Opinión Nacional

Oposición: Estrategia y Unidad

Es evidente que Chávez se ha fortalecido a partir del 2004, tanto externa como internamente. En el campo internacional, la base de su poder es, obviamente, el tamaño de su chequera petrolera, por el precio astronómico y sostenido del barril de petróleo, sin embargo más relevante todavía es la escasez de reservas excedentes en el mercado, que hace enormemente vulnerable la economía mundial frente a cualquier disrupción de la producción petrolera. Esto le da a países como Venezuela e Irán, “por ahora”, una capacidad de acción muy por encima de su potencial. También internamente la chequera es muy importante, sin embargo lo fundamental es la división, la atomización, la desmovilización y la carencia de estrategia y mensaje de la oposición. En efecto, sólo el poder limita al poder. La estrategia del gobierno está clara, mantener la división entre participacionistas y abstencionistas. La elección de un CNE desequilibrado y poco confiable tenía como objetivo fortalecer el abstencionismo, después del resurgimiento del participacionismo, con el compromiso entre candidatos de lograr la unidad de la oposición para diciembre. La unidad es posible si los abstencionistas llegaran a convencerse que el candidato unitario es necesario, no tanto para ir a unas elecciones, que se transformarán en un plebiscito “bonapartista” (Buonaparte, “le petit”, obviamente), si no hay condiciones que den confianza al electorado, sino sobretodo porque es indispensable para construir, a corto plazo, una unidad de mando, una unidad de estrategia, la necesaria interlocución con una comunidad internacional, cansada de no saber con quien hablar, y fundamentalmente para crear una alternativa creíble frente al petropopulismo autoritario, delirante e incapaz. Abstencionistas y participacionistas pueden encontrar la unidad, si levantaran la mirada para vislumbrar que el necesario cambio de la correlación de fuerzas pasa por la creación de una alternativa creíble, que atraiga no sólo al antichavismo, sino a ese decisivo sector del país, mal llamado “ni-ni”. La oposición además necesita de un candidato unitario y de la campaña electoral para movilizarse, organizarse y salir de la profunda desmoralización, que la mantiene deprimida e inhibida. Debe quedar claro que, si no hay condiciones, dejaremos sólo al caudillo militarista. Pero, más que un error sería una estupidez imperdonable no aprovechar la oportunidad de la campaña, para darle a la oposición una conducción eficaz.

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