Opinión Nacional

Paciencia y más paciencia

En estos difíciles momentos por los cuales está atravesando la República, no está demás recordar este pensamiento de Confucio, gran maestro y filósofo chino. La paciencia es un elemento fundamental en el logro de todos los procesos, sean estos naturales o sociales. La impaciencia es mala consejera: fomenta el miedo, el desánimo y un alto nivel de estrés; por lo tanto, puede convertirse en una incubadora de violencia.

El país quiere soluciones y la gran mayoría desea que éstas se materialicen lo más pronto posible. Sin embargo, no hay consenso en torno a cuál debe ser la mejor solución para restablecer la calma. Algunos sostienen que no habrá paz mientras el Presidente Chávez permanezca en el gobierno, otros piensan todo lo contrario. Lo que sí resulta obvio es que estamos en la peor crisis de la historia venezolana, porque se han combinado en un mismo instante la crisis económica, política, militar, moral y social.

El Presidente Chávez se ha convertido, paradójicamente, en el problema y en la solución. Sus primeros tres años de gobierno han estado marcados por un interés fundamentalmente ideológico. Le dio prioridad al discurso político tratando de implantar en el país su peculiar visión de lo que debe ser una revolución democrática. Inspirada ésta en los pensamientos antinómicos de Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, tiñe a estos personajes decimonónicos de un marxismo “malo” que los convierte en expresiones modernizadas de la lucha de clases. Si a eso se le agrega la visión novelada de la historia de Eduardo Galeano, vemos la clase de extraño brebaje que se nos quería obligar a deglutir.

En cuanto se refiere a la economía, Giordani, a quien se le cedió esa parcela, quiso aplicar al pie de la letra lo que aprendió en el CENDES en los años sesenta, siendo el pilar de su propuesta la necesidad de desplazar la economía del eje centro-norte costero al nuevo eje Orinoco-Apure, negando, además, toda posibilidad de privatización de las empresas del Estado. El resultado de su gestión está a la vista y los desastres causados por esa visión angosta de la economía acabará por derrumbar en muy pocos meses al gobierno de Chávez. Hoy más que nunca se hace vigente en el país la frase de Clinton dirigida al Presidente Bush: “Estúpido es la economía” y recuerden bien que el presidente con mayor índice de popularidad después de ganar la guerra del golfo, perdió a los pocos meses, de manera estrepitosa, las elecciones contra Clinton. Aquí sucederá lo mismo si los venezolanos tienen paciencia y no se precipitan ante los acontecimientos con salidas no democráticas. Chávez tiene que enfrentar las consecuencias de sus actos y no nos toca a nosotros resolverlas por él. Así como creó cada una de estas crisis, así debe él mismo responder por su solución. Si lo logra, la patria se lo agradecerá; si no, la patria y la historia se lo cobrarán.

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