mejor dicho, con lo peor que ella tiene. Hasta el día de hoy a esta hora, la Mesa es un fracaso aunque provoque una relativa atención internacional. El hermoso y espontáneo movimiento popular de rechazo a la monstruosidad que nos gobierna se está diluyendo, no porque la gente abandone las filas opositoras, sino porque muchos dirigentes, viejos y nuevos, están arriando las banderas fundamentales en un juego de cálculos inaceptables. Mantener innecesariamente ese escenario para prolongar protagonismos abiertos o solapados indigna y desalienta la lucha popular cuando el país está siendo literalmente destruido en nombre de un proyecto contrario a su esencia. ¿Quién duda de que con nosotros está la inmensa mayoría de la nación? Y ¿Quién no sabe que esa mayoría es acosada, acorralada y perseguida quedando indefensa en este país invertebrado, con las instituciones fundamentales interferidas política y económicamente?¿Habrá algún político capaz de desconocer las consecuencias de esto? Por favor, no mentir más. Hay que poner en su sitio la obsesión electoral. El problema es de otra naturaleza. El dilema es entre la libertad y la tiranía, la democracia y la dictadura, el progreso y la destrucción, avanzar o retroceder. La verdad siempre será la verdad y los principios igual. La mentira siempre también lo será. No importa cuantos votos estén de uno u otro lado. La lucha es por la verdad y los principios que respaldan mas del 80% de la gente. Los golpes de estado los dan las minorías. En Venezuela la víctima está siendo la mayoría. Tiene que rebelarse, declararse en pie de guerra y luchar con todo, aunque en el camino se queden algunos que están como esos enfermos resignados a la cama por falta de voluntad para curarse.

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