Opinión Nacional

Otra vez, señor Presidente

Hace siete meses escribí en este mismo espacio el primer Señor Presidente. Hoy, retomo el título de ese artículo porque la situación que se le presenta al semanario La Razón no escapa al poder absoluto de la decisión del Presidente.

Para que la opinión pública se entere, el Presidente de la República tuvo una relación muy estrecha con La Razón. Cuando el semanario iniciaba sus actividades, casi paralelamente con las del luchador social Hugo Chávez al salir de la cárcel, el único medio que le abrió sus páginas para opinar fue La Razón. La Columna Patriótica llegó a convertirse en lectura obligada de los seguidores de Hugo Chávez. Lo digo de nuevo. La Razón estimuló la actitud revolucionaria del MBR-200 y fue casi el órgano oficial del MVR en su primera etapa. Entre julio del 97 y marzo del 98, fase romántica e idealista del MVR, las líneas operativas para estructurar al Movimiento se daban semanalmente por medio de La Razón. Toda la militancia esperaba el domingo para leer acerca de la parroquialización, de la metódica desde abajo, de los avances organizativos, de las giras por todo el país. Esa ventana la ofrecía La Razón, confrontándose con los anunciantes que le negaban los avisos publicitarios.

La Razón se la jugó brindándole apoyo a la estructura política que se iniciaba y que se proyectaba como un opción de llegar al poder. Y asi se mantuvo hasta alcanzar el triunfo presidencial. Pero, ya instalado en el gobierno, el Presidente sufre la metamorfosis del poder y se aleja de los nobles propósitos del proyecto político que pudo exponer en La Razón. En su condición de Presidente y rodeado de un entorno ruin no acepta, entonces, las críticas que le hacía La Razón. Críticas producto de los desaciertos, de las manipulaciones, de las mentiras, de la corrupción y del fracaso. Por lo tanto, había que aniquilar a La Razón. Los interpuestos tienen que actuar. Pero, como ya lo sabemos, no se requiere la orden expresa emanada de Miraflores, para que se satisfagan los deseos del Presidente. Basta con la exposición pública del marco referencial del jefe, para que los subalternos capten la línea de conducta a seguir. En consecuencia, sin su intervención directa, La Razón ha sido sometida a juicio y juzgarán a su director. Pablo López tiene que acudir por las buenas o por las malas el martes 27 al Tribunal. Este hecho convierte a La Razón en el primer medio de comunicación perseguido por el gobierno.

El Presidente, como siempre, queda fuera de toda responsabilidad. Él, santo, intocable, mesías, no se verá nunca salpicado de las conductas antidemocráticas. Como sucederá igual cuando le dicten auto de detención a Urdaneta y a Garrido. O cuando se le inicie una averiguación sumarial a Arias Cárdenas.

Asi se manejan los hilos del poder. O es que acaso la suspensión de las elecciones el 28M, o la fijación de la nuevas fechas se escapan al modus operandi del Jefe del Estado. Su acción queda en la penumbra, en lo oculto. En toda decisión que se toma en las esferas del gobierno existen dos componentes. El formal que consiste en la decisión pura y simple. Lo formal es meramente lo aparente. Lo que le llega al ciudadano común por medio de la prensa o comentarios personales. El otro componente es el oculto. Es lo implícito y lo intangible de la decisión. Es el ajustar a lo formal las conveniencias políticas. El componente oculto no se puede comprobar, solo se puede interpretar. Por eso es oculto. No queda signo alguno que permita su denuncia. Lo oculto es lo real. Es intangible y nadie lo sabe. Aunque es lo que verdaderamente mueve las decisiones del Jefe.

Qué difícil será demostrar que el juicio a La Razón es obra oculta de Hugo Chávez, el otrora articulista semanal de sus páginas. Será imposible que Pablo López se salve de que en él, recaiga todo el peso de la ley. Esto servirá de muestra para que todos los medios de comunicación, radial, televisivo e impresos sepan lo que les viene. Esto marcará la pauta que seguirá el gobierno con la disidencia. Pablo López se convertirá en mártir. Preso político juzgado por otra causa. Pero esa causa servirá para develar la verdadera cara del gobierno. Servirá para comprobar las hipótesis formuladas acerca del autoritarismo presidencial y su plan de gobierno a perpetuidad. Por eso no puede tolerar la libertad de expresión, ni la crítica, ni la denuncia. La Razón será el primer sacrificado, pero también el primer símbolo emblemático del salto atrás en derechos humanos y respeto para divulgar la verdad. Si eso lo puede hacer el poder del Presidente, yo no me escapo. A mi también me tocará. Que me asesine. Estoy preparado para ello, señor Presidente. Otra vez habrá de venir.

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