Oficio de equilibristas
Así titula Germán Rey un libro publicado el año pasado en Bogotá. Germán es un destacado estudioso de los medios y del ejercicio del periodismo, y las páginas de la publicación recogen una reflexión producida al calor de su desempeño como defensor de los lectores del diario El Tiempo.
La propia existencia de la figura como el defensor de los lectores, que muy pocos periódicos han implementado en América Latina, evidencia una intencionalidad: el medio está dispuesto a debatir con su público acerca del producto periodístico. Estamos ante una opción, nada fácil, pero que apunta en la dirección acertada, pues los medios no sólo se deben a los factores económicos que le permiten su salida diaria (empresas que anuncian, grupos empresariales propietarios, etcétera), sino que tienen un compromiso central con sus audiencias, sean éstas lectores, televidentes o radioescuchas.
Pero la cuestión, en este caso de El Tiempo, no se ha quedado allí. Germán, quien ya no ocupa el cargo de defensor de los lectores pero sigue vinculado a proyectos sobre la calidad periodística de este diario, presenta una veintena de casos en los cuales el medio y los periodistas no lograron mantenerse en el difícil oficio de equilibristas; es decir, cayeron hacia algún lado de los intereses presentes en las distintas coberturas informativas.
Se está ante un responsable ejercicio de autocrítica, pero que no es exclusiva de quien aparece como autor del libro. “Oficio de equilibristas” fue publicado por el propio periódico, con lo cual enfatiza la opción a la que hacíamos referencia antes: se está en la disposición a exponer, y debatir en público, el trabajo que se hace en el medio de comunicación. Esto forma parte de una opción en la cual se ha determinado que el capital más importante, y cuesta arriba de recuperar para un medio cuando lo pierde, es su credibilidad.
En cada uno de los casos revisados se analiza lo que pasó, y cómo fue presentada la información al público, pero tal vez lo más importante es que reflexiona sobre cómo pudo haberse hecho mejor. El norte, entonces, es pensar y apuntar hacia un periodismo de calidad. Asunto necesario no sólo en Colombia.
(*): Periodista/Prof. Universitario
