Opinión Nacional

Oligofrenia

Cuando la idiotez se impone como virtud, se coartan las esperanzas de avanzar hacia lo desconocido (que es parte de la motivación de vivir).

Desgraciadamente, eso es lo que está sucediendo en nuestro país; ya que no es sólo por causa de la psicopatía patente de nuestro presidente sino también por la continua asimilación de gente corta de intelecto y larga en narcisismo inconsciente (oligofrenia) lo que incrementa, paulatinamente, la clase dirigente de nuestra sociedad.

Haber oído el discurso delirante de nuestro nuevo Ministro de la Defensa es como haber asistido a una sesión de tortura donde tanto se atropella a la inteligencia como se envilece, desde el poder, la libertad que nos puede brindar la creatividad.

Aquí, para los que estén interesados en saber lo que es la oligofrenia, les dejo un ejemplo en vivo:

Lo más grave es que “todo lo que sucede” es una verdadera realidad contundente y no un sueño o farsa melodramática de teatro vulgar. El general en jefe de nuestra defensa militar se emociona públicamente ante un paraninfo que le hace corte a los endiosados; a los dioses de un Olimpo mediocre que un Chávez descabellado va creando y que inexplicablemente no es rechazado, drástica y categóricamente, por un país aparentemente ávido de teatros de tercera, de cuarta, de quinta y hasta de miserables guiñoles de ínfima categoría.

En la dramaturgia de calidad, las tragedias nos hacen llorar y las comedias nos hacen reír con franca satisfacción; y eso simplemente porque son acertadas “representaciones virtuales” de nuestro existir; porque “ya cerrado el telón y recogido el último muerto”, como apunta Borges, volvemos a nuestra cotidianidad. Muy al contrario, la crudeza que nos impone un mediocre melodrama hecho realidad a la fuerza, ni nos hace reír ni llorar: sino que nos hace temblar al entender la lapidaria vigencia de su realidad.

Así vamos en esta aventura de país imaginario que, a la mejor manera de Lewis Carroll, nos hunde en un mundo de sueños absurdos; en un mundo que sólo nos ofrece una salida onírica y muy poco real a nuestra vivencia terrenal (ya que considero que sólo la muerte de los demás es el único, irreversible y decisivo hecho que tiene que ver con nuestra más profunda concepción de realidad).

Hablo de oligofrenia porque a tan altos niveles de estupidez es insensato hablar de irresponsabilidad (o de traiciones inteligentemente premeditadas); eso más bien se lo dejamos a los maquiavélicos psiquiatras como Jorge Rodríguez, quien a la mejor manera de un Dr. Gaché que incitó a Van Gogh al suicidio, nos pretende manipular desde su propia e insana concepción de realidad.

Estamos entonces simplemente en manos de orates y delincuentes; y todo quizás debido al haber descuidado no sólo nuestras cárceles, sino también nuestras instituciones de sanidad mental.

Espero que las hojas que lleva el tronco del árbol que nuestro ministro menciona, tan delirantemente, en su discurso, logren sacudirse esa malsana y recalcitrante realidad (una realidad que indiscutiblemente nos deja vislumbrar la profundísima enfermedad de todos los incapacitados que guían el futuro de nuestra futura sociedad).

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